“Valorar más profundamente lo que tengo, abrazar a quienes me rodean y vivir con gratitud cada momento”
Este año, sin duda, ha sido uno de los mejores de mi vida. Un año lleno de experiencias, aprendizajes y personas que dejaron una huella imborrable en mi camino. Solo puedo decir: gracias. Porque la gratitud, como bien dicen, es un acto de humildad y también un cultivo de felicidad. Terminar un año es, paradójicamente, un sentimiento agridulce. Es alegre porque nos permite celebrar los logros, las experiencias vividas y los momentos únicos que marcaron nuestro corazón. Pero también puede ser melancólico, porque nos recuerda que algunos momentos ya no volverán y nos invita a reflexionar sobre los retos, los errores y las lecciones que debemos integrar para crecer. Como me enseñó Claudia Restrepo, mi mentora, “hay que abrazar todas las emociones y circunstancias”. No solo para afrontarlas con más fortaleza, sino también para aprender de cada una de ellas y salir renovados. Empecemos con los aprendizajes y personas que me regalo este año.
A comienzos de este año, me sentía confundida, inmersa en una odisea personal para encontrar lo que realmente quería. Llegué a EAFIT con la esperanza de encontrar respuestas a las preguntas que llevaba dentro. Sin embargo, lo primero que esta experiencia me enseñó fue que no tenía que resolverlo todo de inmediato ni tener un plan completamente definido. Antes de proyectar lo que quería alcanzar, debía aprender a disfrutar el presente y darle valor a cada paso del camino. Aprendí que no es necesario saberlo todo y que incluso si fuiste la mejor bachiller de colegio, apenas conoces una fracción del vasto conocimiento que existe en el universo. Este despertar me llevó a un proceso constante de autoconocimiento, ayudándome a redefinirme no como una Tesa, sino como una aprendiz constante. Fue un aprendizaje transformador que llegó en los primeros meses del año y que, aunque desafiante, me permitió desaprender creencias que había absorbido en mi entorno, donde parecía ser obligatorio saberlo todo para justificar el lugar que ocupabas.
Este cambio de perspectiva me ayudó no solo a ampliar mis horizontes intelectuales, sino también a relacionarme de manera más auténtica con las personas. En este proceso, una figura clave fue Claudia, una de mis mentoras, quien desde el primer momento me inspiró a expandir mis límites, a buscar mi propósito y a encontrar mi propia voz. Su guía ha sido un faro que me mostró que crecer no significa tener todas las respuestas, sino abrazar las preguntas y el proceso de descubrimiento con humildad. Sin duda, este aprendizaje es uno de los más significativos de mi vida, una lección que quedará grabada en mi corazón como un punto de inflexión en mi camino personal y profesional.
Después de aceptar y reconciliarme conmigo misma, inicié un itinerario de autoconocimiento en medio del ruido constante que nos rodea. Fue un proceso que me permitió descubrir que mi propósito está en servir a los demás, en transformar realidades tal como la mía fue transformada, y en ser útil para quienes me rodean. Con un propósito claro, aunque sabiendo que podría cambiar con el tiempo, comprendí que antes de cultivar proyectos externos debía primero cultivarme a mí misma. Así comenzó un camino consciente de crecimiento personal en diferentes dimensiones:
Intelectualmente, sumergiéndome en libros de filosofía, literatura y poesía que nutrieron mi mente y ampliaron mi perspectiva del mundo.
Espiritualmente, fortaleciendo mi conexión con el Creador a través de la oración y la meditación, herramientas que se convirtieron en pilares esenciales en mi búsqueda constante de equilibrio.
Emocionalmente, permitiéndome sentir plenamente cada emoción, incluso aquellas que a veces me abrumaban, y trabajando en madurarlas para encontrar serenidad en medio de la turbulencia.
Este proceso me llevó a “hackearme” a mí misma: encontrar paz interior, fortalecerme frente al ruido externo y vivir con mayor claridad y propósito. En este recorrido, Claudia volvió a ser una guía fundamental. Su sabiduría y un libro que me regaló fueron puertas de entrada al mundo de la meditación, una práctica que me ha permitido conectar profundamente conmigo misma y con mi entorno. Hoy, miro hacia atrás con gratitud por este viaje de autodescubrimiento que me ha permitido no solo crecer como persona, sino también prepararme para impactar positivamente en la vida de los demás.
Luego, me adentré en una variedad de actividades extracurriculares que enriquecieron enormemente mi perspectiva y mi crecimiento personal. Participé en foros y eventos del sector empresarial antioqueño, me uní a semilleros de investigación y grupos estudiantiles de mi U, y cursé un diplomado en liderazgo público que marcó profundamente mi camino. En estos espacios aprendí no solo sobre el funcionamiento de las empresas privadas y el sector público, sino también conocimientos técnicos y experienciales relacionados con la economía y las organizaciones. Fue una etapa de expansión en muchos sentidos: empecé a relacionarme con personas de diversas culturas, costumbres y creencias, lo que me permitió abrir mi mente y comprender que siempre hay más por explorar y aprender. Este recorrido también me trajo grandes amistades, referentes y mentores que dejaron una huella en mi vida. Un mentor que conocí en medio de estas actividades fue David Escobar, un gran ser humano y líder inspirador. Siempre me enseña la humildad, el posibilismo y el poder de las conversaciones. Sin duda, su influencia ha sido clave en mi crecimiento personal y profesional.
Dos de los mentores que más impacto tuvieron en este trayecto, especialmente en el ámbito público, fueron Ricardo Jaramillo y Verónica Suárez. Ambos son ejemplos de liderazgo joven que sirven con convicción y amor a Medellín. Ellos me enseñaron la importancia de mantenerme abierta a nuevas posibilidades y de no cerrarme a ningún desafío, recordándome que nunca hay que decir nunca. Su forma de liderar, con pasión y propósito, potenció mi crecimiento más allá de lo que imaginaba posible. En todos estos espacios no solo adquirí conocimientos y habilidades, sino que también tuve la fortuna de conocer personas increíbles que me inspiraron a seguir adelante en mi itinerario de formación como líder. Este camino ha sido una suma de experiencias que me han transformado y me han preparado para seguir construyendo y expandiendo mi voz.
Este año estuvo lleno de aprendizajes y logros, pero también me dejó profundas lecciones sobre la fragilidad de la vida. Me recordó que somos como aves de paso, que no sabemos cuánto tiempo estaremos aquí, y que debemos darlo todo en el presente, porque el mañana es incierto.
Sin duda, la pérdida de mi amigo Salomón fue el golpe más duro que enfrenté este año. Su partida me hizo reflexionar sobre lo efímera que puede ser la vida y la importancia de disfrutar el ahora sin quedar atrapada en las preocupaciones por el futuro. Aunque fue una experiencia dolorosa, también me dejó una enseñanza invaluable: valorar más profundamente lo que tengo, abrazar a quienes me rodean y vivir con gratitud cada momento. Esa pérdida me impulsó a tomarme pausas necesarias, a observar mi entorno desde diferentes perspectivas, y a usar esas reflexiones para retroalimentarme y seguir mejorando como persona. Entendí que, aunque no podemos controlar todo lo que nos sucede, siempre podemos encontrar una oportunidad para crecer y agradecer incluso en los momentos más oscuros.
En resumen, este año estuvo lleno de personas maravillosas y aprendizajes inmensos. Agradezco profundamente a todos los que formaron parte de este viaje: A mis mentores, por sus conversaciones y enseñanzas que fueron fundamentales en mi crecimiento. A mis padres, por estar siempre a mi lado, brindándome su apoyo incondicional en cada paso del camino. A mis amigos, tanto a los que están cerca como a los que la distancia separa, gracias por ser una fuente constante de apoyo y alegría. A todas las personas con las que compartí momentos, aprendizajes y experiencias, mi más sincero gracias. Cada uno de ustedes contribuyó de alguna manera a que este año fuera inolvidable. Su presencia y su impacto quedarán siempre grabados en mi corazón.
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