En el pasado hablamos de seguridad femenina y libertad de expresión en este espacio seguiremos esa línea en defensa y activismo para la seguridad de los profesionales de la comunicación pero sobre todo, en procura del respeto por el Estado de derecho y derechos humanos.
Juárez (México)… septiembre 16 de 2010 sicarios activaron sus armas apagando la vida de Luis Carlos Santiago Orozco de veintiún años e hiriendo gravemente a su colega Carlos Manuel Sánchez de dieciocho. Los asesinos huyeron sin embargo los hechos de violencia apuntaban a ser un ajuste de cuentas por parte de un cártel de la droga. El objetivo del cártel era el periódico para el que trabajaban las víctimas porque según ellos, a diferencia de otros medios de comunicación de la ciudad, su periódico seguía informando sobre delitos relacionados con la guerra contra el narcotráfico que se libraba por aquellos días entre los cárteles de Sinaloa y Juárez.
Era el segundo asesinato de uno de sus periodistas en dos años, lo que llevó al periódico a responder con un editorial en primera página dirigido a los cárteles. En él, les preguntaban directamente qué debían publicar para evitar más muertes, lesiones e intimidaciones a su personal. En este punto la información deja de ser independiente y pasa a estar controlada por quienes tienen el poder capos de la droga, funcionarios públicos corruptos, empresarios y políticos.
Los crímenes contra periodistas no se limitan a un puñado de países; ocurren en cualquier lugar donde los poderosos y los corruptos quieren ocultar la verdad caso en el cual significa que en casi todas las naciones se cometen agresiones contra los periodistas sea por acoso, intimidación, encarcelamientos arbitrarios, secuestros, ataques violentos y asesinatos.
…la impunidad viene de las propias barreras de acceso a la justicia. En algunos países, se debe a que los sistemas judiciales carecen de recursos humanos y administrativos…
Desde 1993, 1.663 periodistas han sido silenciados por seres inescrupulosos que pretenden callar la verdad, de esa cifra Latinoamérica y el Caribe lastimosamente aportan 415 asesinatos de los cuales Colombia y México son los Estados dónde más crímenes de este tipo se comenten
Paradójicamente de cada diez casos de periodistas asesinados, sólo uno acaba con el procesamiento de los autores aun teniendo pleno conocimiento de quienes son los verdugos. Estos asesinatos incluyen a los que mueren mientras informan sobre conflictos armados -caso Colombia-, sin embargo, la mayoría son asesinados en países sin conflicto armado -caso Argentina, Honduras, Brasil, Venezuela Honduras-.
¿Motivos? Los periodistas publican noticias locales que algunos preferirían ocultar. En muchos casos, los implicados en estos crímenes son lo suficientemente poderosos -mayormente políticos vinculados al narcotráfico, megamepresarios ganaderos e incluso directivos deportivos- lo cual sirve para obstruir investigaciones judiciales.
En otros casos, la impunidad viene de las propias barreras de acceso a la justicia. En algunos países, se debe a que los sistemas judiciales carecen de recursos humanos y administrativos. En otros, se debe a la corrupción y la falta de transparencia. Mientras que, en algunos casos es la falta de conocimiento de las buenas prácticas para investigar este tipo de delitos haciendo que, a menudo, el asesinato de un periodista se considere simplemente un delito común, que no tiene ninguna relación con su profesión. Tales carencias en los sistemas judiciales hacen que los casos tarden muchos años en resolverse, si es que llegan a resolverse pues de ello se concluye el quebrantamiento de la democracia, de la seguridad y del Estado de derecho transformando estas acciones en ciclos de violencia interminables contra los periodistas.
¿A dónde conduce esto? A la expansión de zonas globales de silencio. Círculos en los que sólo los poderosos deciden las noticias que debemos escuchar. Zonas que violan nuestra libertad de expresión y nuestro derecho colectivo como sociedad a acceder a la información veraz, objetiva e imparcial. ¿Cómo solucionamos esto? El camino empieza por reconocer la complejidad de estos delitos y considerarlos delitos contra la libertad de expresión, no sólo contra las personas. Para resolver este problema es fundamental contar con los actores judiciales responsables de investigar y perseguir estos delitos. Para resolver la cuestión se requiere un conocimiento colectivo de cómo romper el ciclo de impunidad.
La UNESCO, por ejemplo, ofrece formación global en línea, con el objetivo de aumentar la comprensión de las normas internacionales sobre libertad de expresión entre los agentes judiciales y las fuerzas del orden. Se está ofreciendo apoyo a los periodistas en sus batallas legales contra los ataques para silenciarlos. Y las redes de periodistas de investigación están trabajando para resolver los crímenes contra sus colegas periodistas al tiempo que sacan a la luz las historias que los autores intentaron ocultar.
Finalmente, si usted es un actor del sistema judicial y propende por la paz y la libertad de expresión y prensa, puede aprender de procesamientos exitosos de crímenes cometidos contra periodistas, del mismo modo puede utilizar las enseñanzas para perseguir casos y garantizar el Estado de derecho ya que la mejor manera de proteger a nuestros periodistas, de proteger nuestros derechos colectivos, no es renunciar a estos casos, sino llevar a los criminales ante los estrados judiciales. Como siempre, la solución empieza por tomar conciencia del problema.
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