Gabriel Roldán Pérez

De niño y ya en la adolescencia, estamos hablando de la década de los años 80, veía llegar a la semana santa y a las festividades navideñas y de año nuevo a muchos personajes con apellidos de alguna alcurnia en esa reducida sociedad entrerrieña que para la época no alcanzaba a sumar las seis mil almas. Muchos, sabía uno, habían nacido en el pueblo y dado que no había posibilidades de hacer una secundaria, se internaban en seminarios; muchos se ordenaron de sacerdotes, otros, después de resolver su tema académico, se aventuraban en otras actividades que de alguna manera los iban alejando del territorio y hasta de sus familias, y eso sí, buscaban su realización personal, esa misma que hace dos décadas comenzaron a llamar los sicólogos, “el proyecto de vida”.
Por mi tradicional calle Guanteros pasaba una pareja de esposos. Me sorprendía su elegancia y la amabilidad con que saludaban a mi madre y a mis tíos que también nos frecuentaban. Es que en la calle que cruza, vivían don Rafael Roldán y doña Paz Pérez, quienes eran los padres del protagonista de esta columna, el doctor Gabriel Roldán Pérez, que aquí haciendo cálculos según la matemática de coquito, tenía (o se había gastado) 42, a lo máximo 43 años. De él, sí supe su nombre de inmediato, pero de su esposa, me demoré otras décadas para saber que respondía al armónico nombre de Aura Inés Ossa.
En las procesiones y ritos de la semana mayor, hacía presencia la pareja y yo sí advertía que se robaban las miradas: sería por esa misma elegancia que ya describí o sus modales; sería por la manera de responder a los saludos o de vestir…algo los hacía muy diferentes al común de los feligreses.
Para acortar caminos o “irme por el desecho” como decían nuestros arrieros, tuve la fortuna de contar con el doctor Gabriel como Invitado especial a un espacio institucional de la Secretaría de Educación y Cultura de Entrerríos y que llamamos “Tertulia Intergeneracional”, esa misma  que busca que las distintas generaciones se junten, pregunten, respondan y compartan experiencias para entender que detrás de los éxitos siempre hay riesgos, fracasos, sacrificios y que son la disciplina y la constancia las que terminan superando al talento en la procura de la conquista de metas personales y profesionales.
El doctor Gabriel después de ser biólogo, se embarcó en una especialización de esas que resultan siendo medio exóticas: la Limnología. Esa rama de la ecología se dedica al estudio de los ecosistemas acuáticos continentales, como lagos, ríos, humedales y embalses; así entonces nuestro paisano investiga la calidad del agua, la biodiversidad acuática, los procesos ecológicos y el impacto humano en estos ecosistemas y en virtud de ello, universidades con la de Antioquia, la de Caldas, la Católica de Oriente, contaron con el destacado profesional. Por el mundo, el Instituto de Investigaciones Marinas Punta Betín, la Universidad de Kassel en Alemania también registraron el aporte de Roldán. Su estadía en Alemania le exigió, aprender su idioma, aventura a la que pocos se le apuntan a los 40 años, cuando, como decimos coloquialmente, ya uno no se cocina con el primer hervorcito.
Consiente de que el conocimiento adquirido, hay que dejarlo a las generaciones venideras, el doctor Gabriel escribió cualquier cantidad de libros académicos sobre el tema que domina y le apasiona, además surtió revistas científicas con aportes muy significativos que le merecieron el reconocimiento de quienes a ellos acudieron para avanzar en sus estudios e investigaciones.
La cereza del pastel en la brillante carrera profesional la puso la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, que le asignó una silla como Miembro Correspondiente en 1999, Miembro de número, silla 56 en 2016 y Miembro Honorario en 2022; ya Colciencias como Investigador Emérito en 2018 también lo había distinguido.
Capítulo aparte merece su esposa, la señora Aura Inés. Sospechaba yo y lo confirmé en la entrevista, que ella había jugado un papel importante pues lo ha acompañado por los cinco continentes a participar en seminarios y dictar conferencias. Siempre y a todas partes lo hacen juntos. Cuando él se sienta en su estudio allá en su casa de Fizebad a producir contenidos académicos y científicos, ella le procura un ambiente sosegado, tranquilo y amable, pues entiende que los cinco sentidos, sin peligro de desconcentración, son el mejor insumo para que “su amor” se luzca con sus escritos.
“A mi esposa Aura Inés y a mis hijos José Fernando y Juan Camilo, quienes me han acompañado a lo largo de todo el camino de mi vida personal y profesional”, se lee en la dedicatoria del libro autobiográfico “Entre Ríos, una vida dedicada a la ciencia” que nos presentó el doctor Gabriel Roldán Pérez y cuya iniciativa partió de sus parientes Germán y Andrés Roldán y del siquiatra Ramón Lopera Pérez. Tal dedicatoria solo evidencia el valor que nuestro contertulio le da a la Familia y de paso pone  la gratitud, como valor personal al que se honra siempre.
De mi parte, agradezco la generosidad y disposición de Gabriel Roldán y Aura Inés. Sacrificaron la tranquila estadía en su casa para atender esta invitación a compartir sus vivencias con sus paisanos. Mucho demoraremos en recoger las semillas que sembraron en aquella agradable Tertulia.
No dejo de escribir, hasta no agradecer a Rafael Roldán Ruíz… su apoyo en muchos sentidos, facilitó esta Tertulia Intergeneracional.

Norman Mesa Lopera

Comunicador Social de la Católica del Norte Fundación Universitaria. Activista de la cooperación como herramienta de crecimiento social y observador apasionado de la política. Las discusiones las termino con un silencio reflexivo.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.