El periodista bogotano Jhon Jairo Armesto Tren será el corresponsal especial para AL PONIENTE de los candidatos al Congreso y Presidencia desde Bogotá y los departamentos de la Región Andina Central para tener una perspectiva regional de las elecciones de 2022. En esta primera ocasión, sobre la correría del politólogo y analista político Ariel Ávila en su primer recorrido por el departamento de Cundinamarca, iniciando en uno de los vecinos turísticos y rumberos de Bogotá: La Calera.
“Un día normal”
Al ir tomando camino para el municipio de La Calera desde la calle 72 en Chapinero donde llegan los buses intermunicipales hacia una de las vías más transitadas, congestionadas -y deterioradas – de la región, compartida por ciclistas, buses de colegios, camionetas de alta gama de políticos y la alta sociedad bogotana que se va a vivir más por evadir los altísimos cobros de impuesto predial y valorizaciones de las localidades del norte de la ciudad en las bajísimas tarifas -aún para los estratos cuatro al seis- de la ruralidad colombiana. Y en el camino, me acuerdo de esa famosa canción hace ya bastantes años del cantautor Juanes Un día normal que titula el álbum que catapulta su carrera como solista a los niveles que conocemos hoy en día. Y esa reminiscencia es porque mientras el 80% de la población colombiana sigue viviendo sus vidas pese al Covid-19, al mal gobierno nacional, a los que imponen por la violencia sus “derechos”; una inmensa minoría estamos apasionados y enloquecidos por la política, que define la vida de todas las personas, aun de las que viven sin pensar en ella, o haciendo de cuenta que no existe.
Para esas personas que iban bajándose del bus a lo largo del camino antes y después del peaje de Patios para irse a sus trabajos, y yo, que iba sin saber bien a donde, al casco urbano del pueblo, más adentro y más lejano en su realidad a los espejismo del Mirador, las discotecas, cafés, restaurantes y sitios que fueron creados para la diversión de los capitalinos y turistas extranjeros, pero que son el símbolo de lo lejos, muy lejos que se encuentran la equidad, la libertad de expresión, la libertad económica, la soberanía alimentaria y del agua a una población que ha sido y es importante para la historia de Colombia. La tierra de los Caro y los Tovar, pero también del escritor y analista Alfredo Molano, pero que ahora es una tierra de nadie, al garete.
A esa tierra al garete, en esas condiciones, es que inicia su recorrido por su departamento de origen -nació en el municipio de San Bernardo al sur del departamento- el politólogo egresado de la Universidad Nacional de Colombia, escritor, periodista, analista político y presentador de televisión Ariel Ávila. Respetado por muchos, odiado por muchos también, pero nunca pasa por desapercibido y siempre tiene algo que decir bajo las perspectivas de la argumentación, la coherencia y la seriedad que da el pensamiento académico. Allí, en la frontera con Bogotá de la provincia del Guavio, donde nace el agua, un día normal -un 21 de diciembre cualquiera- realizaría un recorrido que pasaría por el municipio de Sopó (provincia de Sabana Centro) y terminaría en la capital lechera de Colombia Ubaté (provincia de Ubaté). En esta mini crónica de las impresiones de esa correría, únicamente hablaremos de la primera parada.
La Colombia actual según Ariel Ávila
Si bien el análisis realizado por el candidato verde al Senado parece simple y todos los colombianos lo hemos dicho en algún momento de nuestras vidas -incluso aquellos que han vivido y viven del status quo a todos los niveles: desde el empleado público de nivel bajo perezoso hasta los altos niveles-, el llegar a concluir que el país necesita un cambio es algo difícil de reconocer en la naturaleza colombiana que es orgullosa y llena de arrogancia a no reconocer sus propios errores. Y dentro de las tres principales razones que expone el candidato para motivar su aspiración ante los asistentes del abarrotado Café Olivar frente a la iglesia principal de la plaza, está esa necesidad desesperada de cambio: “Estamos en esto por tres razones fundamentales: estamos en esto porque este país está pidiendo a gritos un cambio, y la mayoría de la gente está de acuerdo en que exista un cambio. Hay debates sobre qué tiene que ser primero, o qué es más importante que otra cosa, pero todas y todos en la gran mayoría en este país estamos de acuerdo a que como vamos, vamos mal. Donde 15 millones de personas están aguantando hambre y come menos de una vez al día, donde tenemos una pobreza del 42% es obvio que es un país que pide cambios”.
El candidato puntualiza exactamente dentro de la percepción de su equipo electoral de trabajo qué significa ese cambio: “(…) Para nosotros el cambio significan siete grandes pilares, siete baluartes. (…) Lo primero es una lucha contra la corrupción (…) Esto no es un problema de educación, es que el sistema te lleva a que tú seas corrupto, es muy difícil entonces que entre ahí no sea corrupto”. Incluso hubo tiempo para hacer reflexiones humorísticas: “Mientras no cambiemos esto, podremos poner Ositos Cariñositos y todo será lo mismo”. Este aspecto finalmente se compone de propuestas de reforma a diferentes entidades y sistemas del Estado colombiano actual: “Se necesita un Tribunal Electoral, lo vamos a proponer, reformar la forma en que se elige el CNE (Consejo Nacional Electoral) y garantizar la legitimidad de los entes de control. Para mí es uno de los puntos esenciales que tenemos que llegar a trabajar”.
Candidato al Senado Ariel Ávila exponiendo sus propuestas en el Café Olivar del centro de La Calera, Cundinamarca. Fotografía cortesía del autor.
“Un segundo pilar que toca mucho este territorio es el ordenamiento territorial. Si nosotros no resolvemos los temas de ordenamiento territorial en todo el país, pues este país se va a seguir desangrando en olas y olas de violencia, y eso lo estamos viendo sobre este crecimiento urbanístico desenfrenado sobre estas zonas de protección ambiental”. En este segundo punto cuenta su experiencia reciente de denunciar irregularidades en la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca-CAR y que no ha sucedido nada, criticando además el esquema confuso de las entidades ambientales de orden nacional y regional, cuyas competencias y jurisdicciones no son del todo claras y hacen complejos los procesos judiciales y el préstamo de servicios e información a la ciudadanía.
Sobre el aspecto socio económico, el tercer punto que propone es un reforma tributaria progresiva contraria a las propuestas presentadas por el actual Gobierno Nacional de aumentar tanto el valor del IVA (Impuesto de Valor Agregado actualmente del 19%) así como de su aplicación a productor y servicios; como el aumento de la base gravable del impuesto de renta a los pequeños y medianos empresarios, así como a profesionales independientes. Dicha reforma sería aplicada con mayor valor de pago a los estratos más altos y menor a los estratos más bajos, eliminando las exenciones tributarias. Los demás puntos son de reforma a la justicia, reactivación económica (con gran énfasis en la empleabilidad juvenil y las industrias creativas y culturales).
“Yo no voy a proponer cosas estúpidas. Lo que necesitamos es que la gente vote mejor, no reducir el Congreso. Con 300 congresistas el gobierno de turno compra el Congreso, imagínese con 100, lo compra en media hora, en diez segundos. Hay cosas que suenan bien, pero que nosotros las vemos como peligrosas y cosas peligrosas no las vamos a apoyar”. Fue la opinión enfática sobre la propuesta de reducción del número de congresistas, así como de su jornada de vacaciones y salarios, lo cual ve como propuestas que no solucionan realmente los problemas del país y son una apertura de puerta al autoritarismo en el futuro.
Durante el evento se presenta el también politólogo de la Universidad Nacional, fue miembro del equipo legislativo del ex magistrado Carlos Gaviria Díaz además de ser candidato a la alcaldía de Facatativá (provincia de Sabana Occidente) en 2019por el Partido Alianza Verde Diego Garzón, quien aspira a ocupar la primera curul a la Cámara de Representantes por Cundinamarca (departamento con una tendencia muy contraria a la rebeldía de Bogotá, dado que históricamente ha sido de predominio conservador) por un movimiento alternativo a los partidos tradicionales desde 1994 en fórmula electoral con el analista político Ávila.
A manera de epílogo
Acerca de la política regional el candidato Ávila expresó: “En los municipios de Sabana son miles de millones de pesos que se gasta un candidato para la alcaldía. Entonces llega y lo primero que tiene que hacer es sacar la plata para devolverla, entonces lo que hace es comprar el Concejo, y el Concejo le nombra al Personero y los órganos de control, entonces todo se vuelve un sistema de corrupción”. Este argumento se convierte en sensación cuando se realiza el recorrido a pie hasta el Polígono 2 a la entrada del municipio bajo el sol paramuno de la mañana que nos quemaba la cara a todos los que estábamos allí. Ardiendo igual que la destrucción de los ecosistemas acuáticos por la construcción inconsciente en las rondas de los ríos y la sobre oferta de construcciones costosas en La Calera aceleradas por la “fiebre campestre” y el motor inmobiliario impulsado por el Gobierno Nacional y los regionales -incluida la administración verde de Bogotá de Claudia López-, apalancado por un Concejo municipal de mayorías oficialistas de un alcalde que en este segundo período se ha mostrado como autoritario contra la crítica, el control político y los medios alternativos -mostrado en su persecución a la emisora comunitaria municipal que lidera la revocatoria de mandato, una de las 56 vigentes en Colombia-. Además, dicho sea de paso, conocido por haber solicitado desde el primer día presupuesto para comprarse con dineros municipales para comprar un carro para su uso personal.
“Colombia está en un momento que difícilmente se va a repetir en los años posteriores de esta ansiedad de la gente de cambio”. Mientras la comitiva de campaña se prepara para partir a Sopó, en medio del sol caliente y la vida cotidiana se van por el aire, y mientras se aleja, sigue siendo un día normal -de pesadilla y carencias en medio de la opulencia- pero con la esperanza viva de que todo, desde la base social cambie, para tener un medio ambiente sano, pero con justicia social, emprendimiento y reconstrucción del tejido social. Y esa no es una posición partidista, es el sentido común, es lo que todos queremos, sin lugar a dudas.
Y así, en la tarde bogotana, después de hacer periodismo y recorrer el municipio después de varios años de ausencia, regreso, en medio del tráfico a Bogotá, a Chapinero, pensando, y cambiando en algo mi forma de pensar y vivir un día normal a la vez.
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