“Gaviria no tiene antecedentes de corrupción, tampoco de ser politiquero ni clientelista; tampoco llega a esta contienda electoral como el candidato de alguien o interpuesto por tercera persona”.
Esta semana se empezó a calentar la carrera por la campaña presidencial con el anuncio de la candidatura de Alejandro Gaviria. El ahora ex rector de la Universidad de Los Andes decidió renunciar para recoger firmas que le den impulso a su campaña “Colombia tiene futuro”.
Esta misma semana, Federico Gutiérrez también dijo que sería candidato presidencial por firmas. Óscar Iván Zuluaga anunció su precandidatura, que se suma a la de María Fernanda Cabal por parte del Centro Democrático y a los ya aspirantes Gustavo Petro, Sergio Fajardo, Jorge Robledo, Enrique Peñalosa, Juan Carlos Echeverry, Mauricio Cárdenas y Rodolfo Hernández. Aún es pronto para saber cuáles de todos estos nombres llegarán a la primera vuelta. Hay similitudes entre varios de estos. En los próximos meses harán sondeos y medirán fuerzas. Varios de los candidatos terminarán apoyando, al que, en teoría, se vea más fuerte.
No es un secreto. Hay tres vertientes: la de la izquierda. El favorito es Petro; la Coalición de la Esperanza, el recién llegado Gaviria parte con ventaja; y finalmente está la derecha, que recoge a conservadores y miembros del Centro Democrático pero que a la fecha no tiene un candidato fuerte y mucho menos cuenta con una agenda alineada con lo que necesita el país, como lo mencionó Alejandro Gaviria la semana pasada en una entrevista con RCN (ver).
El país debe salir de esta polarización en la que llevamos sumergidos desde el 2014 con la reelección de Santos y que se agudizó con el gobierno de Duque. Acierta Gaviria al abanderar lo que él mismo llama una “campaña unificadora” que ni Petro ni el Centro Democrático pueden representar. Necesitamos un presidente que cohesione y que pueda tener interlocución con distintos sectores pero que a la vez genere credibilidad, respeto y que conozca al país.
Si bien apenas está iniciando la campaña presidencial, Gaviria es el que mejor encarna ese perfil. Goza de buen nombre y prestigio en todos los sectores. Siendo rector de Los Andes, Petro le ofreció la candidatura de su movimiento a la Alcaldía de Bogotá, así como ser su fórmula vicepresidencial; fue ministro de Salud de Santos; y subdirector del Departamento Nacional de Planeación en el primer periodo presidencial de Uribe. Los “verdes” y el partido “Liberal”, desde hace rato le venían coqueteando para que se lanzara a la presidencia, así como intelectuales y empresarios.
Gaviria no tiene antecedentes de corrupción, tampoco de ser politiquero ni clientelista; tampoco llega a esta contienda electoral como el candidato de alguien o interpuesto por tercera persona. Llega con autonomía, independencia y con el entusiasmo de hacer una campaña alegre, limpia y “unificadora”; pero, sobre todo, llega a darle altura a un debate en el que entra pisando fuerte y que llena de ilusión y esperanza.
Va a ser muy difícil que sus contradictores políticos lo ataquen después de que casi todos le coquetearon para que se uniera a sus causas. Pueden cuestionar su estado de salud, como en su momento le pasó a Mockus, en vista de que tuvo cáncer; sin embargo, un parte de su salud, la dio su propio oncólogo. Gaviria le preguntó si era riesgoso para su salud lanzarse a la presidencia por el estrés que esto conlleva y este de inmediato le respondió que, si se lanzaba, votaba por él.
Independiente de cómo se desenvuelva la carrera a la presidencia, para la que faltan nueve meses para la primera vuelta, de lo que no hay duda, es que, con Gaviria, Colombia tiene un candidato de lujo para tener en cuenta.
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