Estilo paisa

No debe haber ningún país del mundo donde la colonia paisa no se haga sentir, especialmente por su modo de vida y cultura; su lenguaje, sus dichos, sus viviendas y sus medios de transporte, es la mejor muestra de arraigo que existe en Colombia y que se debe conservar, si se quiere llegar a una paz justa y social. Es cierto que el paisa se caracteriza por llevar el hacha para talar bosques sin medida, así como el arma para cazar indiscriminadamente; que le da exagerado valor a los abolengos españoletes (incluso, algunos se creen hijos de la mismísima Salud Hernández Mora), pero que en la realidad no sirven para nada, ni para tacos de escopeta, evocando las épocas del famoso Cosiaca. Pero lo mejor de todo esto es que este arraigo (que algunas veces ralla en el regionalismo patriotero y sesgado), es que le está devolviendo algo del Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible a la región que habita principalmente: centro y sur de Antioquia, todos los departamentos del Eje Cafetero (Caldas, Risaralda y Quindío), así como el noroeste del Tolima y el noreste del Valle del Cauca. Para la muestra, el proyecto de Parques del Río en Medellín (Antioquia), el Ecoparque de los Yarumos por la vía que conduce de Manizales (Caldas) hacia el Nevado del Ruiz, Parque Ucumarí en cercanías a Pereira (Risaralda), así como el Parque Nacional del Café en la vía que conduce de Armenia a Montenegro, en el Quindío. Hay más casos reales, pero si se pone en la lista de acá, la columna nunca terminaría y sería más larga que una longaniza (Lenguaje Paisa – John Vélez Uribe).

Muchos se preguntarán porque el autor se ocupa de un tema que aparentemente no tiene nada que ver con la flora y fauna: cuan equivocados están, si tiene que ver y mucho. No les parece poco el Parque Nacional Natural los Nevados, la Palma de Cera del Quindío (Árbol Nacional de Colombia), los caminos de herradura que se describen perfectamente en La Casa de las Dos Palmas de Manuel Mejía Vallejo. Basta con mirar las miles de golondrinas, sinsontes, mirlos, aflecheros y azulejos que vuelan y despiertan en los amaneceres con sus cantos musicales, muy al estilo de Serenata de Amor (Jaime R. Echavarría), El Camino de la Vida (Héctor Ochoa) y La Ruana (Luis Carlos González), en las obras de arte de Fernando Botero y Débora Arango, las letras duras y hermosas a la vez de Piedad Bonett y Fernando Vallejo, los chistes clásicos y buenísimos de La Nena Jiménez y Montecristo; esto es la mejor muestra de arraigo por una región, que en los últimos años se ha ido esparciendo positivamente por el país; basta con mirar la industria cafetera, que ya tiene sus vínculos en Santander y Huila, lo que antes era exclusivamente paisa; o ir por Cundinamarca y encontrar viviendas montañeras con sus colores peculiares, de las cuales se hablará a continuación.

Viviendas paisas; de chambranas y postigos que marcan propiedad y armonía con el medio ambiente y desarrollo sostenible, paradójico en un medio todavía escéptico con lo anterior. Enormes construcciones que en ciertos casos han llegado a opacar las parroquias de las cabeceras urbanas presentes en la región, pueden tener hasta cinco pisos hechos con base en guadua y madera, así como bahareque, con adornos peculiares como diciendo el nombre del dueño o la dueña, todo girando alrededor del Chucho o el Sagrado Corazón de Jesús (Ave María Purísima), con los portones generalmente abiertos, para darle la bienvenida a los forasteros (prosígase mi don que el perro está amarrado), los jardines en el primer piso, y los demás con chambranas adornadas de pensamientos, besitos, nomeolvides, margaritas, orquídeas y demás flores bellas que le dan un aroma señorial. Han sido los motores del Agroturismo y Ecoturismo (conceptos totalmente distintos), porque allá fueron puestos en marcha a finales de los años ochentas, cuando la crisis cafetera tuvo uno de sus picos más altos, al ser cancelado el Pacto Mundial del Café.

Otro representante típico es el Yipao. Cuando la segunda guerra mundial terminó en 1945, llegaron un sinnúmero de Jeep Willys a Colombia, y tuvieron mucha acogida por estos lares, ya que su fuerza y potencia son propicios para el carácter montañoso que se posee (dominando las tres cordilleras presentes en el país de Gabo); les pueden meter todo el trasteo de una casa grande o un convento, y el vehículo no le pasa absolutamente nada, eso si, hay que hacerle el mantenimiento correspondiente. Se han ganado el respeto, incluso por encima de las desagradables burbujas de vidrios polarizados, que representan la violencia y el narcotráfico que han tenido paralizado al país a lo largo de cincuenta años; ni siquiera las burlas a sus carpas y su ruido han hecho que los yipaos desaparezcan, perdurarán por los siglos de los siglos; Amén.

Conclusión, para que haya una paz con conciencia ambiental en Colombia, es necesario respetar el concepto de arraigo, y precisamente, el anterior es el mejor ejemplo de que aquí hay un país diverso.

PD1: ¿Porqué andará apachurrado el expresidente y senador Álvaro Uribe Vélez?
PD2: ¿Cuándo Colombia dejará de ser un país mojigato?
PD3: Por vacaciones de final de año, esta columna solo volverá a aparecer el próximo 12 de enero del año entrante. Si las circunstancias y la salud lo permiten.