El nuevo ambiente en que se desarrolla socialmente un estudiante de primer año le hace cuestionar muchas cosas sobre su persona. Un primerizo será el primero en un laberinto de personas, cuyo reto desembocará en el autoconocimiento y toma de decisiones que lo forjen como profesional, pero también como persona. Una persona con la habilidad y pasión para cambiar el mundo a través de su carrera.
El lenguaje es infinito y así como hay acentos, también hay palabras que cambian su significado según donde el hablante las emplee. En el Perú, utilizamos la palabra “cachimbo” para referirnos a los nuevos ingresantes de una universidad, los novatos de una institución que los prepara para la vida.
En mi primer año de universidad muchas personas se referían a mí con tal término: “… ah, eres cachimbo todavía”, “…allí viene el cachimbito”, etc. Ser cachimbo implica adentrarse en una nueva etapa: la universitaria. Un estudiante universitario goza de más libertad, a cambio, tiene que hacerse responsable de sus actos “libres” y actuar en consecuencia. Por otra parte, está el “choque social” que atraviesan en la universidad. Las personas ya cargan un pasado, tienen parte de su personalidad desarrollada y una línea de pensamiento distinta a la suya.
Un cachimbo también tiene que aceptar que las personas son distintas y que su forma de ser obedece al modo en que fueron educados tanto en la escuela como en su familia. Somos personas que arrastramos patrones de conducta de quienes nos rodean y en la universidad nos rodea mucho tipo de gente. Entonces, ¿cómo tocará comportarse? El hecho de abrir nuestra mente aplica para observar lo que otros piensan, no para interiorizarlo ni para suprimir nuestra forma de ser. Con esto quiero decir que, un cachimbo se conoce más a sí mismo cuando se da cuenta de que su comportamiento no siempre se ajusta al del resto y lo más curioso ocurre cuando se haya en la potestad de elegir con quién juntarse y comportarse en su forma más verdadera. En ese sentido, escoger amigos en la universidad ahora es un asunto más serio si es que no se sabe estar solo.
Para quienes son primerizos existe una vida “ideal” en la universidad. Es en los primeros días cuando ocurren las primeras impresiones: las clases con el maestro perfecto, las fiestas desmedidas, los festivales universitarios, etc. Un cachimbo puede estar experimentando justo ahora una rica vida universitaria, tan variada, exquisita y versátil, pero, cuando entienda el pesar de la rutina y acepte la finalidad justa que lleva consigo, dejará de asombrarse con la misma intensidad que las primeras veces que, como toda primera vez, es inefable.
Ser un cachimbo implica poseer un espíritu de asombro, ser capaz de detener el tiempo para contemplar la infinitud de cosas que posee una universidad. El nuevo ambiente en que se desarrolla socialmente un estudiante de primer año le hace cuestionar muchas cosas sobre su persona. En ese contexto, un primerizo será el primero en un laberinto de personas, cuyo reto desembocará en el autoconocimiento y toma de decisiones que lo forjen como profesional, pero también como persona. Una persona con la habilidad y pasión para cambiar el mundo a través de su carrera.
A nadie le enseñan cómo empezar en la universidad, hay que adaptarse a los horarios, a un estilo de enseñanza, a las exigencias académicas y lineamientos que nos dan el título de ser universitarios. Por eso vale la pena rescatar el aprendizaje continuo del que formamos parte, sobre todo cuando hablamos de los cachimbos, quienes deben enfrentarse a una parte de la realidad que no siempre resulta tal cual la pintan en redes sociales. Como principiantes deben desarrollar la determinación para valerse por sí mismos, conocerse y tomar oportunidades que los hagan más grandes. Y ustedes, ¿qué le dirían a un cachimbo?
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