Las propuestas del candidato presidencial Gustavo Petro son básicamente tres: más subsidios, más empresas públicas y más gasto estatal.
En primer lugar propone enérgicamente dar un subsidio de al menos COP$ 350.000 mensuales a aquellos colombianos que están por debajo de la línea de pobreza, que hoy según el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas (DANE) son cerca de 21,5 millones de personas, lo que en términos generales, le costaría a la nación 90,3 billones de pesos al año, es decir, el 7,6% del PIB aproximadamente.
En segundo lugar propone renunciar a una de las fuentes de ingreso más importantes para las finanzas públicas que es la exploración y extracción petrolera, que representa el 3,3% del PIB, una cifra cercana a los 21 billones de pesos en ingresos anuales para la nación; esto con el fin de migrar a fuentes verdes de energía y derivados. Ello se suma a la idea de fomentar la producción nacional dificultando el ingreso de productos al país por medio de barreras arancelarias, como si los computadores, celulares, carros, fertilizantes, zapatos o medicinas los produjéramos acá o nacieran de alguna planta; lo que es más inocente aún, es suponer que si Colombia sube los aranceles a las importaciones, los países a los cuales exportamos no harán lo propio con nuestros productos.
También propone una mayor presencia estatal en todos los flancos: salud, educación, minería, agricultura, servicios financieros, comercio, entre otros. Esta presencia que promueve Petro no es gratuita y tiene un altísimo costo monetario. Lo que nos lleva al punto clave ¿De dónde saldrá el dinero?
El gobierno, independientemente de quien lo ocupe, tiene básicamente tres fuentes de financiamiento.
La primera son los impuestos, los cuales pagamos todos los colombianos. En el caso de las empresas la carga total contributiva es de 71,3%, y para las personas naturales se paga un aproximado del 25% del total del recaudo impositivo.
Segunda fuente de financiamiento: la deuda pública. Esta es del 53,1% del PIB, cuyos intereses se pagan con fondos públicos que son principalmente impuestos, es decir, entre más alta la deuda pública de hoy, mayor recaudo público se necesitará para cubrirla el día de mañana.
Por último tenemos la inflación, los gobiernos se pueden autofinanciar emitiendo dinero nuevo para cubrir sus gastos. Esta es una práctica ya bien conocida por los gobiernos de Argentina y Venezuela que tiene graves repercusiones sobre el poder adquisitivo de los ciudadanos, pues al emitir dinero sin respaldo en bienes y servicios de nueva producción, lo que se genera es un incremento general en el nivel de precios de una economía, traduciéndose en que cada vez que hay emisión para financiar las actividades del gobierno, los ciudadanos pierden poder adquisitivo, ergo, cada peso de nueva emisión para el gobierno es un producto menos que usted puede comprar con su dinero.
En síntesis, las propuestas de Petro pueden estar muy bien intencionadas, pero en economía no valen mucho las intenciones, ¡lo que cuenta son los resultados! Sus propuestas son muy bonitas y supremamente costosas. Esto es, que para hacerlas realidad, el gobierno se debe meter más en su billetera y no solo a mirar, sino a sacar ¡La deuda pública, los impuestos y la inflación los paga usted! Entre más gasta el gobierno, menos podemos gastar nosotros. Las propuestas de Petro solo son posibles mediante el empobrecimiento económico en masa de los ciudadanos.
¡Cuidado, no hay nada gratis! todo siempre lo está pagando alguien. Cuando le digan que le darán algo gratis, es porque el precio es usted.
Este artículo apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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