“Un padre y una madre, unidos en matrimonio, tomados de la mano y paseando con sus hijos en brazos será el gesto más revolucionario e intrépido en el siglo XXI” G.K Chesterton
Estábamos en la UPB con mi esposa hace un tiempo vendiendo barquillos a los estudiantes que conversaban en el bulevar, era un tiempo desafiante en nuestras finanzas y recurrimos a estas ventas luego de haber comprado uno de esos deliciosos barquillos a una estudiante de ingeniería civil en una visita que habíamos hecho en EAFIT. En una de esas ventas nos preguntaron ¿cuál es el motivo de sus ventas? A lo que respondimos que estábamos recién casados, contamos que deseábamos financiar nuestra visión de dar a conocer la verdad para traer libertad, y que nos parecía una buena alternativa realizar esas ventas, les hablamos de lo bueno del matrimonio y de lo mucho que disfrutamos hacer familia estando jóvenes. Con ojos de sorpresa uno de ellos nos felicitó, en su mirada de incredulidad no cuadraba el que estuviéramos casados, manifestó “es extraño lo que hacen, ahora nadie se casa, mejor dicho, es poco probable el querer hacer familia”.
El asombro de este compañero nos llevó a reflexionar en algunas partes de los votos que hicimos al casarnos, en especial en un autor inglés citado por mi esposa, G.K Chesterton, quien decía: un padre y una madre, unidos en matrimonio, tomados de la mano y paseando con sus hijos en brazos será el gesto más revolucionario e intrépido en el siglo XXI.
Aún sin hijos, parecía que el estar tomados de la mano vendiendo estos barquillos, con un par de argollas que simbolizan nuestra unión, estaba generando un impacto en este estudiante ¿por qué tal reacción? Por la equivocada y creciente perspectiva de entender que el hacer familia es un asunto del pasado. Solo los arcaicos consideraron el compromiso de familia como importante, manifiestan algunos, ahora lo que resalta en el ambiente es el libertinaje.
Además, han surgido figuras y colectivos que desafían la noción tradicional de familia y su significado. Como afirmaba Chesterton: Aquellos que se oponen a la familia ignoran las consecuencias de sus actos, pues desconocen la destrucción que provocan. Lo que están desmantelando es la esencia más auténtica de la familia, esa que no necesita calificativos adicionales para definir su verdadera naturaleza.
Una forma inteligente de entenderlo es la valla de Comfama que se ve en carreteras hacia el occidente y oriente de Antioquia, la cual proclama, “La familia es tu primera red social», capturando una verdad universal que sobrepasa ideologías y estructuras artificiales.
La familia, considerada como el pilar esencial de la sociedad, constituye el primer vínculo moral. Su valor intrínseco, al ser visto como sustituible, distorsiona el ambiente primordial en el que se nos enseña a interactuar, amar, confiar y forjar lazos duraderos.
Aunque no todas las familias son oasis de serenidad, la mayoría nos preparan para enfrentar el mundo. Las lecciones aprendidas, ya sean positivas o negativas, se entrelazan con nuestra identidad.
Los lazos de sangre no son imprescindibles en la constitución de una familia; lo esencial es el compromiso simbólico de una unión formal que arranca en el matrimonio, ahí se establece el rol activo de la familia en la sociedad. Sin este fundamento, la familia se despoja de su función social, convirtiéndose en un mero conjunto de conexiones emocionales.
Contemplo como un segundo aspecto las interpretaciones erróneas de los cimientos de nuestras sociedades, citando valores judeocristianos solo cuando es oportuno y manipulándolos a conveniencia. La lealtad, a menudo confundida con la posesión, representa en verdad un pacto de devoción hacia aquellos que queremos. En cuanto a la confiabilidad, esta se refiere a la coherencia y al deber que cada integrante de la familia elige asumir. Tales principios son esenciales y se complementan entre sí; su distorsión no indica una deficiencia en los valores en sí, sino en la perspectiva del intérprete.
En noviembre, celebraré tres años de haberme casado. Me uní en matrimonio joven, con incertidumbres, pero seguro de una cosa: formar una familia es un desafío que, al lado de quien amo, ha sido una de las mejores decisiones de mi vida.
Contrario a la visión de Aldo Cívico sobre la evolución de la familia, he comprendido que la familia no necesita adjetivos. La crisis familiar no justifica una evolución hacia concepciones «queer» como sugiere Aldo. La heteronormatividad, según él, es excluyente y obsoleta, pero la familia tradicional sigue siendo relevante y necesaria.
La familia aborda los dilemas de identidad de esta generación en constante cambio, brindando, a través de los padres que lo entienden, los valores y la cultura que el movimiento de Jesús estableció hace más de dos milenios. No es una utopía considerar los principios judeocristianos como guía para criar hijos conscientes, saludables y con relaciones sólidas. Las conexiones intergeneracionales en la familia favorecen la convivencia y protección mutua. Aunque es necesario reconocer las preguntas válidas de Aldo, la desconfiguración actual de la familia y el desprecio hacia su significado tradicional son peligrosas.
Excelente reflexión, muchas gracias 🙏