Al Poniente conversó con Alfredo Ramas Maya, excongresista y actual precandidato a la Alcaldía de Medellín por el Centro Democrático, sobre su visión de ciudad y los retos que tiene que afrontar Medellín en los próximos años.
¿Por qué decidió lanzarse a la Alcaldía de Medellín?
Es una decisión que aún no he tomado. Estoy recorriendo la ciudad, estudiándola con profundidad, hablando con la gente y no debo perder de vista que es la ciudadanía quien le va diciendo a uno qué camino tomar. Las aspiraciones no pueden ser personalistas, eso le hace mucho daño a la política. Hay quienes anteponen sus intereses personales y se vuelven como una de esas mulas que no se quieren mover del camino.
Disfruto lo que estoy haciendo, pero sé que es la ciudadanía la que determina el futuro de las aspiraciones políticas. Así que, estoy en constante interacción con los ciudadanos, poniendo en discusión temas de fondo sobre el futuro de la ciudad, sobre su desarrollo institucional, económico, ambiental, social. Estoy dialogando con muchos sectores para entender si quieren un buen gerente para Medellín, si quieren una persona joven, dinámica, si quieren un líder honesto impulsar el crecimiento económico y social. En el momento adecuado y tras un análisis con cabeza fría de todas esas circunstancias, estaré tomando decisiones sobre la presentación de mi nombre para cualquier proceso electoral.
Hay que tener cierta osadía para uno considerarse a sí mismo como un posible candidato, ¿no?
Hay que tener determinación para hacer buena Política, sobre todo en momentos en que existen grandes riesgos reputacionales, de seguridad y jurídicos que buscan quitar del camino los mejores liderazgos y se pretenden fortalecer fórmulas clientelistas o populistas.
En política, una cosa es tener carácter y otra muy diferente es ser terco. Siempre he tenido claridad sobre mi propósito de servirle a la ciudadanía y de generar un proceso de transformación de la Política para abrir el paso a los mejores líderes públicos, de los cuales necesitamos muchos. Sin embargo, entiendo que la Política es una dimensión que trasciende el culto personal. Si fuera terco, diría “de aquí no me mueve nadie”, pero la firmeza de mi personalidad no riñe con el hecho de que son los ciudadanos los que deben marcar la pauta de ese servicio. Por fortuna, me siento muy contento, siento muy buena energía, una gran química con los ciudadanos y que mi nombre y lo que represento, mi estilo, conectan muy bien con ellos. Es evidente que eso me anima a seguir recorriendo Medellín con más ganas, con ese diálogo con los ciudadanos.
Una vez terminé en el Senado, tomé la decisión de no regresar al sector privado, donde estuve por más de diez años, y me dediqué a recorrer la ciudad buscando las mejores ideas, las más audaces, las ideas realizables para transformar la dinámica de la ciudad. Si fuera terco, diría que soy inamovible e irremplazable. Pero tengo carácter y firmeza, y tengo muy claro que este proceso es una construcción de equipo y no de una sola persona, es un proceso de muchos.
A priori, ¿cuál es el diagnostico que tiene de Medellín en temas económicos?
Medellín, Antioquia y -en general- Colombia, manejan dinámicas muy similares, hay una marcada informalidad, hay un capital humano que debemos preparar con mucha más claridad para los retos económicos globales, hay unos avances tecnológicos muy grandes y siento que el capital humano, donde tenemos tanto talento y tanta creatividad, debe formarse hacia ese tipo de retos que presenta el mundo. No nos podemos quedar con que los antioqueños son trabajadores y muy pujantes, debemos buscar una formación mucha más técnica, más profunda, más enfocada en ciencia y tecnología y en actividades que nos muestren cómo va el mundo.
Siento que la ciudad ha tenido cambios en su dinámica económica que generan retos interesantes pero que ha afectado algunas formas de empleo, que lo que ha habido es un crecimiento económico nacional y, Antioquia plegado de ese crecimiento económico nacional, ha podido sostenerse; pero definitivamente la ciudad debe generar un clima interno de emprendimiento, tener unos sectores a los que decida apostarle y que definan el futuro económico.
Hay unos clúster desde hace mucho tiempo que creo, deben reevaluarse, Medellín es muy dependiente de las finanzas públicas, creo que hay que incluir también al sector privado en el desarrollo de la ciudad y en general, de ciertas políticas públicas.
En fin, ha habido avance pero creo que Medellín debe dar un salto más agresivo para entrar a una onda global de crecimiento económica. La innovación por la que Medellín ha sido reconocida mundialmente, debe estar unida a un desarrollo económico mucho más claro, innovación económica, en ciencia y tecnología que Medellín debe adoptar.
¿Qué vocación económica deberían tener los clúster en los que se apoyaría la administración?
Yo veo que Medellín tiene capacidades históricas para trabajar especialmente sobre siete sectores económicos. Por un lado, dos sectores manufactureros: uno de industria de moda, que tiene diseño, textiles y confección, que es gran generador de mano de obra; y el otro importante es la agroindustria, en una estrecha conexión con el resto del Departamento de Antioquia.
Siento que por el desorden infortunado que hemos tenido de crecimiento urbano, hay muchas zonas de la ciudad que hoy están destinadas a la industria y que podrían ser mejor utilizadas -vivienda y espacio público, por ejemplo-, logrando movilizar la industria que está dentro de Medellín a otras zonas alrededor de la ciudad e, inclusive, a municipios cercanos. Porque el crecimiento de Medellín y Antioquia están íntimamente ligados, y no podemos ser macrocefálicos en la capital, dejando al resto del Departamento a la deriva económica, ambiental y social.
Veo también que existen otras cinco industrias asociadas a los servicios para los que Medellín tiene gran vocación y formación. Primero, siempre se ha mencionado el clúster de energía, pues Medellín tiene las cuatro empresas de energía más importantes del país: ISA, ISAGEN, CELSIA y, obviamente, EPM. Existe una tendencia marcada en Medellín por esta industria energética y una necesidad evidente de inversión en innovación y tecnología para desarrollar las mismas enfocadas en energías renovables.
También veo grandes oportunidades en tres sectores de servicios que pueden generar muchos empleos formales bien remunerados, de talla mundial. Uno histórico, que es el de Salud, donde tenemos gran capacidad de profesionales y una infraestructura moderna, pero que infortunadamente han existido unos celos dentro del sector que no han permitido potenciarla al máximo, por las complejidades que se manejan, especialmente por el retraso en los pagos del sistema de seguridad social, pero que no deberían ser óbice para el crecimiento como industria con repercusiones internacionales.
Otra gran oportunidad de desarrollo de nueva industria de servicios está en los temas de Educación, Ciencia y Tecnología. Medellín puede ser un gran centro educativo y de investigación latinoamericano, tenemos una ubicación estratégica, donde muchos extranjeros quisieran venir. Debemos potenciar la calidad educativa aprovechando tantas instituciones de renombre que tenemos, fortalecer la calidad en ciencia y tecnología, en donde tenemos tantos científicos de calidad internacionales; en esta industria puede existir un gran desarrollo económico.
Otra gran industria que tiene toda la posibilidad de desarrollo a través de la Cultura y el Deporte. Siento que la ciudad debe apostarle a fórmulas novedosas para generar muchos puestos de trabajo a través de una gran oferta de eventos de ciudad, formación, ferias, industrias de implementos, entre otros, en las que existen una gran cantidad de posibilidades económicas que hoy están muy fragmentadas y que hay que buscar canalizarlas estratégicamente para generar empleos de calidad y bien remunerados.
Por último, existe la posibilidad gigante de fortalecer nuestra industria de Turismo, que ha venido creciendo de forma muy interesante. Es una industria que debe buscar formalizarse en su totalidad, atraer un turismo con mayor estatus, con el reto de cambiar el turismo asociado a actividades ilegales. Tenemos un clima privilegiado, lugares increíbles, la calidez de nuestras personas es natural y requiere mínima inversión en formación. Unas condiciones que nos hace afortunados. También hay que aumentar el número de personas bilingües, ojalá en todos los sectores, pero especialmente en el sector turístico.
Hay muchos lugares por descubrir y presentar, otros por crear, los cuales deben organizarse y generarse rutas turísticas. A ello, se le debe sumar la oferta cultural descentralizada de eventos y actividades que planteé previamente, una importante oferta gastronómica, la protección y reconstrucción de nuestro patrimonio arquitectónico, todo con el fin de incentivar que los turistas permanezcan, además, mucho más tiempo en la ciudad. Medellín tiene una gran oportunidad de empezar a generar turismo descentralizadamente y llevarlos a todos los rincones de la ciudad y no que no solo vayan a los lugares de siempre.
Potenciadas estas siete industrias los demás sectores económicos también saldrán muy favorecidos: los servicios logísticos, financieros, jurídicos, entre tantos otros. El mayor favorecido será el Estado, con ciudadanos con mejores ingresos y calidad de vida, y unas arcas públicas sustentadas en el crecimiento económico y no en el aumento desmesurado de impuestos.
Creo que hoy, un buen líder público local tiene como gran objetivo llevarle a su ciudad crecimiento económico sostenido, asociado a la inversión y al turismo. Considero que esos dos son buenos indicadores para mirar cómo se está desarrollado una ciudad, una región o país. Siempre, eso sí, con un gran compromiso con nuestro ambiente, con nuestra biodiversidad, y con alto contenido social.
¿Hasta qué punto de la inversión pública debe limitarse el subsidio a la cultura?, ¿cómo hacer que la cultura sea sostenible desde esos clústers, cuando sabemos que hay una inversión en cultura que es discriminada?
Yo entiendo la cultura desde muchos puntos: desde la formación, hay que fortalecer mucho la inversión aprovechando que Medellín cada vez es más consciente de la necesidad de llegar a la jornada única escolar, incluyendo allí procesos culturales y deportivos que permitan llenar ese espacio con vocaciones interesantes. Este proceso da a los ciudadanos una cantidad de valores, genera formación, disciplina, trabajo en equipo, mejor convivencia. La educación debe ser abordada desde una formación ciudadana más profunda en humanidades, y la cultura, las artes, especialmente la música, deben ser parte vital del proceso de formación.
De otro lado, siento que la cultura hay que descentralizarla, la política pública de cultura no debe ser reactiva sino proactiva, más integralmente, especialmente en actividades culturales y eventos de ciudad que estén planeados estratégicamente, para no terminar fragmentando el presupuesto local sin lograr mayores impactos.
Aquí existe mucho talento natural para las artes, Medellín es reconocida internacionalmente en temas culturales y ello puede traer a la ciudad una gran cantidad de recursos económicos y turismo, vinculado más íntimamente a los barrios para que el talento local empiece a promocionarse y encuentren opciones reales de vivir -económicamente- con base en su talento y que, con estos espacios de fomento para el talento local, se consoliden nuevos íconos de ciudad.
Ésa debería ser la definición de la política pública cultural: por un lado, formación de talento dentro del proceso educativo y potenciar e impulsar los talentos dentro de la ciudad.
De otro lado, la creación de eventos culturas constantes que, en últimas, impulsan el turismo, los cuales podrían realizarse de la mano del sector privado, que en nuestra ciudad está dispuesto seriamente a invertir en esta materia. Más que «rasguñar» el presupuesto en cultura con pequeñas actividades que no trasciendan, Medellín debe impulsar su talento y generar constantes eventos culturales estratégicamente organizados de la mano del sector privado.
¿Qué gastos cree que la Alcaldía de Medellín debe suprimir para ser más eficiente fiscalmente?
Depende de qué modelo de Estado queremos. Yo le apuesto a las oportunidades por encima del asistencialismo. Es difícil determinar hoy cuáles gastos asistencialistas son innecesarios, pero es evidente que los subsidios en Medellín son exagerados, y se pueden convertir en una forma de corrupción en la que muchos políticos se aprovechan e incluyen solamente a sus amigos. Por ello, debe establecerse una supervisión constante a esos subsidios, hacer una profunda revisión para acabar la corrupción que se puede dar a su alrededor.
Segundo, si sumamos subsidios nacionales a los locales, vemos que existen muchas personas que encontraron un modo de vivir, no diré que el mas cómodo, pero sí injusto frente a otras que todos los días se esfuerzan para sacar a sus familias adelante. Ahí sí existe un verdadero desequilibrio. Muchas personas reciben subsidios y en muchos casos, sin generalizar, esto termina siendo un incentivo para perpetuar la pobreza. Es algo muy delicado y a veces políticamente incorrecto decirlo, pero es evidente que un modelo asistencialista, en algunas ocasiones, hace que muchos individuos se aprovechen del modelo para insistir en perpetuarse en la pobreza, no incentiva ni permite el crecimiento personal porque esas personas en muchos casos actúan de mala fe y saben que, por ejemplo, si mejoran su casa un poco, pierden esos subsidios. Así que esa política asistencialista dañina merece un profundo debate como sociedad.
Así mismo, considero que el subsidio requiere una contraprestación al Estado, es de las pocas formas en las que el modelo asistencialista tenga alguna sostenibilidad en el futuro. Hoy, existe una concepción en algunas personas de que todo lo merecen y no sienten la necesidad de retribuirle al Estado. Existen formas sencillas de retribuirle al Estado. Por ejemplo, en materia educativa, donde la educación es gratuita, quisiera ver a los padres más involucrados en el proceso educativo de sus hijos, y allí puede retribuirse, por ejemplo, con jornadas sociales de mejoramiento de los colegios, en temas ambientales, con las comunidades, en apoyo a jornadas sociales. Yo ataría los subsidios a contraprestaciones, no necesariamente económicas, y así algunas personas que abusan no estén en la comodidad de su casa buscando qué otros subsidios pueden recibir.
Creo que todos por el simple hecho de ser ciudadanos deberíamos tener beneficios del Estado, beneficios básicos como seguridad, educación, salud, unos mínimos para mantener una calidad de vida estable. El Estado debería proveerlos con gran entusiasmo. Pero pienso que cuando empiezan a existir desfases, se generan riesgos de que más adelante nos convirtamos en un Estado inviable. Ello ha sucedido en muchos de los países donde uno creería que este tipo de cosas llegarían a suceder, como lo que ha sucedido en Europa.
Personalmente, considero que existen dos grupos que merecen apoyo económico directo del Estado: por un lado, los adultos mayores que no reciben pensión, y por otro, personas en situación de discapacidad que en muchas ocasiones no consiguen empleo, y tienen que buscar un familiar para que los cuide que también termina retirándose de su trabajo para su cuidado. No es una lista taxativa pero sí deberían buscarse recursos nacionales y locales para apoyarlos directamente.
Pero también creo que deben revisarse otros tipos de subsidios con mucha objetividad. Medellín ha sido modelo en atención a afectados por el desplazamiento, pero debe estudiarse cada caso con detenimiento ya que se han evidenciado casos de desplazamientos artificiales, en busca de subsidios que deberían ir a otros grupos sociales que sí lo requieren. Igualmente, los habitantes de calle se han atendido con especial énfasis y tenemos programas muy interesantes como el tema de las granjas comunitarias, en los que se busca rehabilitar y hacer a la persona útil para la sociedad; pero paralelamente existen evidencias que traen habitantes de calle de otras ciudades porque saben que en Medellín se les atiende muy bien.
Así que, la revisión sobre la focalización de los subsidios debe ser una constante para el gobierno local, porque la solución a unos se ha convertido en fuente de llegada de otros, volviendo insostenible el modelo. Además, los subsidios deben ser temporales, para promover la resiliencia y no la victimización, para generar oportunidades reales y no para generar un proceso lastimero que poco aporte al crecimiento individual y social.
¿Y los gastos de funcionamiento? ¿Cómo hacemos para que desde la alcaldía no se promueva tanta contratación innecesaria?, la carga nominal y burocrática de la alcaldía es muy alta, tanto así que gran parte de la población de Medellín vive de contratos con la alcaldía.
Yo soy partidario de un Estado pequeño, que dedique la mayor parte de recursos a la inversión. Hay que mirar caso por caso, pero debe siempre haber más trabajo por hacer que personas haciéndolo, más aún cuando existen recursos públicos de por medio.
Cuando existen personas que se note claramente que no tienen ningún tipo de aporte dentro de una entidad pública, es evidente que hay un problema con el funcionario o con el cargo como tal. Considero que se debe acabar con el clientelismo y con el pago de favores, hay personas que históricamente han estado dentro de la administración por cuotas burocráticas y no con responsabilidades serias y bien sustentadas. En todas las entidades del Estado, y Medellín no es la excepción, existen nóminas paralelas que se deben erradicar para apostarle a una gran inversión que potencialice las oportunidades, especialmente hacia los sectores más vulnerables de la sociedad, los que más oportunidades requieren para su desarrollo personal, repercutiendo claramente en el crecimiento y sostenimiento de la ciudad como por ejemplo el programa Buen Comienzo, en instituciones que trabajan en el desarrollo de primera infancia, temas donde se podrían reubicar muchos de esos perdidos recursos burocráticos.
Es importante concentrarnos también en cómo generar más ingresos para la ciudad, eso creo que ha sido algo que han olvidado los lideres públicos, que se quedan manejando la rutina. Medellín requiere generar mayor crecimiento económico para generar mayores recursos para la ciudad, ese mayor crecimiento económico se verá inmediatamente reflejado en las finanzas públicas, en el impuesto de industria y comercio, en el impuesto predial cuando algunas zonas empiecen a subir de categoría económica, lo cual nos conviene a todos los ciudadanos.
El crecimiento económico trae consigo crecimiento social, formalización laboral, generando mayores ingresos también para la ciudad, por ejemplo, más cotizantes en pensión y salud, y de esa manera se quitaría el Estado la carga que ha asumido con sus propios ingresos para poderlos llevar a mejorar la calidad de vida de la ciudad.
Para mí, la mejor forma de desarrollo social es la formalización de empleos y es una fórmula para que el Gobierno tenga que disminuir muchos de sus gastos, y de esta manera pueda llevar los recursos públicos a los sectores que sí lo requieren, a invertir en mejorar la infraestructura urbana, a mejorar la calidad de la prestación de sus servicios.
Igualmente, debe buscarse que el sector privado invierta en muchos sectores en los que históricamente el Estado ha llevado todo el peso, y en especial en materia de vivienda, movilidad, espacio público, cultura y deporte. El objetivo debe ser que la ciudad crezca a tasas porcentuales muy superiores a las nacionales, que se han desacelerado en los últimos cinco años.
¿Cómo ve la Empresas Públicas de Medellín en este momento?
EPM se enfrenta a una coyuntura que debe aprovecharse para emprender nuevos caminos. Siento que EPM tiene que marcar hitos de innovación y siento que los procesos por los que históricamente ha sido exitosa esta institución referente de los medellinenses deben hoy ser reevaluardos.
EPM tiene que apostarle más decididamente a la innovación en todos los sectores en los que participa actualmente, en materia energética, agua, manejo de residuos sólidos; debe actualizarse en tendencias y generar nuevos recursos a partir de los mismos, y ojalá permitir una reducción de tarifas haciéndose cada día más eficiente. Por ejemplo, el modelo de crecimiento de energía hidroeléctrica se está quedando obsoleto y debemos apostarles a proyectos energéticos basados en energías renovables que se están abaratando a grandes velocidades. Y apostarle a la generación de energía a través de residuos orgánicos, aprovechando el manejo que se tiene sobre Empresas Varias de Medellín.
Igualmente, se deben revisar potenciales nuevos negocios para ingresar por parte de EPM, como el de las concesiones viales, algo que se ha venido discutiendo desde hace mucho tiempo.
Es así como la política futura de EPM debe partir de la innovación y reevaluación de los actuales negocios y de los posible futuros, pensando con claridad los retos que traen las tendencias, especialmente en el negocio más rentable que es el de energía. Es claro que, en un futuro no muy lejano, los consumidores más importantes de EPM buscarán su independencia energética. Los estratos altos y las industrias, que son quienes pagan mayores tarifas y subsidian a los sectores más bajos, son los más posibles para independizarse energéticamente en muy poco tiempo, dejando en riesgo los ingresos futuros de la compañía. Este es el momento para una verdadera transformación de EPM.