Mediante diferentes acciones de control y vigilancia, y un Esquema de Reconocimiento Forestal, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá le apuesta a un manejo sostenible del recurso maderero en el territorio, logrando una articulación entre las empresas, la ciudadanía y los municipios para su cuidado.
¿Has visto los tapetes de hojas de árboles que se forman sobre el asfalto?, ¿hay algún árbol o calle con árboles por la que te guste transitar o que te recuerde una etapa de tu vida?, ¿has notado la presencia o ausencia de árboles en tu barrio? Que estés leyendo este artículo es regalarte unos minutos para pensar y hacer conciencia de los árboles, para abrazarlos en el recuerdo o con la mirada, si es que, al alzarla ves uno; así como para conocer qué pasa con la madera que transita por la zona urbana de los 10 municipios del Valle de Aburrá y cómo el Área Metropolitana, articulada con las alcaldías, vela por el buen manejo del recurso forestal, en el que tu ayuda también es fundamental.
“Los árboles son los seres más maravillosos del planeta, son sintientes, pensantes, lo que pasa es que es otro tipo de pensamiento o de forma de vida que no comprendemos porque lo desconocemos, y yo pienso que la ciencia todavía está por descubrir mucho en relación con esas combinaciones en las que además de ser protectores, generadores de vida, que albergan y le dan sustento a muchas especies, los árboles también son proveedores de bienes y servicios ambientales, para los demás seres vivos, para el suelo, para el agua, para la calidad del aire, para la reducción de las islas de calor, para embellecer el paisaje, para mejorar esos aspectos espirituales de las personas… O sea, un árbol yo lo considero un ser esencial para nosotros; y en términos científicos, los árboles hacen parte de la biodiversidad, los árboles conforman ecosistemas ecológicos donde se generan unos flujos biológicos y químicos», describe Claudia Hoyos Estrada, ingeniera forestal y magister en ciencias, bosques y conservación ambiental de la Universidad Nacional, sede de Medellín, quien además trabaja en el Área Metropolitana desde hace alrededor de 16 años.
Los árboles también hacen parte de nuestra vida citadina y su presencia en las zonas urbanas de los municipios trae grandes beneficios para la calidad de vida de sus habitantes. Según un artículo titulado Siete grandes beneficios de los árboles urbanos de la ONU Hábitat, la presencia de los árboles en las ciudades es como si se tratara de unos filtros que atrapan en sus hojas y cortezas contaminantes que están en el aire, cuando se trata de árboles maduros estos podrían atrapar 150 kg de gases por año; también menciona que permiten enfriar el aire entre 2 a 8 centígrados, y que una ubicación estratégica de los mismos podría contribuir a la disminución de la necesidad de aire acondicionado en las casas aledañas a estos en un 30%; además, señala que su presencia promueve el aumento de la biodiversidad urbana, ya que proporcionan un hábitat, alimentos y refugio a los animales y plantas. En este sentido, además de embellecer los paisajes y contribuir a la disminución del estrés, señala la Organización que, les permite a las zonas urbanas adaptarse ante el cambio climático, reducir el riesgo de desastres y conservar los ecosistemas.
¿Qué es la gobernanza forestal?
Teniendo en cuenta todo esto, ¿qué es un árbol?, según explica la ingeniera Hoyos, “normalmente los árboles son especies leñosas, uno diferencia un árbol de un arbusto, de una hierva, de una planta, porque el árbol tiene un tronco leñoso y el tronco leñoso significa que tiene una serie de tejidos especiales, que tiene diferentes componentes, que le permiten crecer. El árbol conecta el suelo con la atmósfera, entonces es un ser que interactúa con ambos, por eso es tan bonito y valioso; entre ellos también se comunican a través de las raíces y a través de ciertas manifestaciones, porque ellos pueden expedir ciertas sustancias, entonces el árbol no se podría concebir como solo sino en comunidad».
Esto demuestra la importancia de los árboles tanto para la ciudadanía como para los ecosistemas, por eso es que el Área Metropolitana del Valle de Aburrá vela por ellos desde diferentes enfoques, uno de ellos es mediante la Gobernanza Forestal, que se trabaja desde la Unidad de Control y Vigilancia de la Entidad. Los árboles además de ofrecer servicios ecosistémicos también son la materia prima para la fabricación de mobiliarios y papelería, entre otros objetos comerciales, en este proceso intervienen diferentes actores y de no hacerse un adecuado manejo de los recursos forestales las consecuencias ambientales serían casi irreparables, por eso surge la necesidad de involucrar a todos los actores dentro de esta cadena de producción: al Estado, a la ciudadanía y a las autoridades ambientales, de ahí la importancia de la gobernabilidad.
“El objetivo esencial de la gobernanza forestal es garantizar el uso sostenible del recurso forestal, esto significa muchas cosas, uso sostenible es saber aprovechar legalmente, saber utilizar con todo lo que eso implica. Ese uso sostenible se tiene que garantizar desde el sitio de aprovechamiento hasta el consumo, el aprovechamiento obviamente se da en las zonas rurales, que es donde están los bosques, pero la transformación y el consumo normalmente se da en los centros poblados, Medellín es un centro importante en eso. Entonces, nosotros digamos que somos el último eslabón en la cadena de la producción forestal, y por eso estamos aquí, por eso hacemos parte de todo lo que es la gobernanza forestal», explica Eugenio Gaviria, ingeniero forestal, quien trabaja en la Entidad desde hace 26 años.
Desde el 2016 el Área Metropolitana del Valle de Aburrá, en desarrollo del Decreto 1076 de 2015, busca el aprovechamiento legal y responsable de los productos forestales, principalmente maderables en el territorio, mediante actividades educativas, de inspección y de acompañamiento pedagógico a la comunidad y a las industrias forestales.
Si bien en la zona urbana de los 10 municipios no hay bosques, en estos centros poblados es en los que se transforma la madera en productos para el consumidor final, por eso, durante estos años se ha ido fortaleciendo la articulación entre la Entidad con las administraciones de los municipios de Barbosa, Copacabana, Girardota, Bello, Medellín, Itagüí, Envigado, Sabaneta, La Estrella y Caldas, así como con las instituciones de orden departamental y nacional que también le apuestan a la cultura ambiental y a la conservación de los ecosistemas, lo que ha impulsado un mayor control y una respuesta rápida ante posibles casos de ilegalidad, pero también a generar un acompañamiento cercano a las empresas que se presentan con la iniciativa de mejorar sus procesos tanto administrativos como industriales.
“Como Área Metropolitana sabemos muy bien qué es la flora, es todo el mundo vegetal que está en los bosques: los árboles, los musgos, los hongos, los líquenes, los helechos, todo cuanto rastrojo hay, todo eso es flora, y las flores como parte de la planta completa. Ahora, dentro del recurso flora o recurso forestal, que también se conoce así, tenemos la flora maderable, es decir la madera, que básicamente son los árboles. Nosotros controlamos principalmente la madera», aclara Gaviria.
¿Cómo se hace el control y vigilancia a la industria forestal en el Valle de Aburrá?
Para lograr un adecuado control y vigilancia de este recurso, el equipo de Gobernanza Forestal desempeña las siguientes acciones:
- Visita a las industrias forestales: consiste en un censo e identificación de industrias y de la socialización hacia ellas de los aspectos que la norma contempla en los 10 municipios del Valle de Aburrá. Así como la atención a solicitudes que se hacen en el Sistema de Información Metropolitano y el acompañamiento para la revisión de los informes de gestión de estas industrias.
- Operativos de gobernanza forestal y movilización de madera: se hacen de manera articulada entre el Área Metropolitana y la fuerza pública especializada, con el fin de realizar control sobre vías principales, donde se inspeccionan los vehículos que ingresan y salen de los 10 municipios del Valle de Aburrá, verificando estado, tipo, cantidad y destino del producto maderable transportado; y se confirma que la información sea correspondiente a la autorizado en el salvoconducto que se tramita previamente.
- Educación ambiental: durante todo el año los funcionarios realizan operativos de control en el Valle de Aburrá, según la temporada del año como Feria de Flores, Semana Santa y Navidad, con los que se busca sensibilizar a los visitantes y comerciantes sobre la importancia, cuidado y conservación que se debe tener con la flora y fauna silvestre, además de vigilar que los productos de la actividad comercial y expositiva de esas temporadas, y en general, no sea flora extraída de los bosques regionales protegidos.
- Centro de Atención y Valoración de Flora (CAVF): es el espacio donde se deposita transitoriamente la madera o recursos forestales incautados para luego proceder a su disposición final.
Para comprender mejor el público al que están dirigidas la mayoría de estas acciones, es importante tener en cuenta que hay muchos tipos de industrias forestales, hay unas empresas que tienen una obligación de llevar un libro contable que deben presentar al Área Metropolitana del Valle de Aburrá, que como se ha descrito anteriormente es la autoridad ambiental en la zona urbana sobre el manejo de este recurso.
Las empresas de los 10 municipios obligadas a presentar este recurso suman alrededor de 350. Pero, en nuestro territorio hay un gran número de empresas que también trabajan con productos forestales, que no tienen esa obligación, pero a las que también se les hace control porque igual están comercializando productos forestales, estas suman más de 1200.
“En el Valle de Aburrá hay básicamente dos tipologías grandes de industrias: la comercialización y la transformación. La comercialización agrupa a aquellos que compran madera que viene de otras regiones y la venden, son bodegas de compraventa de maderas, y la mayoría de la madera la mueven ellos; y los de transformación, son los que adquieren esos productos para producir diversas cosas, en eso hay: mueblerías, casas prefabricadas, incluso industria papelera, fabricación de muebles, cocinas, techos, construcción, todo eso», precisa el ingeniero Gaviria.
La madera que llega o pasa por nuestro valle viene del nordeste del Urabá y Chocó, principalmente. La que se queda en el territorio es utilizada para dos fines específicos: compraventa de madera en bruto, transformación y comercialización de productos madereros.
“Hay normas de carácter administrativo y de carácter penal, nosotros no somos una entidad de policiva sino de administrativa y tenemos unas funciones en ese sentido, entonces nosotros ejercemos control, aplicamos las normas en temas ambientales de manera administrativa, eso qué significa, que podemos llegar incluso hasta poner multas y sanciones como cierre de actividades, suspensiones, etc., pero no vamos más allá de eso, entonces nos apoyamos de la policía, de la Fiscalía y de otros órganos ya judiciales para que ellos por su parte también apliquen las normas, entonces el ciudadano que infringe una norma en materia ambiental no solo traerá sanciones administrativas sino también policivas, por eso trabajamos juntos», explica el ingeniero Gaviria.
¿De qué se trata el uso sostenible del recurso forestal?
Como hemos visto hasta acá los árboles, además de ser unos seres esenciales para la vida, son también la materia prima para objetos de uso diario como lo son los cuadernos, los libros impresos, la construcción y algunos medicamentos, lo que nos indica que es también un gran sector económico que como todo, se mueve por la demanda, que nosotros como consumidores provocamos, por eso conocer la procedencia de lo que compramos es importante para lograr una explotación responsable del recurso forestal, que en efecto no se da en la zona urbana en la que habitamos pero que sí se da en otras regiones, cuyo impacto negativo termina afectando también nuestros territorios.
“Hay unas técnicas y unas prácticas que permiten un aprovechamiento razonable, de tal forma que yo pueda sacar del bosque anualmente lo que el mismo bosque crece en ese año. Si yo saco lo que el bosque crece, estoy manteniendo el bosque sin acabar con él. El deber ser sería ese, que yo saque lo que el bosque me da, o sea, yo me como el huevo de la gallina, pero no mato la gallina, ese es el deber ser. A eso le apunta hacer un aprovechamiento sostenible del bosque. En ese principio está basado todo el control, debe haber un control en el sitio de extracción para garantizar eso, y ese control se debe reflejar hasta el consumidor, porque como dice el dicho: ‘Mientras haya quién compre hay quién venda’. Entonces, si la ciudadanía exige mucho, si la demanda es muy alta, eso propicia una sobreexplotación», precisa el ingeniero Gaviria.
Según explica este experto del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, el problema no es solo que la especie de árbol sobre explotada se agote, sino también el impacto que genera en la ecosistema en el que estaba y en la estabilidad económica de las familias aledañas a estos espacios naturales, pues continúa “hay una consecuencia muy seria y es el empobrecimiento de las poblaciones porque le implica al campesino desplazarse mucho tiempo, gastar mucho más para encontrar el árbol que antes tenía al lado de su casa y con el que sostenía a su familia, para ganar menos, entonces esa degradación de los bosques se traduce en pobreza, sencillamente».
¿Qué pasa con los árboles en la zona urbana?
Ahora, pensemos en la tala de árboles en la zona urbana, según explican los profesionales del Área Metropolitana, la tala de árboles no se da por búsqueda de madera para vender o para resolver una necesidad básica, como es el caso de las zonas rurales, se da por transformaciones urbanas, porque puede poner en riesgo a alguna comunidad o por falta de desconocimiento sobre su importancia para la vida citadina.
“Nos llegan solicitudes de tala de árboles por la hojarasca que a veces tapona los desagües o por la basura que ocasiona, razones que se pueden suplir con un mantenimiento adecuado y con procesos de limpieza, sin necesidad de talar el árbol. Hay quienes también solicitan la tala por diferentes razones como: porque les tapa la fachada del negocio; por temas de seguridad; porque tapa la iluminación; porque hay contacto con redes eléctricas; porque puede generar inseguridad; porque quieren abrir un garaje o ampliar su negocio… Entonces hay que ver en qué situaciones aplica cuál y en dónde acudir», explica Juan Carlos Mejía, ingeniero forestal e integrante de la Unidad de Control y Vigilancia del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
Las solicitudes que llegan a la Entidad de poda o tala son revisadas por un técnico quien define si es viable o no, teniendo en cuenta aspectos ambientales y sociales. En ocasiones, cuando la solicitud es rechazada algunos ciudadanos optan por matar lentamente el árbol hasta que no quede más remedio que talarlo, utilizando métodos como el anillamiento que consiste en hacer círculos el rededor del tronco cortando los conductos internos del árbol por los cuales pasa sus nutrientes o con venenos o simplemente talándolo pese a la no autorización.
“Cuando este tipo de cosas pasan, se hace un informe y se pasa al área jurídica y al comité de multas, donde se empieza un proceso sancionatorio. A veces cuando los talan, los ciudadanos dicen que no había tal árbol, pero ahora hay muchas aplicaciones que muestran los registros históricos fotográficos y se evidencia cómo el árbol efectivamente estaba ahí», agrega Mejía.
Ahora, ¿qué pasa con la madera que es incautada porque no cuenta con una procedencia legal? Se da lo que se conoce como la disposición final, para lo cual el Área Metropolitana del Valle de Aburrá definió un espacio llamado el Centro de Atención y Valoración Forestal (CAVF), donde es almacenada dicha madera hasta que se define qué se hará con ella, una vez la madera es decomisada se inicia un procesos legal, en el cual el presunto dueño puede demostrar que su madera es legal; pero si la persona no logra demostrarlo se da un decomiso definitivo y pasa a ser propiedad de la autoridad ambiental.
“El Área se queda con esa madera, pero obviamente no la puede guardar eternamente, entonces hay que buscar una alternativa de qué hacer con ella; para la disposición final se entrega a una entidad oficial que la necesite, a veces la Policía nos dice ‘vea, necesitamos madera para construir galpones, establos, trincheras, entre otros’; entonces se evalúa si la que tenemos les sirve y se la llevan. Pero, también hay madera que ya no sirve para nada, o que a nadie le interesa porque está vieja, porque está torcida, porque ya se empezó a podrir y no sirve; esa se destruye y se utiliza para abono y para otras cosas, no se quema porque la ley establece que no es deseable generar esa cantidad de emisiones», aclara el ingeniero Gaviria.
En este punto, valdría la pena preguntarse ¿de quién son los árboles? Ya hemos visto que un árbol tanto en la zona urbana como en la rural no se debe cortar solo por decisión personal o porque a alguien la perece que es lo mejor, sino que hay todo un protocolo. En la zona urbana, si la tala o poda es en un espacio privado, eso le corresponde al dueño de la propiedad; si es en un espacio público le corresponde a Empresas Varias, y si es una solicitud por contacto con luminarias o redes eléctricas le corresponde a EPM; pero, todo debe llevarse a cabo luego de presentar una solicitud.
“Hay mucha gente que dice que los árboles son de todos y no, los árboles no son de todos, son del dueño del predio donde esté el árbol, pero ese árbol produce algo que es de todos, que es el oxígeno, es porque es un bien ambiental, es un bien privado, pero tiene una función ambiental, por ejemplo, el agua es de todos, el aire es de todos, pero los árboles no son de todos, son del dueño, entonces no todos los recursos naturales son de todos. Pero, el hecho de que sean del dueño no quiere decir que puede actuar libremente, el árbol es de propiedad privada, pero lo administra el Estado», puntualiza el ingeniero Gaviria.
Así funciona el Esquema de Reconocimiento Forestal
Aunque hay empresas que pasan por alto la legalidad de sus procesos, así como la sostenibilidad ambiental de los mismos, también hay empresas que se esfuerzan por hacer de sus procesos unos que además de legales buscan el aprovechamiento del recurso forestal, que se traduce finalmente en menos tala y más productividad. Es por eso por lo que desde el 2018, junto al Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, surgió el Esquema de Reconocimiento Forestal, el cual fue adoptado por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá como un compromiso establecido en el Pacto Intersectorial por la Madera Legal en Colombia – PIMLC y los Acuerdos Departamentales por la Madera Legal. El cual busca destacar a las empresas que, además de cumplir lo que les pide la norma (Decreto 1076 de 2015), también garanticen el uso sostenible del recurso forestal, mediante la evaluación de aspectos como:
- Legalidad en la adquisición de productos forestales.
- Libro de Operaciones Forestales registrado y diligenciado con todos los requisitos exigidos por la ley.
- Presentación del informe anual de actividades.
- Legalidad en la venta de productos forestales en primer grado de transformación.
- Separación y marcación por especies y productos.
- Aprovechamiento de desperdicios del proceso de transformación.
- Aplicación de buenas prácticas en seguridad industrial, señalización y demarcación.
- Buenas prácticas de almacenamiento y secado.
“Esto se hace con el fin de motivar a las empresas a que no se queden con el mero cumplimiento de la norma, pues cumplir la norma no garantiza que haya un mejoramiento en la productividad, ni un mejoramiento en la sostenibilidad del uso del recurso. ¿Qué es lo que buscamos?, que el recurso se use de manera eficiente y sostenible, lo cual se ve reflejado en cosas tan sencillas como la modernización de equipos. Por ejemplo, una sierra vieja, una sierra gastada puede hacer una brecha muy ancha en un corte, entonces está consumiendo dos o tres veces más de lo que consume una sierra nueva, madera que se pierde, así de simple, es plata que pierde esa empresa, es producto forestal, son árboles convertidos en aserrín, pero si vos tienes una sierra calibrada con un buen corte la producción de aserrín es bajita, entonces estás perdiendo menos material, estás utilizando menos bosque porque el aserrín es bosque», explica el ingeniero Gaviria.
Según la evaluación final que obtengan estas empresas, se les asigna un puntaje que los posiciona dentro de una las cinco categorías, que van desde plata hasta diamante, y se les otorga o no un reconocimiento, que además de garantizar las buenas prácticas para el medio ambiente y dar parte de tranquilidad al consumidor sobre la procedencia de los productos, también promueve para las empresas una postulación destacada dentro de licitaciones públicas o contratos con empresas privadas, entre otros incentivos.
“Lo más importante es que se está logrando la comunicación entre el productor del bosque y el representante legal de la industria forestal ya que contamos con el apoyo del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible. Acá tenemos una industria forestal que incluso exporta. Los productores están muy contentos porque se está eliminando el intermediario que muchas veces es el que más ganancias está sacando de este proceso. Las empresas que tenemos aquí tienen gente muy inquieta, muy pilosa, entonces hemos logrado tal cercanía que si presentan alguna dificultad tienen contacto directo con nosotros y con el Ministerio», explica el ingeniero Mejía.
Toda esta estrategia de articulación ha convertido al AMVA en un ejemplo de diálogo tanto con quien extrae el material del bosque como con quien lo transforma, eliminando en muchos casos los intermediarios, además, de ofrecerles capacitaciones y acompañamiento para optimizar sus procesos. Es por esto por lo que se proyecta como una estrategia pionera en el país.
En junio de 2021 se llevó a cabo la segunda versión de este reconocimiento que destacó a nueve empresas en la categoría oro, las cuales fueron: Enmarco Molduras SAS, en el municipio de Caldas; Industria de Maderas El Líder, Maderas y Estibas Nancy Osorio, Aserrío El Rolo SAS y Antonio Cardona Ramírez SAS, todas de Copacabana; así como Maderas y Molduras Los Franco, Aserrío Martínez SAS, Depósito de Madera Cepillo y Aserríos el Zapán, de Medellín. Se espera que para el primer trimestre de 2022 se les otorgue el reconocimiento a 21 empresas en las diversas categorías.
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