Gustavo, el emperador

Delirios de grandeza, resentimientos innatos que acompañan a su presidente, son la base de un delirio de persecución de quien sueña la constitución de un imperio que le permita ser el monarca soberano, siempre adulado por los lacayos populares.”


Choque de trenes que propició el ejecutivo, ahora con la rama judicial, es la consecuencia de haber dado poder a un activista ideologizado que dejó las armas, y usó la democracia, para hacerse a un cargo para el que no es idóneo. Gustavo Francisco Petro Urrego, y su equipo de gobierno, lejos están de hallarse capacitados y mostrarse a la altura de las necesidades técnicas y académicas de la dignidad que ostentan. Salidas en falso de su mandatario, cada día, crean incertidumbre y ponen a tambalear la democracia, inestabilidad mental que sustenta la mitomanía, cambio de parecer permanente de su presidente, es el que pone en riesgo a Colombia. Justicia y equidad social que sirvió de narrativa para llegar a la victoria en las urnas se desdibuja con cada una de las reformas que se quieren imponer, y cuyo interés no es la sociedad sino hacer política para dominar, en todos los territorios, tras las elecciones de octubre.

Irrespeto a la inteligencia de los colombianos es la tergiversación de los hechos que pregona en el discurso su mandatario, inducir al error posando de víctima parece ser la estrategia para justificar sus comportamientos, en este caso desconocer la separación de poderes. Improcedente es que siga tomando carrera que los corruptos y bandidos se postulen a una corporación pública en busca de asegurar impunidad, y de paso ayudar a sus amigos delincuentes. Llamado responsable, a los colombianos, es a prestar atención a los comicios regionales, el decidir bien es fundamental para poner freno al saqueo que plantea el desgobierno del Pacto Histórico. En menos de un año, en el poder, la izquierda se constituye como una apuesta política que derrocha los recursos de los más necesitados mientras promulga igualdad a los cuatro vientos, incongruencia que se lee entre líneas en cada reforma y propuesta que transita el legislativo y se encamina a aumentar la burocracia que tanto se criticó junto al clientelismo.

La soberbia inmarcesible, de la que se reviste su presidente con ínfulas de emperador, es el estandarte para desconocer y arremeter contra la separación de poderes consagrada en la Constitución Política de Colombia, disposición sagrada que ningún dignatario se había atrevido a repudiar. Ansias de acabar con todas las instituciones, como pretende el gobierno del cambio, es la que lleva a su mandatario a mentir descaradamente sabiendo el daño que se produce. Odio recalcitrante, que destilan las fuerzas de izquierda, conlleva a la división extrema de un pueblo que debe trabajar junto para salir adelante, es indispensable resurgir de la amenaza diaria que mantiene al país humillado, sometido y en estado de terror psicológico permanente. Más temprano que tarde la democracia colombiana tiene que despertar y retomar el curso que se perdió dando paso a ejes del mal que no lograron lo que pretendían cuando estaban alzados en armas.

Ejemplos como el de Cuba y Venezuela tienen que abrir los ojos de quienes no quieren ver el error que se cometió y cómo Colombia transita al abismo. Grito de auxilio que se da al mundo desde la isla, o el país vecino, muestra que el hambre, la escasez de gasolina, la ausencia de recursos, desgastan, y pasan factura de contado, a un régimen que no trasciende de los discursos ideológicos de igualdad social. Las ideas progresistas que vendieron al mundo acabaron con la economía, los posibles inversionistas, las relaciones internacionales, los protocolos diplomáticos, los derechos constitucionales, políticos y judiciales, la seguridad, la educación y el desarrollo de esas naciones, como ahora comienza a ocurrir en la nación. Escenario de discursos engañosos, retahíla y verborrea de politiqueros, que quiere hacer creer al pueblo que ya casi se vivirá “sabrosito” mientras derrochan los recursos del erario en viajes y turismo, por todo el mundo, para defender dictaduras y narcotraficantes.

Lección de coherencia y pundonor dio Chile al mundo este fin de semana, aplastante derrota de la izquierda demuestra que los chilenos despertaron del error cometido que está acabando con su futuro y el desarrollo de la nación. Lo visto en las elecciones constituyentes, del país suramericano, es la consecuencia de un pueblo que añora lo perdido y aquello que está a punto de esfumarse. A las políticas mezquinas, del progresismo socialista, se le devolvió, con fuerza, la amenaza de caos que generó un gobierno que se quedó en la demagogia y el populismo, apuesta política que fue incapaz de dar soluciones a los problemas del ciudadano. Ambiente de guerra que propaga la izquierda en América Latina lentamente va sucumbiendo ante el anhelo de estabilidad y orden del colectivo social. En las urnas es donde se debe tener una confrontación directa, de la democracia, contra los gobernantes que son incapaces de condenar dictaduras como las de Nicolás Maduro, o Daniel Ortega, y todas las extralimitaciones que cometen con sus pueblos.

Complejo resulta, para quienes llegaron al poder, desmarcarse del engaño a los necesitados, el haber usado grupos de choque, como la “primera línea”, para atemorizar y estar en la cresta de las protestas caóticas. Quienes hoy llaman a la unidad política son los mismos que invocan al caos perfecto que conduce a constituyentes, actores de un mal instituido en el socialismo que solo se erradica con el buen juicio. Falsa lucha social, que se materializó en Colombia con el Pacto Histórico, incendió el país por una reforma tributaria y altos precios de los combustibles, coyuntura económica que terminó enfrentando, ejecutando y acrecentando su presidente. Corta y escasa memoria fue la que permitió eclipsar lo que el país efectivamente necesitaba. Honestidad de la que se revestían los integrantes del Pacto Histórico se diluye al evidenciar la mentiras y engaños que tendieron en las clases populares.

Normalización de lo inverosímil hizo ver como bandidos a los demás y no permitió dimensionar lo que se tejía con el pacto de la Picota. Narcotraficantes, terroristas y corruptos se alinearon a la izquierda para lavar sus delitos y vender a los colombianos una falsa lucha de deudas ancestrales materializada en los “nadies” de la “primera línea”. Confrontación de su mandatario con el Fiscal General de la Nación atiza la polarización política y social, busca desviar la atención de los casos contra la familia de su presidente, y sus compinches, encontrar formas para que se archiven procesos en extrañas circunstancias. Baja resulta la estrategia de activistas en redes que, desde el irrespeto, la ignorancia, la prepotencia y la falta de educación imponen campañas de desprestigio contra quienes se atreven a alzar la voz y hablar contra el engañoso cuento de la paz total.

No es patraña de la derecha que lo único que está creciendo en este momento en el país es el precio de la gasolina, el costo de la comida, el número de masacres, el despilfarro en el gobierno, la cifra de niños muriendo de hambre. Pulgar de su mandatario celebrando la “inflación negativa”, del mes de abril, no es consecuente con el colombiano de a pie que no le alcanza para comprar lo del diario. Su vicepresidenta derrochando y mal gastando, los dineros del presupuesto, no se conduele con los cinturones de miseria, la muerte de niños y niñas por falta de alimentación. Respeto que pide su mandatario, no se exige, se gana, se logra dejando de lado las mentiras que hablan de humildad, mientras se da una vida de rey con arrogancia y descaro. Cantidad de atrocidades y vociferadas que día a día difunde Gustavo Francisco Petro Urrego afectan la estabilidad del país, la economía y crea zozobra en los ciudadanos, clima de tensión con el que avanza el crecimiento y fortalecimiento de bandas criminales (FARC, ELN, Clan del Golfo) mientras los buenos ciudadanos se ven arrinconados.


Todas las columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/andresbarriosr/

 

Andrés Barrios Rubio

PhD. en Contenidos de Comunicación en la Era Digital, Comunicador Social – Periodista. 23 años de experiencia laboral en el área del periodística, 20 en la investigación y docencia universitaria, y 10 en la dirección de proyectos académicos y profesionales. Experiencia en la gestión de proyectos, los medios de comunicación masiva, las TIC, el análisis de audiencias, la administración de actividades de docencia, investigación y proyección social, publicación de artículos académicos, blogs y podcasts.

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