El derecho nunca ha sido el mismo. Precisamente, las instituciones jurídicas tienen una función de regulación ante los cambios y desafíos sociales que se presentan, de lo contrario, el derecho no tendría ningún sentido. Una visión retrógrada sobre los nuevos desafíos siempre genera injusticia, violencia y caos.
Si bien es cierto que el derecho de las mujeres a disponer sobre su cuerpo no se encuentra de forma literal plasmado dentro de un marco jurídico, no significa que el debate deba ser cercenado por un derecho petrificado o perdido en el tiempo, por el contrario, parte de la lucha por la equidad de género consiste en tratar los derechos relacionados con el mundo femenino teniendo en cuenta las características especiales que lo diferencian del mundo masculino, porque eso es en estricto sentido lo que Rafael Nieto procura expresar sólo que de una forma antagónica: “los ordenamientos jurídicos están hechos por hombres y para los hombres”.
Durante muchos años se ha discutido si esa exclusiva fisionomía humana apta para dar a luz, debe ser tratada conforme a las leyes preexistentes las cuales no tienen en cuenta la siguiente pregunta ¿Esa capacidad natural que no aplica entre los varones por razones lógicas, es un derecho o una obligación? Y si es natural ¿Por qué la maternidad es tratada a la luz del derecho vigente como una obligación?
Si siguiéramos de cabo a rabo la argumentación de Rafael Nieto en su artículo de opinión, la sociedad sería un total caos sin salida. Opinar como opina Rafael Nieto es hilar muy delgado sobre un tema que toca muchos frentes: desde el derecho a la educación y formación, el derecho a la libertad de expresión y el libre desarrollo de la personalidad, así como la libertad y salud sexual; peor aún, pretender que el derecho no se transforme alrededor del mundo femenino y la maternidad, daría pie para que países como Jordania— en donde a los violadores se les perdonaba la pena de cárcel por casarse con las mujeres que agredían sexualmente— continuará siendo una vergüenza mundial en temas de género. Por fortuna, el tipo penal que permitía tal atrocidad fue derogado en el año 2017, pues la historia de Noor, una joven jordana de 20 años que quedó en embarazo tras ser violada tocó fibras que el derecho de ese país no pudo seguir pasando por alto.
El ejemplo puede ser extremo si se quiere ver así, mi punto es que tomar partido por un derecho inamovible que no responde a nuevos desafíos ni cuestionamientos con enfoque de género como el que pretende Rafael Nieto, no tiene sentido.
La maternidad, es por ejemplo, una institución cuya visión se ha transformado en el tiempo. Siglos atrás, la procreación en exceso era tomado como un símbolo de prosperidad entre las familias. Hoy en día el asunto de la maternidad no funciona así.
Ahora bien, hilemos más delgado, durante los años en que la píldora anticonceptiva revolucionó el mundo, las guarderías para niños fue un tema luchado, pues cientos de mujeres requerían de estas guarderías para poder salir a trabajar o a estudiar, por lo tanto, es de ciegos opinar que la libertad de la mujer sobre su cuerpo es una expresión que nace de una “concepción ideológica”, cuando todos sabemos que la maternidad intencionada o no, produce cambios garrafales en la vida de todas las mujeres.
De otro lado, el ex viceministro opina que el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo es apenas una simple opinión ideológica, sin embargo, esta es una reflexión escueta y vacía. ¿Cuántas reivindicaciones sociales o ideológicas no han transformado el derecho y la historia? Pues bien, las guarderías mencionadas anteriormente, fueron exigidas por el feminismo liberal de la época, un movimiento que sin duda alguna transformó la sociedad; otros ejemplos claros, serían la lucha en contra de la esclavitud y posteriormente la lucha en contra del racismo, reivindicaciones que fueron fomentadas por ideólogos que cambiaron el rumbo de los derechos humanos.
Pretender que una mujer no pueda disponer de la maternidad como una decisión, es reducir su valor dentro de la sociedad, pues la procreación se entendería como una mera función social y no como una potestad. En palabras simples, este sería el verdadero y literal mensaje de Rafael Nieto: “por ser mujer, sin importar cómo fue la concepción o tu proyecto de vida, debes parir”.
En mi opinión, la maternidad debe ser por sobre todas las cosas una decisión, la cual debe estar fundamentada en un libre y consciente desarrollo de la personalidad. Esa conciencia racional es la que determina si existen o no las condiciones mínimas para traer un hijo al mundo. No todas las mujeres por el simple hecho de tener un útero deben convertirse en madres.
La maternidad no es una imposición y mucho menos un castigo por desarrollar una libertad sexual. A la concepción se llega de muchas formas, por ejemplo, los accidentes con los anticonceptivos sí son posibles y eso lo sabemos todos y todas.
En Colombia, un país de mojigatos en donde los varones pueden disponer de su esperma de forma irresponsable, la hipocresía y el cinismo social es el pan de todos los días. Aquí, se tolera que un hombre abandone los hijos o tenga más de la cuenta, pero no que una mujer decida sobre su proyecto de vida.
Hasta el día de hoy, hacemos parte de los 134 países que autorizan el aborto bajo condiciones más o menos estrictas, la buena nueva es que posiblemente eso pueda cambiar mañana, por aquello de que el Derecho cumple una función social ante los nuevos desafíos que se presenten dentro de una sociedad determinada.
Mientras tanto, las niñas y mujeres con muy buenas condiciones económicas seguirán abortando, a diferencia de las niñas y mujeres de muy bajos recursos, pues ellas seguirán entregando el dinero que no tienen a lugares clandestinos y peligrosos y seguramente no volverán a casa nunca más, pues de seguro morirán.
De otra parte, las mujeres y niñas de muy bajos recursos que no tienen acceso a una educación íntegra sobre sus derechos reproductivos y sexuales, seguirán creyendo que por el simple hecho de ser mujeres, sin importar la edad o las condiciones, deben convertirse tarde o temprano en madres; ellas seguirán alimentando, en el peor de los casos, el círculo de pobreza que las atraviesa, como si la vida no fuese ya lo suficientemente difícil como para naturalizarles el mensaje de que sé es valiente por traer un niño al mundo, y no por sacar un proyecto de vida personal adelante, que también cuesta y quita sueño.
Estos centros clandestinos ¿No son acaso un desafío para el derecho que debe ser cuestionado o regulado? Todo lo que no se regula o legaliza, es comercio para los desalmados. Simple.