Las condiciones económicas globales plantean un escenario nada alentador para las nuevas generaciones quienes, por regla general, tendremos que trabajar más para asegurar unas condiciones de vida dignas independientemente de los niveles educativos a los que hayamos accedido. En términos generales, las estadísticas demuestran que vivimos en un entorno económico tendiente a la inestabilidad laboral, a menores salarios y a recortes cada vez más grandes en la seguridad social, entre ellas la austeridad en las pensiones, asuntos que afectan gravemente la calidad de vida de los jóvenes quienes paulatinamente se adhieren al mercado laboral.
Según el Organización Internacional del Trabajo (OIT) más de 71 millones de jóvenes son desempleados, el 22% de los jóvenes ni estudian ni trabajan, de estos, el 77% son mujeres. Estas cifras son aún más preocupantes puestas en contexto histórico: en los últimos 20 años la población joven ha aumentado en 139 millones pero el empleo juvenil descendió en 35 millones, es decir más jóvenes, pero menos empleo disponible (de 21% a 15% disminuyó el porcentaje de jóvenes en el total de la fuerza de trabajo). Sin embargo, más preocupante es la situación de la calidad del trabajo. 3 de cada 4 jóvenes activos laboralmente tienen un trabajo informal, 19 de 20 viven esta situación en los países en desarrollo.
Para América Latina el escenario es cada vez más dramático. Somos una de las regiones en la cual el desempleo juvenil sigue aumentando: por cada adulto desempleado hay dos jóvenes en edad laboral desempleados llegando a un 20% de desempleo juvenil. Mientras que en el mundo se debe esperar un promedio de doce meses para el primer empleo después de graduado, en la región el promedio son 16 meses. Es preocupante también, en términos de calidad de empleo, el descenso en 12% de la proporción de empleo en la manufactura y la agricultura en América Latina, esta población migra hacia sectores con menor estabilidad y menores salarios como la construcción y el sector turismo. Esta tendencia crece aún más en Colombia, donde el sector de la construcción se ha expandido un 73% y el sector turismo un 44% en el empleo juvenil.
En Colombia, la situación para los jóvenes en términos laborales es aún peor producto de la quiebra de los sectores agrícola e industrial del país, siendo especialmente crítico el primero por la gran proporción de trabajadores rurales del país y el segundo porque concentraba el mayor número de trabajadores calificados y está vinculado por naturaleza a los sectores de innovación y tecnología del país. En los últimos 25 años, la participación de la manufactura en el PIB pasó de un 22% a un 11% en 25 años[1], siendo los jóvenes la población que ha soportado esta crisis ya que tuvo la mayor disminución en el total de empleados del sector. El fenómeno de desindustrialización en el país se suma a la mala calidad del empleo: sólo un 25% de los jóvenes trabajadores tienen un empleo permanente, comparado con el 80% en Reino Unido y un 58% en Turquía. Quienes no estudian ni trabajan representan un 21%[2], llegando a un 30% en las mujeres.
En resumen, el desempeño económico global de los últimos años lejos de garantizar condiciones laborales dignas para las nuevas generaciones ha profundizado la inestabilidad y los bajos salarios. Es difícil encontrar el primer empleo y es casi imposible garantizar un empleo de calidad, condición aún más grave considerando el alto número de jóvenes con deudas sobre sus estudios universitarios así como la alta proporción de jóvenes en condición de pobreza en los países emergentes. Estas condiciones afectan especialmente a las mujeres y se acentúan en países como Colombia, donde las malas políticas económicas generaron la quiebra en los sectores productivos con mayor empleo de calidad, relegando el empleo juvenil a la informalidad y al sector servicios con poca cualificación. Todo esto sin mencionar la incertidumbre global sobre las pensiones de las nuevas generaciones, mientras que el sector financiero y especulativo del globo ya concentra en el 1% de la población el 50% de la riqueza.
[1] Valencia, Mario. (2016). La industria. Ediciones Aurora. p. 88.
[2] http://www.ilo.org/ilostat/faces/oracle/webcenter/portalapp/pagehierarchy/Page21.jspx;ILOSTATCOOKIE=jzYTcELk9oKsBZZOoFE2EankD4TxDKuJUWoVyXCWUkmSAdbLYndx!124667382?_afrLoop=367015731677839&_afrWindowMode=0&_afrWindowId=null#!%40%40%3F_afrWindowId%3Dnull%26_afrLoop%3D367015731677839%26_afrWindowMode%3D0%26_adf.ctrl-state%3Dxcv4swqt2_4