“Cada vez más, las empresas están desarrollando una serie de actividades enfocadas en crear valor social, medioambiental y económico para generar un impacto positivo tanto en sus colaboradores como en el entorno. A esas acciones se les denomina responsabilidad social empresarial (RSE), concepto que es muy importante para cualquier sector empresarial”.
Actualmente hay un fuerte cuestionamiento ético a nuestro actuar: el cambio climático, la desigualdad social, económica y de género; la pobreza, informalidad laboral, inseguridad alimentaria, destrucción de ecosistemas terrestres y submarinos, consumismo y contaminación, la dificultad para acceder a servicios de salud, saneamiento básico y educación de calidad, entre otros; hicieron que la Organización de las Naciones Unidas (ONU), fijara una agenda para 2030, mediante la cual sus Estados miembros se comprometen a implementar medidas que mitiguen las anteriores circunstancias. Esas medidas se deben concretar en acciones que hagan posible el cumplimiento de los diecisiete (17) objetivos de desarrollo sostenible establecidos por el organismo internacional y para ello deben concurrir el Estado y la empresa privada.
El estudio y conocimiento integral del ser humano, su complejidad y potencialidad, vistos desde la ética humanista, nos lleva a afirmar que tenemos libertades (de elección, de pensamiento, de conciencia, de expresión, de investigación, de empresa, etc.) y que tenemos el derecho a seguir nuestros propios estilos de vida, hasta donde seamos capaces y no dañemos o perjudiquemos a nuestros semejantes ni nuestro entorno. Cada individuo es un auténtico y original proyecto de vida y en desarrollo de ese proyecto de vida, debe procurar no sólo el disfrute de sus derechos y libertades, sino el respeto y la protección – mediante acciones positivas o afirmativas – , de los derechos de los demás. En esto, el Estado y las empresas tienen una gran responsabilidad.
El ser humano se relaciona y se manifiesta en dos ámbitos: público y privado. En lo público, la principal manifestación de la dimensión humana es el Estado, entendido como la “comunidad política”, las autoridades que dirigen, que gobiernan y que mediante normas y acciones regulan la vida en sociedad. En el ámbito privado, las relaciones son con la familia, con las empresas, con los trabajadores de éstas y en general con las organizaciones en las que el Estado no haga parte. Una de las principales manifestaciones en la esfera privada es la empresa, entendida como una unidad formada por un grupo de personas, de bienes materiales y financieros cuyo objetivo es la producción de uno o varios bienes, o la prestación de servicios, que en ambos casos satisfacen una necesidad y por los cuales, se obtiene un beneficio, ganancia o utilidad.
Si hablamos del Estado, tendremos que señalar que el nuestro es un Estado Social de derecho, democrático, con unos principios como el trabajo, la solidaridad y la prevalencia del interés general, entre otros; también con valores como la justicia, la igualdad, la libertad. La actividad del Estado debe estar encaminada a que los principios y valores puedan concretarse en la vida de las personas.
Estado y empresas privadas deben ir de la mano. El Estado debe formular e implementar un marco legal que garantice entre otras, la seguridad jurídica; además, debe proporcionar las condiciones para el desarrollo de las actividades privadas. Las empresas deben conocer y cumplir las leyes y regulaciones aplicadas a su área de trabajo y desarrollar su actividad dentro de los lineamientos establecidos por el Estado. Es lo que podríamos llamar respeto al principio de legalidad, que también abarca el cumplimiento de las normas internacionales y el respeto a los derechos humanos.
Una empresa es una unidad de producción de bienes y servicios cuyo principal propósito es la obtención de un beneficio cuantificable en términos de utilidad o ganancia económica. Las empresas son el principal generador de desarrollo, de riqueza y trabajo en la sociedad. Si bien la producción y comercialización de bienes y servicios para consumo de las personas es el principal motor de las organizaciones privadas, cada vez más, las empresas están desarrollando una serie de actividades enfocadas en crear valor social, medioambiental y económico para generar un impacto positivo tanto en sus colaboradores como en el entorno. A esas acciones se les denomina responsabilidad social empresarial (RSE), concepto que es muy importante para cualquier sector empresarial.
Por lo tanto, el rol del sector empresarial no solamente es producir bienes y servicios, generar empleos e incrementar las utilidades, sino forjar cambios que impacten positivamente a sus colaboradores y el entorno en el que desarrollan su actividad. La producción empresarial, sin atender la afectación a los ecosistemas, el medioambiente y la sociedad, ha generado un fuerte cuestionamiento, por comprometer la integridad y sostenibilidad del planeta. La RSE es una forma de retribuir a la sociedad, el éxito económico que han tenido las empresas en desarrollo de su actividad productiva.
La RSE no es un gasto sino una inversión, porque otorga beneficios a las empresas que deciden impactar positivamente el entorno mediante actividades encaminadas a la protección del ambiente, la sostenibilidad, la superación de la pobreza, la inclusión social, la igualdad de género, la salud y el bienestar entre otras. Esos beneficios van desde descuentos tributarios hasta el mejoramiento de la imagen de la compañía, el posicionamiento en el mercado mediante la valorización de sus acciones y la consecución de nuevos clientes e inversionistas. Las prácticas de responsabilidad social en las empresas, mejoran su reputación y las visibiliza aún más ante los consumidores y la sociedad general.
En síntesis, la RSE es la implementación de las mejores prácticas de gobierno corporativo: con responsabilidad económica, mediante la obtención de rentabilidad y ganancias; responsabilidad legal, mediante el cumplimiento del marco legal establecido por el Estado (jugar de acuerdo a las reglas previamente establecidas); responsabilidad ética, haciendo lo que es correcto y justo y responsabilidad filantrópica, destinando recursos para mejorar la calidad de vida de la comunidad.
De esa manera Estado y sector privado contribuyen a cumplir los objetivos de desarrollo sostenible propuestos por la ONU, que para dar mayor contexto es importante mencionarlos: Fin de la pobreza, Hambre cero, Salud y bienestar, Educación de calidad, Igualdad de género, Agua limpia y saneamiento, Energía Asequible y no contaminante, Trabajo decente y crecimiento económico; Industria, Innovación e Infraestructura, Reducción de las desigualdades, Ciudades y comunidades sostenibles, Producción y consumo responsables, Acción por el clima, Vida submarina, Vida de ecosistemas terrestres; Paz, justicia e instituciones sólidas y Alianzas para lograr los objetivos.
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