Lo de Petro solo sorprende a personas que no saben absolutamente nada de cómo funciona la economía, ni el dinero, ni la deuda pública, ni que los “derechos sociales” son un fraude, y demás. Como dice el Prof. Jesús Huerta de Soto, “se comen el cuento de los subsidios, que no son otra cosa que fentanilo económico para las masas: una substancia que hace adictos a todos los que la tocan y destruye sus vidas”.
Algunos creen que en Antioquia Libre y Soberana tenemos bola de cristal o hacemos magia negra como para saber con casi total certeza las consecuencias de haber elegido a Gustavo Petro en la Presidencia o de insistir con cualquiera de las variantes socialistas: Centro Democrático, Partido Liberal Colombiano o el Partido Alianza Verde, ¡ninguna de las anteriores!, antes bien, lo único que hemos hecho es estudiar economía austriaca, que nos permite saber por qué cosas como “la inversión social” y subir los impuestos hacen daño a la economía; y algo de derecho, para entender que la Constitución Política de 1991 es un esperpento posmoderno que tiene tantas entradas, salidas e interpretaciones como lo permite la imaginación de quien está en el poder.
Pero la peor parte del “camino de servidumbre” que describió Hayek aún le queda por delante a los colombianos. El M-19 ya puso Presidente… ahora le toca a las FARC, y luego al ELN. Si piensan que Petro es mal Presidente, imagínense como serán los futuros Gobiernos de los otros dos. Las FARC son de corte estalinista y se han ido acomodando –son un poco más “pragmáticas”–, y el ELN es, básicamente, un culto armado de ultraizquierda; algo así como los Jemeres Rojos de Camboya, que para quienes no los conocen, fueron una de las guerrillas y grupos comunistas más agresivas y feroces, que eliminaron aproximadamente al 30 % de su propia población tratando de implantar su “utopía socialista”.
Al país no le ha ido “tan mal” simplemente porque Petro es absoluta y decididamente incompetente. Es perezoso, y además, un completo ignorante. Una especie de “bendición disfrazada”, porque eso ha permitido que no pueda implementar de manera efectiva las tonterías de una ideología que todo lo que ha tocado lo ha destruido, incluida a China, cuyas fallas estructurales, como buen régimen comunista, se ocultan con propaganda. Petro se levanta tarde, llega tarde a todo, no sabe hablar ni sabe de qué está hablando, y yo digo que ni sabe amarrarse los zapatos: por eso pasó de las botas de caucho a los mocasines.
Como para compensar, el “Mamarracho en Jefe” de la Casa de Nariño, castiga a los miembros de FECODE, organización que lo apoyó a la Presidencia de forma ciega e incondicional, y los va a vincular a un esquema pensional que no les gusta; esa, es la consecuencia de predicar mentiras ideológicas y falsedades económicas: la belleza de la justicia poética, de la que los socialistas nunca podrán escapar, porque es por propia mano de los suyos y más cercanos. Lo malo es que como lo único que es para todos en el socialismo es la pobreza, ese destino lo tendrán que sufrir millones de colombianos también.
Lo que le queda a Colombia por delante no es una gran reforma y dejar atrás el petrismo. No. Por el contrario, se viene un redoble de las posiciones.
Los “economistas” y “expertos” de siempre, que solo saben de teorías y escuelas fallidas, y los pregoneros de la mal llamada “justicia social”, seguirán aliados, buscando el “centro”: ese mítico lugar en el que todo es nada y la nada nadea. Seguirán buscando “el consenso”, “el acuerdo”, y demás fruslerías que solo se le ocurren a esos políticos de “centro”. Así, nos toparemos de nuevo con tipos como Sergio Fajardo, un tarado más elegante que Petro, que si sabe usar delicadamente todos los cubiertos, pese a nunca haber usado correa y ser muy parecido a Micky Vainilla, personaje del cómico argentino Peter Capusotto. Todos ellos se juntarán con los señores de traje y corbata bien hablados del keynesianismo, para producir un país mediocre, que fracasa despacito, en cámara lenta, guardando las apariencias y por etapas, como Japón o Argentina. ¿Cómo lo sabemos? Porque sacamos nuestra cabeza del barril de mentiras socialistas y errores económicos en el que nos quieren ahogar a todos.
En fin, la incompetencia de Petro, la mediocridad de los “Fajardos”, la avaricia de los “liberales”, el fundamentalismo mesiánico del Centro Democrático, la agresividad de los farianos, la inflexibilidad de los elenos, los corruptos, los “académicos” que solo saben de pociones y rezos, entre otros, nos llevarán a un lugar peor. No hay que ser brujos, solo dejar de creer en mentiras –con eso se hace la mayor parte del trabajo–; lo triste es que hay que aceptar que nos equivocamos, y que quizá ese mundo de fantasía del “Estado social de derecho” de ese bodrio llamado Constitución Política de 1991, no es posible, y que lo que queda es claramente una realidad en la que hay que hacer muchos sacrificios, pasar un momento de ajuste económico duro, reducir el Estado y, sobre todo, hacernos cargo de nosotros mismos y hacernos responsables, es decir, crecer, madurar y aceptar las dificultades. Aunque, dudamos que esto suceda. Ya sabemos que en Colombia es mejor fiesta permanente sin plata, a una realidad dura llena de riquezas bien merecidas para todos.
La versión original de esta columna apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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