«La eficacia en la gestión pública se alcanza cuando se prioriza el bienestar colectivo y se administra con transparencia, responsabilidad y equidad.»
La gestión de recursos ha sido un tema de intensa y frecuente discusión en Colombia, especialmente en el ámbito de la administración pública, para nadie es un secreto que el país enfrenta retos significativos en este sentido, y se hace relevante abordarlos de manera eficiente y equitativa para garantizar un desarrollo productivo y sostenible.
Uno de los principales problemas que enfrenta la administración pública es la ineficiencia y la falta de transparencia en la gestión de recursos públicos. Durante décadas, el país ha sido testigo de cientos de casos de corrupción, desvío de recursos, falta de ejecución presupuestal y los malos manejos que se le dan al recurso destinado a programas sociales, infraestructura y desarrollo social; esta situación no solo afecta la confianza y la credibilidad en nuestras instituciones públicas, sino que también tiene una consecuencia directa en la calidad de vida de los colombianos.
En este sentido, se hace necesario realizar un cambio estructural y profundo en la forma en la que se gestionan los recursos públicos en Colombia, esto requiere no solo medidas punitivas contra los responsables e indiciados en actos de corrupción y mala gestión de recursos, sino también reformas de fondo que fortalezcan los mecanismos de control y supervisión, la transparencia y la rendición de cuentas en los territorios; estos deben convertirse en pilares fundamentales de la administración pública.
Si observamos el panorama colombiano y lo relacionamos con la gestión de recursos, se evidencia que la administración pública ha tenido falencias, que el sistema burocrático no es funcional y que la falta de participación ciudadana de cierta manera, permite que los oportunistas, inescrupulosos aprovechen esas carencias para administrar de manera errónea los recursos y el erario de los colombianos.
Así como determinamos que una de las rupturas que se tiene en los territorios es la falta de participación ciudadana, como también la ética y transparencia de los funcionarios y servidores públicos, hay que rescatar que la Función pública ha realizado avances para mitigar este fenómeno, como por ejemplo los programas de modernización administrativa, nuevos y mejorados sistemas de monitoreo y evaluación, y el fortalecimiento de nuestras instituciones públicas, estos son esfuerzos que se han realizado para mejorar la eficiencia y la gestión de recursos, aunque hay que admitirlo; en algunos casos no son suficientes los esfuerzos y se hace evidente que queda mucho por hacer.
Sinceramente el verdadero desafío que existe, radica en generar nuevas propuestas y el de eliminar ese paradigma que existe en el cual se afirma que es imposible que exista la cultura de transparencia, ética y eficiencia en Colombia. Si bien, tenemos una historia compleja, en la cual se ha forjado en algunos colombianos un ideal errado de cómo deberían hacerse las cosas, me refiero a que en el territorio nacional, en algunos ciudadanos existe lamentablemente la mentalidad del individualismo, en el cual se plasma la faceta de pasar por encima de los derechos y garantías de los demás para obtener un interés particular, en donde prima el interés propio que el particular, este es uno de los retos más complejos a superar, pero la solución posiblemente a esta problemática sea la educación, la equidad y la transformación desde nuestros hogares, empezando a difundir ideales, valores y principios acordes a una realidad que si bien genera desafíos, no es imposible de alcanzar.
Otro aspecto a considerar es que existe una necesidad de generar este debate y hacernos la pregunta ¿si realmente la administración pública cumple con su finalidad de generar valor público con principios en donde debe primar la ética y la moral en la gestión eficiente de recursos?.
También es muy importante generar conciencia de las consecuencias que existen y que se derivan de una inadecuada administración de recursos, Colombia ha visto en primera persona el efecto tan negativo en términos de un carente desarrollo, poco crecimiento económico y productivo y falta de infraestructura entre otros efectos que lo único que la corrupción e inoperancia de recursos ha hecho, es aumentar y/o abrir más las brechas en términos de pobreza, educación, salud y sostenibilidad territorial, estos son los crímenes que la función pública ha perpetuado y lo peor del caso es que muchos solo son recordados como la injerencia del estado y la impunidad hacia sus ejecutores.
Esto es un llamado a la acción, a la organización civil, a que cambiemos la forma de pensar y que se busque conjuntamente una solución que minimice en gran parte la decadencia de moral, ética, transparencia y educación en los funcionarios públicos, ellos que tienen la responsabilidad de garantizar una gestión de recursos adecuada, y que ayude al desarrollo del territorio colombiano.
Tampoco es solo dejarle la responsabilidad a los políticos y funcionarios públicos, la responsabilidad es de todos y todas, de que se permita el correcto desarrollo y destinación de recursos la respuesta es fácil y clara se trata del simple hecho de que hay que integrarnos más, participar en lo público o en pocas palabras, la solución está en la participación ciudadana.
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