“El futuro lo definimos cada día y debemos empezar a plantear que es lo que Colombia necesita y que tipo de líderes podrán sacar a Colombia de este ciclo de tantos años, ciclo de extremos, de caudillos que tal vez ya cumplieron su rol y es momento de dar paso a otro estilo, como en la sociedad de los trogloditas cuando debían pasar de la anarquía a la democracia, tal vez debamos nosotros, pasar del militar al filósofo.”
La tecnocracia definida como el gobierno de los técnicos o de aquellos que son especialistas en las áreas en las que se desempeñan, ha ido obteniendo cierta connotación negativa, en parte debido a la confusión que los términos técnicos generan por sí mismos, pero principalmente porque en un país de extremos, de ismos y grandes discursos, parece no existir chance para aquellos que, basados en la evidencia, la ciencia y el sentido común toman partido y de esa misma manera toman las decisiones. En un país de pasiones, políticamente de extremos, el centro usualmente es un lugar de paso y la técnica parece una fría y descorazonada manera de percibir las necesidades de un país, ese país que tal vez requiere un equilibrio, casi siempre inestable entre razón y pasión, terminando así, la técnica, muchas veces, en el partido de los hoy llamados tibios, aquellos que, tratando de alejarse de los extremos, renuncian a las pasiones. ¿Pero cómo un tibio puede obtener el favor de esas mayorías efervescentes, explosivas y apasionadas? Tal vez la respuesta esté en la política misma y los tibios se conviertan en extremadamente tibios, abriendo el camino para un gobierno técnico, mesurado, lejos de los caudillos y enfocado en las necesidades del país.
Todos los días encontramos como algunas personas siguen usando la palabra tecnocracia o tecnócrata con una connotación negativa, como el encuentro de hace algunas semanas, entre la Representante a la Cámara Juanita Goebertus y el Senador Gustavo Petro, en donde este último llamaba a la representante, de manera peyorativa como tecnócrata, pero ¿es realmente la tecnocracia algo negativo? Tal vez a muchos no les guste la evidencia, pues probablemente la evidencia no les sea útil a sus propósitos, por lo que algunos prefieren ignorar la realidad y ajustarla a sus creencias, así la técnica, se convertirá en enemiga pública de algunos caudillos, que prefieren construir realidades aumentadas o incluso paralelas que generen indignación, siendo esta el combustible de la próxima revolución.
Hacer política con evidencia, basado en la ciencia, la técnica y el sentido común, por momentos puede parecer frío, sin alma, corriendo el riesgo de terminar en el paraíso de los tibios, ahora, si a eso le sumamos honestidad y mesura, tal vez el universo pasional los condenará al olvido. Ahora, ¿Cómo dejar de lado las pasiones y enfocarnos en las necesidades del país? Debemos entender que si bien, a través de la protesta social y la pasión de la ciudadanía se han logrado grandes cambios, la institucionalidad en Colombia bajo un gobierno con la voluntad de generar los cambios que el país necesita, tendría las herramientas para hacerlo. Esas necesidades pueden encontrar respuesta en una reforma tributaria realmente equitativa, pues como se ha mostrado, en el caso de la desigualdad antes de impuestos Colombia estaría al nivel de Alemania, lo que nos indica un foco claro de las políticas públicas en esa materia para combatir la desigualdad y la pobreza. La reforma a la justicia también es una asignatura pendiente, consolidar la paz que más allá de un acuerdo firmado con las FARC, implica también reconciliación entre nosotros como ciudadanos, además la necesidad de una nueva política minero energética en la cual realmente se tracen líneas claras para al fin ser capaces de generar desarrollo de manera sostenible, a través de minería responsable, sin satanizarla, pero teniendo siempre la claridad de que debe primar el bienestar social y ambiental; enfocando las regulaciones hacia ese objetivo. Son muchas las necesidades de nuestro país, que, abordándolas de manera pragmática basados en la evidencia y en la técnica, lograremos superar. El desarrollo, el progreso y el bienestar no son de izquierda ni de derecha, debemos superar ese debate anacrónico, pues problemas tan profundos como la corrupción no saben de partidos y no entienden si los neoliberales están imponiendo sus ideas o si los socialistas están ganando un debate. Al fin y al cabo, como bien se representa en las cartas persas del Barón de Montesquieu, en la ingeniosa Fábula de los Trogloditas, cada tipo de sociedad requerirá un tipo de gobierno y un diferente sistema económico, así entendemos que no hay absolutos, solo situaciones que debemos enfrentar con las herramientas que mejor se ajusten a cada momento de la historia. Es la razón y no la pasión la que nos permite entenderlo.
Sin duda la pasión es clave para cualquier actividad que emprendamos en la vida, sea crear una empresa, luchar por una causa o convertirse en una estrella del rock. Sin embargo, es necesario conservar el lado racional, esto para tomar mejores decisiones, evitando ser seducido por los grandes discursos, lo que nos puede condenar a ser gobernados por regímenes populistas de cualquiera de los extremos. El futuro lo definimos cada día y debemos empezar a plantear que es lo que Colombia necesita y que tipo de líderes podrán sacar a Colombia de este ciclo de tantos años, ciclo de extremos, de caudillos que tal vez ya cumplieron su rol y es momento de dar paso a otro estilo, como en la sociedad de los trogloditas cuando debían pasar de la anarquía a la democracia, tal vez debamos nosotros, pasar del militar al filósofo.
Aunque parezca temprano y además repetitivo, creo que Colombia tiene una gran oportunidad en las próximas elecciones, pero también grandes amenazas. Dentro de las oportunidades, veo con optimismo una nueva candidatura de Sergio Fajardo, quien ha mostrado coherencia en su idea de un gobierno de centro, decente y mesurado, por otro lado, debo decirlo, me ilusiona la posibilidad de una candidatura de Alejandro Gaviria, un académico que ha sabido enfrentar grandes retos de manera pragmática, pero con un estilo humanista que cae como agua fresca en medio del desenfrenado, acalorado y a veces irracional debate nacional. Siendo personas bastante diferentes en su estilo, siento que ambos representan una posibilidad de unión, de acercamiento de los colombianos hacia un objetivo común, ese de realmente pensar en las necesidades del país.
Veo en ellos la posibilidad de un gobierno mesurado, técnico, sensato y que sea capaz de reconocer las cosas positivas que han ocurrido no solo en Colombia, sino en gran parte de Latinoamérica en los últimos 20 años en términos de progreso social, lucha contra la pobreza, acceso a la educación, entre otros aspectos; pero también, que tenga el carácter y el sentido crítico para señalar aquello que no está bien, que triste y trágicamente hoy no es poco lo que tenemos por señalar, pues en medio de la pandemia y los retos económicos que esta nos plantea, la corrupción no da tregua, las masacres aterrorizan nuestra gente y la polarización nos enceguece. Por esto, necesitamos políticos que sean capaces, a través de una construcción colectiva, de encontrar soluciones técnicas, más allá de las pasiones y llevar a Colombia por el camino de la paz, la educación, la justicia social y la razón.
Tal vez algunos los vean extremadamente tibios, tal vez reconocer algo positivo de uno u otro extremo sea visto como incoherente, tal vez los tibios o para mí, los mesurados no tengan el carisma o parezca que carecen de pasión o quizá les falta el estilo demagógico para conquistar a las mayorías, tal vez así sea, pero la cordura no depende de las estadísticas como bien lo decía Orwell. Tal vez Colombia ha tenido suficiente del frío de la guerra y la muerte, así como del fuego del odio irreconciliable que nos asfixia y no nos deja avanzar, tal vez hoy Colombia necesite de la razón, de tomar decisiones basados en la técnica y la evidencia, necesitamos más sensatez, algo mas vez de tibieza, algo de humanidad, compasión, algo de esas voces tenues que nos guían, tal vez Colombia debe trascender a una nueva realidad.
Que buena columna, comparto muchos de tus puntos. Es el momento de pasar pagina, de aceptar que lo que en algún momento fue implementado y funcionó o no se hizo para solucionar el
Problema o la situación a la que nos estábamos enfrentando. Quedarnos criticando o alabando lo único que trae consigo es polarización y falta de tener la
Mente clara en solucionar lo nuevo que se esté planteando.
Felicitaciones Mao! Que buen espacio para leer tus pensamientos
Excelente, un análisis muy acertado de la realidad colombiana actual.