Su risa se fue luego del beso, pensativa miraba hacia el suelo, ¿cuando te vas? me preguntó, mañana le contesté, pero estamos aquí, tenemos una tarde, una noche, unas horas, suficientes para saber que quiero pasar el tiempo que me queda a tu lado Isabel, no musitaba palabra, perdón por el beso, no te perdono, no puedo, ese beso me robo el aliento, ahora no podía concentrarme, el retraso de mi cerebro era evidente con los movimientos poco coordinados, sus manos cálidas tomaron las mías, regálame un abrazo, dijo, yo ya no hablaba, me fundí en un abrazo fraterno, frente a los comensales, en silencio, cerré los ojos deposite mi boca en su frente, nadie besa como tú Isabel, salimos caminando por esas callecitas de corrientes estrechas, la tarde y el viento del invierno congelaba, hubiera querido saber tantas cosas, quien era ese ladrón de mis punzadas, no pude, solo caminaba a su lado, llegamos a una portezuela de madera, un aparta estudio en el segundo piso era el destino, parado en la puerta, quise despedirme, abrió la puerta y nadie dijo nada, los dos cuerpos entraron y buscaron cobijo, el espacio pequeño nos recibía con un sofá dos sillas, pequeñas, observé despacio, como queriendo aprender todo tan rápido, la luz tenue reflejaba algo de bohemia, una cerveza, asenté con la cabeza, no hablaba, solo asentaba, la mujer que me había permitido entrar a su vida por esa noche, estaba callada, tal vez pensativa, me miraba, me gusta tu boca, decía me gusta, me arrancaba un beso y se acomodaba de nuevo en el sofá. Y vives sola? Pregunté, la risotada de perlas de nuevo, claro, tengo veinte y tantos, vivo sola, bueno mis padres me dejaron este sitio y se fueron a buscar tierras más calientes, ¿quieres ver algo que me encanta? me dijo, tomó mi mano y abrió la puerta de su cuarto, corrió un pequeño biombo estilo japonés, delicado, pintado a mano que no dejaba ver muy bien que había del otro lado, dando la vuelta una tina de los años 40 en cobre resaltaba en todo el sitio, abrió el agua, la voy a llenar dijo, de manera natural , quedé petrificado, va a tomar un baño, conmigo, sola, un baño para mí, no lo sabía, ¿otra cerveza? Preguntó Isabel, no podía dejar de ver el agua caliente, los vapores llenaban el espacio, cuando regresó con la cerveza, mi bella tenía una batola, frente a mis ojos la dejó caer, no solté la cerveza de milagro, perplejo vi ese cuerpo perfecto de formas curvilíneas, la luz dibujaba siluetas en su vientre, dio un primer paso, le sostuve su mano y quedó inmersa en el agua, desde afuera vi como tomaba su espuma, como lentamente frotaba sus piernas, no me miraba, no le importaba, el ritual parecía habitual, su ombligo asomaba y escondía, su risa reflejaba lo placida que se encontraba, ¿quieres acompañarme? Mi lengua lenta que ya conocen no musitaba nada, pero mi cabeza decía que sí, quite mis harapos como pude y mis vergüenzas quedaron expuestas, no entendía que pasaba, el sueño realizado se me daba frente, la escena parece muy carnal, sin embargo, mis reacciones fueron lentas, ingresé a mojarme, sentí su aroma, tomé la esponja y frote su espalda, recorría sus hombros y dejaba caer el agua, mis manos temblaban , el cuerpo perfecto se recostaba en mi pecho, sus manos recorrieron mis carnes, mis ojos cerrados sentían, el agua se agitaba, las bocas se buscaron, los cuerpos se hablaron, el pensamiento se volvía primitivo y básico, el amor se hizo y deshizo, saltó el agua al suelo, el placer era todo en ese sitio, en mi cuerpo, en su cuerpo, un gusto que no cansaba, un ir y venir de emoción compleja, una lágrima y una risa estaban en mi cara, como sentir esa carne perfecta, mía por un instante, sabía entonces que ocurría, no era amor, era más que eso, conocer el ser perfecto, en un instante y saber que no ibas a separarte nunca así no tengas su cuerpo, existe una palabra para eso, IMPRIMACIÓN, el diccionario describe ese sentimiento como si los hilos que lo unen con otros seres, amigos, familiares, seres queridos, quedan cortados y millones de cuerdas de acero lo unen sin poder escapar a otra criatura, eso era lo que me había ocurrido, mi enfermedad comenzaba.
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Del autor
Cesar Andres Peñaloza Espinosa
Profesional en relaciones internacionales Universidad Jorge Tadeo Lozano Bogota. Especialización gerencia financiera - Universidad Jorge Tadeo Lozano Bogota. Especialista en sistemas de gestión de calidad - Icontec. Especialista Administración aeroportuaria países comunidad europea - Embajada España - Madrid.
Director Administrativo Clinicas odontologicas Dentix Poblado
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