Familia y Educación: El Vínculo Esencial en la Formación del Futuro

“Reflexionemos sobre nuestro rol en la educación de las nuevas generaciones y actuemos con determinación para fortalecer este lazo fundamental”


La educación de los hijos ha sido desde siempre una responsabilidad compartida entre la familia y la escuela. Con la globalización, la digitalización y los cambios en la estructura familiar este rol se ha transformado, enfrentando nuevos desafíos que requieren un enfoque renovado y flexible.

Desde los primeros años de vida la familia es la principal fuente de aprendizaje: los valores, las normas y las actitudes adquiridas en el hogar sientan las bases para el futuro de los niños. Según el informe “Participación de las familias en la educación infantil latinoamericana” de la UNESCO (2022) se destaca que los niños que crecen en entornos donde se fomenta la responsabilidad, la empatía y la disciplina, tienden a tener un mejor desempeño académico y social.

Factores como el aumento de familias monoparentales, la migración y el impacto de la tecnología han generado nuevas dinámicas respecto a lo anterior. En mi artículo “Deserción escolar en Colombia: el reto de educar y no abandonar el futuro” https://alponiente.com/desercion-escolar-en-colombia-el-reto-de-educar-y-no-abandonar-el-futuro/ vemos como en la pandemia de COVID-19 se evidenció la importancia del papel familiar en la educación, obligando a los padres a involucrarse activamente en el aprendizaje de sus hijos. La pandemia dejó en evidencia la importancia de un entorno familiar saludable, dado que, el confinamiento generó estrés y ansiedad en muchos menores, reforzando la necesidad de tener un guía emocional en la figura de los padres. Es en este entorno, que los pequeños aprenden valores, normas de convivencia y creencias que influyen en su comportamiento, sentando las bases para su desarrollo personal y social.

Pero, ¿cuáles son los aspectos familiares que intervienen en su formación?  Desde la infancia, nuestras familias nos enseñan habilidades básicas de comunicación para interactuar efectivamente con nuestro entorno. Así, las relaciones familiares determinan parte de la autoimagen, moldeando nuestra personalidad; esto debido a la transmisión cultural que se nos proporciona desde las tradiciones y costumbres. De igual manera, la convivencia familiar también fortalece el desarrollo de habilidades comunicativas, porque integra herramientas basadas en la empatía para la resolución de conflictos. En otras palabras, la familia proporciona un espacio seguro para la expresión de emociones y el manejo del estrés, asegurando el bienestar emocional de los niños, preparándolos para enfrentar los desafíos de la vida con seguridad y confianza.

Un ejemplo claro de trabajo conjunto entre la familia y la escuela se observa en el acceso a la tecnología que tienen los niños y jóvenes hoy en día, y que indudablemente es una herramienta esencial para la educación. Es decisivo que los padres, por un lado, regulen el tiempo frente a las pantallas y promuevan el uso de aplicaciones educativas como Khan Academy o Duolingo, en lugar de contenido de entretenimiento sin supervisión; y por el otro, que se apoyen en redes sociales como TikTok, Instagram o Facebook para demostrar que ellas pueden ser una fuente de aprendizaje cuando se usa con un criterio definido, o, una fuente de adicción o desinformación en caso de no ser usado correctamente.

También, el uso de plataformas como Google Classroom o Coursera han demostrado ser efectivas en la educación en línea. Los padres pueden sembrar el aprendizaje autónomo guiando a sus hijos en la gestión del tiempo y la organización de sus espacios, promoviendo un equilibrio entre lo digital y lo tradicional.

En síntesis, la familia sigue siendo el pilar fundamental en la educación. Influye no solo en su rendimiento académico, sino en su bienestar físico, emocional y social. En un mundo cada vez más digitalizado, los padres deben adaptarse a nuevas formas de educar y acompañar. Es imperativo que las familias asuman un rol activo, promoviendo valores, estableciendo límites saludables e impulsando un aprendizaje integral.

La educación es una responsabilidad compartida, y solo con compromiso se podrá garantizar un futuro mejor para las nuevas generaciones. Como lo señala Harvard en uno de sus estudios (2021), los niños cuyos padres participan activamente en su educación tienen un 30% más de probabilidades de alcanzar un alto rendimiento académico. Esto refuerza la importancia de una educación basada en la confianza y el amor.

Reflexionemos sobre nuestro rol en la educación de las nuevas generaciones y actuemos con determinación para fortalecer este lazo fundamental.

Juan Carlos López Flórez

Licenciado en Filosofía, historiador y docente. Escribo para invitar a la reflexión, inspirado en la historia y la literatura, impulsando el cambio educativo que necesitamos.

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