Desde el pasado 07 de agosto, Gustavo Petro tomó las riendas de un país hecho trizas como consecuencia de los estragos que dejaron los gobiernos anteriores. Entre ellos, el gen de la violencia. La percepción de inseguridad es cada vez más latente en el territorio nacional, y en especial para las mujeres: casos como el de Valentina Trespalacios nos recuerdan que ni en nuestro hogar estamos protegidas.
Y es que son abrumadoras las cifras que presenta el Observatorio Colombiano de Feminicidios: 259 desde agosto a diciembre, para un total de 614 en el transcurso del 2022. Y el conteo sigue: van 9, en apenas un mes del 2023. Mejor ni hablemos de las cifras internacionales.
La pregunta que surge entonces es: ¿hasta cuándo? Pues pareciera que nacer o identificarse como mujer es un delito a nivel mundial. Sin embargo, hay un asunto que va más allá de las cifras, y es la posición que el gobierno ha tomado al respecto. Es absurdo que en apenas cinco meses de mandato, se hayan reportado 259 casos si se supone que una de las banderas del Gobierno Petro es precisamente erradicar la violencia de género. Esto no significa que la discriminación hacia la mujer se suprima de la noche a la mañana, pero si se espera una reducción paulatina en el número de homicidios presentados.
De la mano de una lideresa social conocedora de esta problemática –como lo es Francia Márquez–, se planteó una propuesta para salvaguardar y respetar la integridad de todas las mujeres del país, a través de la creación de ministerios y la implementación de políticas públicas. Pero del dicho al hecho hay mucho trecho. El discurso suena agradable para nuestros oídos, pero antes de poner en practica estos ideales, es necesario que el gobierno mismo sirva de ejemplo.
Me refiero a la notable diferencia de criterios que existe entre la primera dama y la vicepresidenta. Para nadie es un secreto que Verónica Alcocer se ha tomado muy en serio su cargo de primera dama, al punto de cumplir con funciones que no le corresponden, pues son tarea de Vicepresidencia. ¿Cómo es posible que Francia Márquez, quien ha recibido amenazas de muerte durante su vida política, se vea obligada a tomar vuelos en clase económica mientras que la primera dama, alguien que no ha corrido con la misma suerte, sea transportada en aeronaves de la Fuerza Pública? Y sobre todo, ¿Por qué Petro ignora estas situaciones? Carece de sentido que la Constitución aplique para esposas, pero no para mujeres afrodescendientes. Desde allí empieza el problema. Y estos hechos que nombro son solo la punta del Iceberg.
Si desde la cabeza de la Rama Ejecutiva se actuara con unanimidad, es probable que casos como el de la Ministra Vélez y su ex viceministra Ruiz no se usaran como una estrategia política para esconderle una realidad al país: quedan pocas reservas de gas, y estas no darán abasto para el 2042. De lo contrario, ¿por qué la necesidad de armar un show mediático en torno a un conflicto laboral si no es más que para desviar la atención de la gente? Dentro de pocos días se presentará una moción de censura en contra de la actual Ministra, pero seguimos sin conocer cuáles son las cifras verdaderas de este informe.
Y así podría seguir nombrando algunas irregularidades que se han observado en los últimos meses, pero en el fondo estos hechos solo demuestran la poca conciencia que tenemos las mujeres del papel que desempeñamos en la sociedad y en el “gobierno del cambio”. Tal vez la muerte de más de doscientas mujeres inocentes generen el cambio que el país realmente necesita.
Lauren Chonps
Felicitaciones Juliana. Claro análisis de la situación de la mujer en Colombia. Lástima que los gobernantes sean insensibles y que todo lo negativo que nos sucede les resbale. Lo importante es seguir denunciando…muchos leemos y aclara aún más nuestro criterio. Gracias. Abrazos.