El conflicto interno más reciente en el país africano comenzó a mediados de abril de 2023. Los enfrentamientos entre las Fuerzas Armadas de Sudán y el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) ha cobrado la vida de más de 20 mil personas, la mayoría de ellas mujeres y niños. Ambas facciones se disputan el control territorial y administrativo del país.
La situación ya ha sido catalogada como una guerra civil con evidencias de genocidio. Al menos hay tres asuntos que resultan especialmente preocupantes en el caso de Sudán: el primero, es el mínimo y casi inexistente cubrimiento mediático que ha tenido la guerra (aun cuando es claro que están cometiéndose crímenes de guerra, graves violaciones a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario), además los países que supuestamente promueven la democracia y la libertad en el mundo -dígase los EE. UU. y la Unión Europea- poco o nada han hecho al respecto, y no se ven muy interesados en promover iniciativas para buscar un cese al fuego o salida de paz viable a la crisis sudanesa.
Pareciera que al mundo le es indiferente el sufrimiento de un país del norte de África, he aquí otro ejemplo de racismo estructural.
Lo segundo, es el inminente riesgo de una hambruna masiva, las investigaciones de la ONG Amnistía Internacional han revelado que tanto las Fuerzas Armadas de Sudán, como la FAR están utilizando el hambre como arma de guerra. De ambos bandos han impedido el tránsito de camiones con ayudas humanitarias y alimentos a diversas zonas del país, en este momento casi la mitad de Sudán está aislada y bajo el control de las FAR.
El conflicto ha provocado hambrunas y desplazamientos forzados de unas dimensiones catastróficas para la actualidad mundial, pero aún así casi nadie habla de esto. 25 millones de personas -casi la mitad de la población sudanesa- han sido desplazados de sus hogares producto de la guerra y ahora la hambruna los asecha. Se prevé que alrededor de 2 millones de personas podrían morir de física hambre para el final de este año, sino se toma una medida drástica para detener el conflicto y entregar las ayudas humanitarias.
El tercer aspecto tiene que ver con la violencia sexual en contra de mujeres y niños, se han reportado múltiples casos de violaciones y mujeres que se han visto obligadas a tener sexo con los combatientes a cambio de comida. El reclutamiento forzado de menores y la violencia étnica también son factores recurrentes en esta guerra. Por ahora el Consejo de Seguridad de la ONU solo ha impulsado una resolución para promover un embargo de armas en todo el país y aún no se ha hecho efectiva completamente (hasta ahora el embargo solo está vigente en la región de Darfur).
Sin embargo, el flujo de armas sigue siendo constante en todas las regiones del país. Se han detectado armas fabricadas o transferidas de países como EE. UU. China, Rusia, Serbia, Turquía, Emiratos Árabes Unidos y Yemen. Y los señores de la guerra felices, mientras la población civil sudanesa sigue desolada, herida de muerte y malviviendo con sus estómagos vacíos.
Actualmente hay diversos conflictos de alta intensidad en el mundo, dentro de los cuales resaltan más, o se les da más relevancia mediática y de esfuerzos de cooperación internacional a los casos de Ucrania y el genocidio en Gaza. El punto no es cuál guerra o genocidio es más importante o más grave, todos son graves y dolorosos para la humanidad. Cada conflicto tiene sus características y merece ser abordado con el mismo nivel de importancia por la comunidad internacional.
No puede ser que las vidas de los pueblos negros de África y los árabes valgan menos que las vidas de los blancos europeos o del Norte Global ¿Qué diremos cuando el regalo de año nuevo para los africanos sea que dos millones de personas mueran de hambre en Sudán? ¿De qué humanidad podemos hablar cuando esto suceda y ni siquiera nos demos por enterados? ¿Cómo es posible que esto suceda ante los ojos del mundo y todos miren para otro lado?
ALL EYES ON SUDAN…
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