España afronta uno de los momentos más críticos de su historia reciente, se refleja en sus campos y ciudades con una cifra de 12.5% de desempleo, en la angustia de sus empresarios, en el nivel de ingreso de sus habitantes propios y migrantes. Que Barajas esté colmado de migrantes senegaleses hoy no significa que la madre patria sea la tierra prometida.
Los actores de la economía española son realistas en que 2024 apenas habrá un crecimiento del 1.6% en la economía española con una preocupante desaceleración caracterizada por la baja demanda y la reducción de la tasa exportadora de un país sumido en una constante incertidumbre política desde hace ya varios años y un gobierno que afronta su peor momento con graves fracturas y el escepticismo que se refleja en muchos sectores contra el gobierno de Pedro Sánchez.
Recorrer las calles de Madrid es notar la angustia de muchos comerciantes que debieron cerrar sus negocios, pues ni siquiera la navidad o la ola de turistas que llega en la recta final del otoño les permitieron lograr sus objetivos. El salario mínimo promedio al año de un español apenas llega a 700 euros al mes, muy poco si el arriendo de un cuarto en un barrio clase media de Madrid vale como mínimo de 250 euros mensuales y ni que decir de los demás valores de la canasta familiar.
450 expertos consultados en diciembre pasado en el marco del Consenso Económico y Empresarial coinciden en que la economía española tiene un enfriamiento que se agudizará en 2024 por factores como la baja en el comercio internacional y una demanda que se ha reducido, ambas externalidades muy vinculadas con la incertidumbre y crisis que hoy afronta el país por el bajo consenso político entre el Psoe y los demás partidos, las polarización reinante y los contra mensajes frente a la realidad del país que afectan la confianza no solo de empresarios, inversionistas e incluso el optimismo de los mismos españoles que hoy ven el futuro más negro.
Otro de los factores que hoy preocupa a la economía española es el modelo energético que deberá transformarse acorde a los reclamos de la Unión Europea en relación con una industria y una producción cada vez más limpia y donde nuevamente los errores y la débil capacidad de concertación de Sánchez y de los sectores más progresistas de su partido, generan incertidumbre e impiden lograr puntos medios en el inexorable cambio que debe darse con el menor padecimiento posible para el bienestar de los españoles a la par con la protección del planeta. Este invierno ya sonó la campana de alerta, con los racionamientos en materia energética en una época de gran demanda de calefacción en lo hogares.
Aunque desde La Moncloa, las Cortes Generales o algunos opinadores y medios fanáticos al “Soe” traten de vender humo o sus opositores de Vox o el PP hablen de una tragedia extrema; ni tanto que queme al santo ni tanto que no lo alumbre. En relación con el momento que vive España, hay que ser realistas y monitorear este complejo panorama donde se ha incrementado el paro, la indigencia e incluso ha reducido el nivel de bienestar de amplios sectores del país.
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