25 años después de la muerte de Pablo Escobar, el icónico narcotraficante sigue generando escándalos en los colombianos, en esta ocasión, es la imagen de un bar en Barcelona quien abrió sus puertas el pasado diciembre (2017), según informa El Tiempo. El mencionado establecimiento llamado “Escobar”, no solo lleva la temática del narco en la decoración, sino que también la incluye en el menú, con algunos platos alusivos a Popeye. En fin, no me detendré en describir el bar porque en realidad poco y nada importa, la reflexión va dirigida a la reacción del colombiano, quien en su mayoría rechaza al “célebre” narcotraficante y se indigna ante tal muestra de admiración.
Aparentemente la guerra contra el narcotráfico en nuestro país está ganada, o al menos eso nos hacen entender los dirigentes con los nuevos retos y horizontes políticos que ha tomado la nación. Sin embargo, el legado de aquella época de terror sigue latente, la “narco cultura” se ha instaurado en las ciudades y la imagen de Pablo se va convirtiendo en un icono pop.
Cuando se habla de Escobar, una imagen vaga se dibuja en nuestras mentes, un busto un poco corpulento con un abundante bigote y una cabellera algo rizada. Pues bien, esta es la imagen comercial que en el mundo se vende del narcotraficante en camisas, billeteras y parches, y que, como en el caso del bar en Barcelona, forma parte de toda una escenografía en alusión al personaje.
Caso similar pasa con la foto de Ernesto “El Che” Guevara, capturada en 1960 por el fotógrafo cubano Alberto Korda, la cual fue una de las imágenes más reproducidas del siglo XX y que hasta la actualidad sigue cumpliendo con el legado, que con la excusa de ser la representación de la revolución es usada para satisfacer las necesidades de una sociedad consumista. Por otro lado, el irlandés Jim Fitzpatrick, quien produjo el símbolo rojinegro de “El Che” en 1968, decidió registrar los derechos de autor sobre la imagen, afirmando que «No se trata de hacer dinero, es para asegurarse de que se utilice del modo correcto (…) que no sea usada para burdos propósitos comerciales», informa Taringa.
Y es que el narcotráfico se extendió por toda Latinoamérica como una posibilidad de enfrentar la pobreza, traspasó las fronteras y llegó a Europa como una alternativa de liberación del imperialismo, y con ella, la imagen de Pablo Escobar Gaviria le dio la vuelta al mundo, al igual que la imagen de “El Che”, a tal punto que en un equipo de fútbol francés, sus hinchas sacaron una bandera alusiva al narcotraficante porque se identificaban con sus ideales. “Dentro de los hinchas del Marsella existen dos facciones radicales de izquierda. Los ‘Ultra Marseille’ y los ‘Biris Norte’. Ellos han adoptado ideologías que concuerdan con las labores sociales que el capo de la mafia intentó hacer en las comunas de Medellín”, reporta Diario Del Sur.
Si bien no sufrí directamente la guerra contra el narcotráfico, creo humildemente que el pensamiento del colombiano y en especial la ciudad de Medellín debe cambiar, pensar de otra manera respecto a lo sucedido, teniendo en cuento la admiración y sobre todo la intriga que genera Pablo Escobar en el mundo, y que este cada vez toma más fuerza como ícono comercial. Quizá es hora de que la ciudad de la eterna primavera explote la figura del narco, desarrolle estrategias de turismo sobre el controversial personaje.
Tal vez es hora de que los colombianos aceptemos la imagen de Pablo Escobar, no como esa representación del narcotráfico, si no como la imagen de la superación de una época lamentable para nuestro país, la superación del narcotráfico.