“… Llevo buena parte de mi vida desestimando injustamente al ser que me lo ha dado todo; muchas veces, ignorando su sufrimiento de la manera más vil. Hoy está muy malherida, y el verso de Ricardo Arjona es preciso cuando dice que se está poniendo vieja.”
Estamos en el mes de mayo y la celebración por el día de la madre se adelanta en distintas partes del mundo, con lugar en diferentes fechas. No hay un motivo exacto por el cual esta época sea festiva; tienen que ver desde mitologías griegas y romanas, hasta luchas por los derechos y la reivindicación de la mujer, y, específicamente de la madre en la sociedad. Además de ser todos hijos, bien sabemos los esfuerzos, inapreciables en su complejidad, a los que debe someterse dicha figura para sacar adelante la tarea. Hay que decirlo, sin más ni más, ¡Feliz día de la madre!
Sin embargo hoy, en este espacio, no quiero sencillamente felicitar a las madres, sino también, pedir perdón. Perdón porque he lastimado a ese ser creador de vida y luz, cual faro para el navío extraviado en las agitaciones del mar; porque he sido arrogante y despreocupado; ingrato y egoísta. Y en medio de una cultura de la culpa, sobra decir, soy culpable.
Y sí, soy un mal hijo, porque a lo que mi madre, la tierra, refiere, no he podido retribuir su ejemplo de perfección. Llevo buena parte de mi vida desestimando injustamente al ser que me lo ha dado todo; muchas veces, ignorando su sufrimiento de la manera más vil. Hoy está muy malherida, y el verso de Ricardo Arjona es preciso cuando dice que se está poniendo vieja.
Mayo, siendo el mes de la madre debería ceder una silla en el salón de reconocimiento a Pachamama. Ella, encarna el fidedigno ejemplo de dar sin esperar a cambio, y de amar incondicionalmente; y por eso, como cualquier madre, castiga: nos tiene sin salir de casa hasta nuevo aviso; ahora es evidente, el actuar de una madre siempre será por un bien.
“… En un mundo como el nuestro, donde se ha envenenado el aire, se ha envenenado la tierra, se ha envenenado el agua, se ha envenenado el alma, ¡cómo no va a ser importante el legado histórico de culturas para las cuales la naturaleza no es enemiga, porque nosotros somos hijos de ella! Culturas que nunca terminaron de entender que la tierra pudiera ser vendida, porque ¡cómo va a ser vendida la madre!”, nos dice Eduardo Galeano resaltando una filosofía de vida en peligro de extinción, pero que hoy, exhorto a rescatar; y aunque se dice que, en la vida madre solo hay una, en realidad y por excelencia, tenemos dos.
Tierra, madre; perdón y gracias. ¡Disfruta tu día!