
“Sería inexacto sugerir que el progresismo socialista ha fracasado en todos los aspectos. Gustavo Francisco Petro Urrego y su equipo han gestionado eficazmente la quiebra del sistema de salud colombiano. El estado actual de la política económica y social en Colombia es el resultado de un líder de izquierda ineficaz. Las reformas que muchos dicen defender son, en realidad, parte de un siniestro plan para apoderarse de las pensiones, destruir empleo y perjudicar la inversión extranjera debilitando la industria nacional.”
Es incoherente que FECODE anuncie marchas, protestas y paros con el fin de defender el sistema de salud del magisterio y exigir mejores condiciones laborales para los maestros, cuando ellos son los primeros promotores y protectores de las reformas del cambio. Las consecuencias de la transformación de la salud propuesta por Gustavo Francisco Petro Urrego han sido vividas agudamente por los maestros. El modelo propuesto por Guillermo Alfonso Jaramillo, Ministro de Salud, para el sistema de todos los colombianos, ha sido infructuoso y ha tenido un impacto negativo. La fuerza política de izquierda es conocida por su capacidad de crítica y denuncia, pero no por sus aportes para mejorar los regímenes existentes. Los retos actuales con las EPS y los medicamentos son consecuencia de un sistema diseñado con un enfoque de regresión y no de atención a las necesidades de los ciudadanos.
La aplicación de las intervenciones en el sistema de salud demostró la ineficacia de la izquierda en el ejercicio del poder. Las críticas a quienes se opusieron a la aprobación de la reforma en el legislativo no reconocen la falta de mejoras en la prestación del servicio. En Sanitas, Nueva EPS y Famisanar, que ahora están bajo control del Estado, aumentaron en 63,5% las quejas por no entrega de medicamentos, al pasar de 194.415 en 2023 a más de 318.000 en 2024. A esto se suma el aumento del 79,5% en las tutelas. La tergiversación de cifras intentada recientemente por su presidente vía X no es más que un intento desesperado de defender la implantación de un sistema de integración vertical que, a la postre, redundará en un acceso más caótico a la salud pública.
Gobernar a través de las redes sociales, como lo hace Gustavo Francisco Petro Urrego, es un método eficaz para incitar fuertes reacciones y polarizar al país. Sin embargo, no es una solución a la crisis causada por la falta de experiencia de los funcionarios del Estado. El sector de la salud es una de las muchas áreas en las que la izquierda está luchando actualmente, ya que se enfrenta a un entorno complejo caracterizado por importantes desafíos. Estos retos son aún más intrincados que los vividos durante la época del Instituto de Seguro Social en Colombia (ISS). El tenso ambiente en el sector de la salud se caracteriza por la falta de cumplimiento de las reservas técnicas para financiar los medicamentos y las IPS, así como por la reorientación de recursos para atender subsidios que son apoyados por ciertos sectores a pesar de su cuestionable naturaleza.
El gobierno de Colombia no ha cumplido sus promesas a los sectores rurales y urbanos, el acuerdo de paz no se ha implementado y las reformas, incluidas la laboral y la de la salud, no se han negociado y en cambio languidecen en el legislativo. La acumulación de expectativas frustradas está creando una crisis social que será perjudicial para una corriente política que pretende medir su fuerza electoral convocando a una consulta popular. Los retos experimentados bajo la administración de Gustavo Francisco Petro Urrego, como ha puesto de relieve la Defensora del Pueblo, Iris Marín Ortiz, han incluido un deterioro de los servicios de salud y un retraso significativo en el suministro de medicamentos y atención médica.
El presunto delito del que se acusa a Audiofarma en relación con los medicamentos no es la cuestión principal. El problema más grave es la falta de pago a los distribuidores por parte del gobierno, situación similar a la del sector energético en la costa. El país ya conoce las consecuencias de esto. La crisis en la entrega de medicamentos que afecta a amplios sectores de la sociedad colombiana es una prueba más del desorden que impera en el gobierno. Es difícil identificar una actividad estatal que no se vea afectada por esta falta de previsión. El estado actual de las cosas en Colombia es indicativo de un gobierno que, mientras defiende una retórica populista, ha promulgado acciones que son perjudiciales para la población. El futuro de una nación en tal estado de crisis en todos los frentes, con un gobierno en perpetua campaña política, es sombrío.
El derecho a la salud es una prerrogativa humana fundamental que se gana trabajando duro. Sin embargo, bajo la actual administración, este derecho no se está haciendo efectivo. Es lamentable observar el deterioro de la esperanza colectiva, que está siendo sometida a la influencia de su mandatario, un hombre que ha resurgido con sus odios, resentimientos e ideales guerrilleros y que parece perseguir la venganza contra la nación a cualquier precio. El progresismo socialista que se está imponiendo en Colombia está violando los derechos esenciales, y la crisis del sector salud ha sido creada por la izquierda política para imponer una reforma regresiva e infame que se llevará por delante las malas experiencias que se tienen frente al viejo y mal recordado ISS. Si la situación actual de Colombia se está considerando como una mejora, entonces el probable colapso que se producirá en los próximos meses es una perspectiva preocupante.
Desgraciadamente, quienes siguen defendiendo a Gustavo Francisco Petro Urrego parecen pasar por alto los acontecimientos que tuvieron lugar durante su mandato como alcalde de Bogotá. Es evidente que ciertos elementos de la izquierda persiguen el desmantelamiento de las estructuras institucionales y de los principios democráticos. Parecen incapaces de reconocer organizaciones que funcionen. Los ataques que promueven son sistémicos y multifacéticos, dirigidos a desviar la atención mientras avanzan sus planes encubiertos con la complicidad de quienes han sido catalogados como los “nadies”. Las acciones del progresismo socialista han tenido un impacto profundamente negativo en millones de personas, y la renuencia a abordar las cuestiones de pago no hará sino agravar el problema de la distribución de medicamentos. Aunque el tema puede discutirse en diversos foros, es evidente quién es el responsable de la criminal escasez de medicamentos que sufren los pacientes en todo el país.
El tema de la salud es prioritario. Pacientes con enfermedades de alto costo, ancianos y dolientes de diferentes edades requieren medicamentos mes a mes para continuar su tratamiento y muchos incluso para seguir viviendo. Afectados hipertensos y diabéticos, entre otros, son indicativos de una emergencia que ha alcanzado niveles de crisis. La situación se complica aún más con Gustavo Francisco Petro Urrego, quien de camino a la Casa de Nariño pactó con varios grupos, pero posteriormente declaró que nunca había tenido acuerdos con artistas, jóvenes, maestros, deportistas, trabajadores, ni con ningún otro grupo demográfico. En cambio, afirma que honra los acuerdos que estableció con los políticos de siempre, que son la base para intentar sostener un socialismo progresista que tiene a Colombia al borde de la quiebra total.
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