
A propósito de la serie de Netflix Adolescencia y los múltiples análisis realizados sobre ella, en los cuales se aborda la construcción de la masculinidad, la manosfera y cómo las distintas instituciones han fracasado para prevenir situaciones terribles como de este tipo, me gustaría centrarme sobre el intento de sus creadores en despatologizar el crimen cometido por un niño de 13 años e ir incluso mucho más allá de eso.
Lo digo ya que la serie busca tomar distancia de la mirada biopsiquiátrica que nos explica cómo un niño de 13 años es capaz de asesinar a sangre fría a una niña de la misma edad, como consecuencia de factores genéticos y hereditarios de un psicópata, para pasar a una mirada en donde la negligencia en el entorno familiar, educacional, el bullying y el uso sin supervisión de las redes sociales se vuelven primordial para entender lo ocurrido.
Es decir, sus creadores buscan hacer responsable a toda la sociedad de un crimen despiadado de un niño, a pesar de los claros rasgos psicopáticos de Jamie, en donde la agresividad, la manipulación, la falta de empatía y la falta de arrepentimiento están presentes durante toda la serie en el menor, y que pueden equipararse a otros casos, reales o no, en donde se muestra este tipo de personas.
De ahí que el foco no esté ahí en la serie, sino más bien en cómo se han instalado ciertos discursos patriarcales dirigidos a hombres en la manosfera, en los cuales al ver al feminismo como una amenaza, hay una reacción muy violenta contra las mujeres, lo que genera que se refuerce una idea de masculinidad muy peligrosa para la sociedad, en donde se puede llegar al extremo de asesinar, como se muestra con el caso de Jamie de Adolescencia.
No obstante, estando de acuerdo con esta lectura sobre los peligros de estos discursos de odio contra el feminismo y las mujeres, me gustaría ir mucho más allá de eso, y cuestionar la noción misma de psicopatía elaborada por la psiquiatría, que no ha sido otra cosa que una etiqueta patriarcal y racionalista, que como ha mostrado la crítica antipsiquiátrica, no tiene un respaldo científico sólido y ha sido una forma histórica de control social.
Con esto no estoy negando que hayan personas con mayores rasgos antisociales que otros, sino que esos rasgos no se explican por factores genéticos individuales que no han podido ser demostrados nunca por la psiquiatría, sino que son parte de una sociedad patriarcal, que ha construido una masculinidad de la muerte, que puso la competencia y la dominación por sobre la empatía, el cuidado y la interdependencia
No es casualidad por tanto que esos llamados psicópatas que matan, violan y torturan a mujeres, hombres, otros animales e incluso muertos, sean en su gran mayoría varones, ya que el problema no es individual, ni tampoco social, si se piensa en la idea de sociopatía, sino histórico del patriarcado, que hemos sido socializados para conquistar y para apropiarnos de nuestro entorno, como si fuéramos los dueños del mundo.
Es cosa de ver estadísticamente quienes son los que cometen homicidios, en donde el 95% de ellos son realizados por hombres (1), lo que muestra nuestra mucho mayor violencia en comparación a las mujeres y como nos ha afectado el patriarcado, más allá que algunos digan que eso se debe a que tenemos más fuerza que ellas y que esto tiene relación con nuestra producción de testosterona, como si el tema nuevamente tendría que ver con nuestra biología.
Pero no, la violencia que ejercemos como hombres contra mujeres y la vida en el planeta no es por nuestra biología, es por un sistema patriarcal que nos sigue pesando y se ve por todos lados, no sólo a través de la manosfera, sino también en las guerras, en el narcotráfico y crimen organizado, en las dictaduras, en el extractivismo, en los feminicidios, en los suicidios y también en los llamados psicópatas y/o asesinos en serie, aunque nos cueste aceptarlo.
En consecuencia, el tema es mucho más estructural de lo que creemos y mucho más difícil de revertir, si queremos prevenir situaciones como la de Jamie u otra real, ya que el patriarcado está en todos lados y se reproduce con las nuevas tecnologías, que son sólo un nuevo vehículo para que la masculinidad de la muerte siga quitando vidas y se disfrace de psicopatía o de alguna nueva identidad en la manosfera.
Ante esto, fomentar en todos lados masculinidades cuidadoras y por los buenos vivires, en donde los hombres nos reconectemos con nuestras emociones, con los otros/as y con la Naturaleza es el camino para despatriarcalizar las relaciones y el mundo, el cual sigue estando dominado por sistemas económicos y de vida insostenibles, que solo nos llevan al fin como especie, mientras de manera paralela se buscan monstruos para mantener las cosas tal como están.
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