Los escenarios de gobierno en los que se planea y ejecuta el desarrollo de una ciudad están caracterizados por la constante toma de decisiones: Dónde, cómo y para qué se invierten los recursos. Esto se resume en un ejercicio de toma de decisiones que debería basarse en razones lógicas con base en lo que es más prioritario, pues las necesidades son ilimitadas y los recursos no lo son.
Sin embargo, lo que han mostrado los teóricos de la economía es que las decisiones que tomamos las personas no se siguen necesariamente de razones lógicas y coherentes, sino que éstas se toman muchas veces por las emociones que experimentan estas personas al momento de hacer o no hacer algo.
Así, no podemos dejar de pensar que hoy que persisten tantas vulneraciones sociales en Medellín, se debe a que desde décadas atrás no se tomaron las decisiones acertadas para la planeación social y territorial de la ciudad; puesto que hubo personas en cargos de gobierno que decidieron no hacer lo que ameritaba el contexto social de la ciudad porque no sentían las condiciones de su población. Allí es cuando ese problema no atendido ni mitigado se va agravando y agrandando día a día.
En su lugar, se llevaron los recursos públicos para planear y ejecutar el desarrollo de la ciudad en donde menos habitantes había, a saber, las comunas 11, 12, 14 y 16; de igual forma, direccionaron la inversión privada hacia estas zonas abaratando los precios de algunos lotes, amañando la valorización de estos, para que constructoras pudieran hacer mega obras y venderlas mucha más costosas e inaccesible para personas que antes vivían ahí o en sus alrededores.
Se olvidaron de llevar y direccionar los recursos hacia donde realmente se necesitaban, hacia la zona norte de la ciudad, dejando a esta zona sin inversión para parques, calles, senderos peatonales, ciclovías, señalización, entre otros. Esta lógica de segregación y exclusión social impuso un contraste entre lo bueno, lo bello y lo seguro en el sur, y lo malo, lo feo y peligroso en el norte.
¿Cómo ocurrió lo anterior? Principalmente por el equipamiento urbano que acompañó la construcción de los barrios y comunas, que categorizó a los territorios entre aquellos que tenían mejor desarrollo urbano de los que no, con base al nivel de inversión púbica en calles, la infraestructura para el acceso a bienes y servicios e incluso la seguridad. En últimas se convirtió el bienestar social en accesorio de lujo, y se vendió a quienes tenían mayor capital a costa de arrebatárselo a quienes más lo necesitaban.
Esta segregación social y territorial del bienestar la podemos evidenciar no sólo en la movilidad, las vías, los proyectos de infraestructura, sino en el acceso a espacios y servicios públicos básicos, como los espacios para la recreación y el disfrute. Por ejemplo, mientras cada unidad residencial en El Poblado cuenta con una piscina, en la Zona Nororiental (compuesta por cuatro comunas) las piscinas más cercanas se encuentran en las instalaciones del Campus Universitario de la Universidad de Antioquia y en el Comfama de Aranjuez. Dos piscinas para una zona en la que viven, según las proyecciones del DANE para 2022, 590.898 personas, mientras que en El Poblado (zona suroriental la ciudad) sólo habitan 111.343.
Fuera de eso, tanto en Comfama como en la UdeA, hay restricciones para el uso y disfrute de las piscinas, pues para acceder a ellas hay que pagar una membresía, afiliación o pagar por cursos de natación. ¿Por qué para una unidad en El Poblado en la pueden vivir entre 2.000 y 4.000 personas es necesario contar con una piscina, pero para casi 600.000 nos bastan dos? Porque convirtieron el acceso al disfrute y al entretenimiento en algo exclusivo para los estratos 4, 5 y 6.
Este direccionamiento de la inversión privada también se ha visto en la construcción de centros comerciales. Observando el siguiente mapa podemos ver la distribución de los centros comerciales que existen en Medellín, y donde se puede ver que de la calle 73 y hasta Plaza Fabricato (ya en Bello) no existen centros comerciales en esta zona norte de Medellín.
Es posible notar cómo la Zona Norte de la ciudad, ha estado segregada o excluida socialmente con respecto al Sur, pues es allí donde se han centrado el desarrollo de empresas y la concentración de la inversión en servicios y espacios públicos de alto impacto. Un asunto que no ha partido de la decisión de sus habitantes, sino de sus gobernantes.
¿Qué representa que no existan estos espacios en la zona más habitada de Medellín? Representa exclusión social por la negación de espacios para la diversión, la recreación y el esparcimiento para las mayorías de la ciudad, privatizando el acceso al bienestar social, algo que debe ser para todos y todas.
El norte de la ciudad, especialmente en la zona Nororiental, tiene el mayor déficit de espacio público en Medellín. Por eso durante esta administración hemos abierto el debate sobre el olvido sistemático al que esta zona ha estado sometida la mayoría de la población que habita Medellín, con el auspicio del silencio que medios de comunicación y gobernantes han mantenido al respecto.
Por eso nosotros que sentimos las necesidades de estas mayorías, pues las hemos vivido, hemos planeado la transformación Carabobo Norte y decisión, como un principio de actuación pública, de que la siguiente fase de Parques del Río se construya en el Norte; ambas como una apuesta por contrarrestar esta exclusión materializada en la ausencia de un espacio público digno para las personas que habitan la esta zona de la ciudad.
Así, el polígono comprendido entre el río Medellín, la carrera Carabobo, la quebrada La Seca y el puente de la Madre Laura es ahora el área de influencia de nuestro principal proyecto de creación de espacio público de calidad en la ciudad, y que integrará vías, ciclorrutas, y conexión al eje nacional de la Autopista Medellín-Bogotá, con criterios de sostenibilidad, innovación y equilibrio social.
También esta administración ha asumido el reto de devolverle a la zona nororiental de la ciudad su biblioteca, antes conocido como “Parque Biblioteca España”, para que sus habitantes puedan volver a acceder a todos los servicios culturales y artísticos que se merecen. Reconocemos la deuda histórica con las comunas nororientales y de ahí la iniciativa por la reconstrucción y recuperación de esta biblioteca es una de las apuestas claves de esta Administración.
Es evidente que el plan de desarrollo Medellín Futuro siente el norte más allá de los estigmas que les han negado estos y otros espacios. Por eso, con todo lo expuesto, ¿cuál es el significado de proyecto como la transformación de Carabobo Norte, la construcción de Parques del Río Norte y la recuperación de la biblioteca? Es resumidas palabras: son un acto de justicia social para garantizar el derecho a la ciudad de una zona de miles de personas, el cual llevaba décadas siendo ignorado, al igual que sus necesidades, y que ha agravado sus condiciones de vulnerabilidad. No podemos dejar que el bienestar social sea un asunto que dependa del lugar donde habitamos.
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