Gota a gota…

Insensatez del gobierno del cambio, sumada a la sordidez de un alto porcentaje del colectivo social, son el detonante de la crisis que acompaña los niveles del agua en los embalses. Sequía de las plantas térmicas saca a flote la convergencia del sentido de preservación y el egoísmo que prima en la ciudadanía


Desconexión del ente gubernamental, por desconocimiento o negligencia, para hacer frente a la coyuntura que plantea el “Fenómeno del Niño”, y la falta de previsión ante los niveles del agua en las represas, llama a generar consciencia antes de que sea demasiado tarde. Calvario latente, que acompaña los índices de desabastecimiento del líquido en los embalses, se agudiza con la desobediencia civil que muestra un incremento en el consumo de agua, pese a la restricción. La latente crisis, que fue enfrentada con responsabilidad por el Alcalde Mayor de Bogotá, Carlos Fernando Galán, pese al costo político que ello trae consigo, se complejiza con la desatención de Gustavo Francisco Petro Urrego, y su equipo de gobierno, que va al vaivén de las diatribas ideológicas. Las restricciones, que por ahora son particulares a 9 zonas en Bogotá, no tardarán en extenderse a lo largo y ancho de la geografía nacional.

Bomba de tiempo a punto de estallar, con la anuencia de su presidente, hace gala de la negligencia gestora para atender una necesidad que era de público conocimiento y se minimizó desde la izquierda. La experiencia del apagón de los años 90 enseña que todo se enreda con la actitud comportamental de las personas, indisciplina que tendrá su coletazo en las metas de ahorro y las medidas que, por impopulares que sean, se deben tomar para atajar el caos que está por llegar. Relajamiento de la gente, como el que se pudo observar en los últimos días, era más que previsible en un entorno en donde los conjuntos residenciales ya cuentan con tanques para 48 horas de contingencia. Nuevo escollo de la realidad pone de relieve que las medidas restrictivas deben ser repensadas, desviar la mirada de las divergencias políticas, económicas y sociales, que se tejen sobre la decisión, permiten dimensionar el grave colapso que se puede generar.

Lavado de automóviles en la calle, regado de matas en los jardines, limpieza de fachadas, entre otros factores, son una preocupante señal de que no se han incorporado los hábitos de ahorro y restricción a las rutinas diarias. Será parte de una nueva normalidad la consciencia ciudadana, acto que de no ser apropiado llevará a la mano firme y la gestión previa desde los gobiernos locales y el ente gubernamental. Prevenir siempre será mejor, la ausencia de una cultura ciudadana evidencia la imperiosa necesidad de retomar medidas, que no debieron dejarse de lado luego de la emergencia vivida por Colombia en los años 90. El Déjà vu, crisis energética y de agua, llama a meter en cintura a los ciudadanos, unidades residenciales, centros comerciales, y gremios de la producción, acabar con las excepciones, y aplicar los esquemas de horarios y días para optimizar el uso de los servicios públicos.

Lo que hoy se mira con desdeño, se quiere hacer ver como una consecuencia del cambio climático, debe pasar de los anuncios en X, el show de victimización e incomprensión de su mandatario, o la repartición de culpas, para asumir la realidad que supera la ficción que quieren imponer, en el imaginario colectivo. Quienes son expertos en el reinado de la simpatía, y la verborrea insidiosa propia del populismo, se niegan a asumir la responsabilidad que les asiste en la implementación de políticas públicas que hagan frente a la escasez de agua y la necesidad de generar energía desde diferentes fuentes. Grave error es constituir cortinas de humo para desviar la atención con eufemismos que alejados están de medidas efectivas y coherentes por parte del gobierno.  Antes que trasgredir los límites, en el mediano plazo, se debe educar al ciudadano frente al ahorro y demostrar que falta mucho terreno para llegar a la tranquilidad.

El ser humano, como individuo y parte del eslabón social, sostiene una serie de relaciones e interacciones reciprocas con el entorno próximo –familiar, vecinal, laboral, fraternal–, grupo primario que sienta las bases de la correlación con el colectivo –local, regional, nacional e internacional–. Vehemencia que se tienen para cuestionar el comportamiento ciudadano debe ser diametralmente consecuente para pedir información y transparencia en las cifras que se revelan por parte del gobierno nacional, pues el silencio absoluto del Ministro de Minas y Energía, Omar Andrés Camacho Morales, y su presidente, Gustavo Francisco Petro Urrego, deja serias dudas. Lo que hoy transita Colombia exalta que es importante trabajar duro en la causa más que en el efecto, si se quiere evitar una calamidad general, hay que darle la seriedad que la situación amerita. Su mandatario debe dejar de lado el ego, pensar en los demás, y entender que ya habrá otro momento para imponer su santa voluntad.

Actuaciones, en ocasiones alejadas del criterio ético, por parte de los actores del cambio, llama a cuestionar los principios filosóficos de la moral que acompañan al Pacto Histórico. Validez universal de los principios de responsabilidad, dignidad, honestidad, puntualidad, originalidad y solidaridad, que deben primar en estos momentos de coyuntura, y fundamentan el rol político, lejos están de la figura que representa Gustavo Francisco Petro Urrego. Las decisiones de su presidente, en el plano individual y social, son de impacto en la opinión pública e influyen de manera directa en el proceso mental del colectivo en este momento de crisis. Los elementos de juicio y valor que acompañan a su mandatario, en los mensajes sociales y los pronunciamientos públicos, llama a revisar desde el concepto y el postulado del psicoanálisis freudiano, ese énfasis que se tiene en la palabra y el diálogo –consciente, preconsciente e inconsciente– que denota los impulsos instintivos del sujeto.

El uso estratégico que Gustavo Francisco Petro Urrego hace de las plataformas sociales para victimizarse, cuestionar o destruir al otro, sin importar el momento, impide encontrar soluciones al problema del suministro del agua que tanto aqueja al colectivo social. La contradicción de los planteamientos presidenciales, con las evidencias y el actuar de los gobiernos locales, asienta hechos, pero a su vez deja latente alusiones que, por omisión, están intrínsicamente ligadas al deseo en el marco de un complejo escenario de incertidumbre y angustia. La concurrencia de afugias saca a flote un instinto de subsistencia en el que se adapta el sujeto a un nuevo equilibrio social, entorno en el que las personas no son capaces de comprender que el cuidado y ahorro es de todos, que mientras no se sufra la escases no se entenderá la gravedad de lo que se está viviendo.

El sentido común no permite comprender cómo es posible que desadaptados estén malgastando el agua, estado de inconciencia que refleja lo poco que ha servido ver los ejemplos donde el fenómeno climático ya superó todo lo imaginable. Es claro que los medios de comunicación recobran un papel preponderante como escenario de interacción y socialización que permite escuchar diferentes voces desde las que funge un mundo y escenario para construir el camino que pide reinventar la sociedad y el comportamiento propio al interior de la cultura. Este problema de abastecimiento en los embalses deja tareas pendientes, cada uno debe cambiar la actitud para interiorizar y asentar en hábitos aquello que reestablece el orden perdido. Metamorfosis en el concebir los procesos políticos, económicos y sociales, escenario en donde no tienen cabida los malos instintos y el caso omiso al peligro de un razonamiento prolongado como el vivido en los años 90.

Andrés Barrios Rubio

PhD. en Contenidos de Comunicación en la Era Digital, Comunicador Social – Periodista. 23 años de experiencia laboral en el área del periodística, 20 en la investigación y docencia universitaria, y 10 en la dirección de proyectos académicos y profesionales. Experiencia en la gestión de proyectos, los medios de comunicación masiva, las TIC, el análisis de audiencias, la administración de actividades de docencia, investigación y proyección social, publicación de artículos académicos, blogs y podcasts.

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