La celebración del año nuevo tiene una importancia innegable en la mayoría de culturas alrededor del mundo y Colombia no es la excepción. Es una fecha de regocijo, unión y optimismo, que por tradición, tiende a celebrarse
con pólvora. Para sorpresa e incluso indignación de muchos, la producción, comercialización y utilización de la misma no está prohibida expresamente en la Ley.
De acuerdo con la Ley 670 de 2001 se prohíbe la venta de “artículos pirotécnicos o fuegos artificiales o globos a menores de edad y personas en estado de embriaguez.”, esto implica que a menos que los municipios establezcan una normativa más estricta, los adultos pueden adquirir y utilizar, sin contrariar la Ley dichos artículos. Hecho que resulta terriblemente inconveniente si se tiene presente que en muchas ocasiones la persona que resulta afectada por la explosión del adminículo no es la que lo ha encendido sino alguien que está cerca, y bien, puede ser absolutamente ajeno a la actividad. Las cifras alarmantes de quemados tienden a mantenerse estables e incluso a aumentar de un año a otro.
Pero el problema de la laxitud de la Ley con respecto a la utilización de estos objetos durante la época decembrina no se limita a los quemados. Numerosas fundaciones y organizaciones llevan a cabo intensas campañas que evidencian el inmenso daño que causa la pólvora en la fauna silvestre, el medio ambiente y los animales de compañía.
En el caso de las aves silvestres, el estruendo de las explosiones las aturde, lo que las lleva a huir del nido y en muchas ocasiones a chocar contra edificios y automóviles. Por su parte las consecuencias para los animales de compañía no son menos devastadoras. Si se tiene presente que la capacidad auditiva tanto de perros como de gatos es mucho superior a la de los seres humanos, es posible concluir sin mucho esfuerzo, que un sonido que puede ser molesto para nosotros es insoportable para ellos. A esta situación se suma que durante las festividades de navidad y año nuevo, es común que las familias dejen las puertas de sus casas abiertas, lo que permite que la mascota, en medio del pánico huya despavorida, perdiéndose y corriendo el riesgo de ser atropellada. En muchos casos el miedo que provoca en perros y gatos el estruendo de la pólvora los lleva a sufrir infarto y morir. Todas estas situaciones llevan innegablemente a cuestionar si la llegada de este 2014 fue feliz para todos.
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