Entre borrachos y ejecutivos, comprarse unos amigos

A lo mejor Marx y Engels también sabían que las determinaciones del materialismo histórico se colaban hasta en la rumba más ecléctica y multicultural”


Jhoncito me da una pola y me tira un dato que tranquiliza, luego se marcha para danzar bajo la lluvia con una Salsa de la vieja guardia. Después de las dos de la mañana todos son bailarines, filósofos o políglotas. Apuro un trago de cerveza mientras pienso en cómo los diferentes estratos socioeconómicos pueden entenderse desde la cantidad y calidad del alcohol que se compra. Como soy un tipo desordenado aprendí a amigarme con los ñeros y con los gomelos sin ninguna distinción, por lo que la confianza en mi experiencia empírica me permite aproximar sin vergüenza otro cigarrillo regalado, quizás tengo suerte, casi siempre salgo sin dinero y regreso a casa borracho, vivo en el norte, un lugar privilegiado según muchos, en una residencia de estudiantes universitarios, mi habitación es un sótano colmado de humedad, oscuridad y arañas.

Hay una pequeña, muy pequeña gracia en que las cosas sean difíciles, que intentes desahogarte con los conocidos del bar para que estos te enseñen todo su repertorio de refranes recalentados, lugares comunes y mantras de la sabiduría popular. Soluciones prácticas para problemas que no son capaces de entender, por ser ellos otros cuerpos disonantes, con sus propios ritmos y problemas. Hay días que estamos pesados, muy inconsolables para los terrenos de la lógica, sólo la emoción que respira con nombres propios y canciones selectas. Muchos creerán que solo intentas provocar lástima para justificar el que te inviten la siguiente ronda, y otros te reprocharán tácita o displicentemente el no haberles devuelto el favor: “A este man no le hemos conocido la mano aún, pero pues algo un día, de pronto…”

A lo mejor Marx y Engels también sabían que las determinaciones del materialismo histórico se colaban hasta en la rumba más ecléctica y multicultural. Que andar si un peso es un hecho inaudito para los ingenieros y oficinistas que ganan más de cinco millones al mes, que no se advierte cuando la generosidad de los otros se irrita y rehuye al sarcasmo pasivo-agresivo, que te están haciendo el feo y el quite por debajo de cuerda, porque el asombro se supera pronto si no pones lo que supone se debe poner para la botella de la noche, si siempre mendigas cigarros, si no tienes el mismo nivel de esa noción de generosidad. Es requisito de convivencia, ¿estás desempleado y deprimido? ¿qué solo quieres hablar? ¡Excusas!

Como mis viejos amigos me echaron del parche por ser un goterero y un ventajoso que nunca ponía nada -dizque que solo le gusta tomar de gratis, qué perro-, tuve que echar mano de mi ingenio como lavador de carros para seguir costeando mi turbulenta relación con la bebida, y como no, para comprarme nuevos amigos. Unos que pusieran para la “vaca” lo mismo que yo, es decir poco y escaso y casi nunca; comprendí que el desarrollo histórico de mi clase social determina buena parte del modo en el que pretenden hacerme auto-percibir, que mis condiciones económicas afectan mi autoestima, el modo en el que me relaciono y la forma en la que comprendo y accedo a la política y la cultura. Y tal vez también era un poco mi culpa, y por andar hablando de esas cosas fue que terminé compartiendo un cigarro entre tres y una buchona de cerveza entre cinco. Pero ese ya es otro tema.


Todas las columnas del autor en este enlace: Cristian Felipe Leyva Meneses

Cristian Felipe Leyva Meneses

(Armenia, Quindío, Colombia, 1997) ha publicado su trabajo literario en ERRR Magazine, Seattle escribe, Himen, Palabrerías y otras. Ocupó el segundo lugar en el V concurso departamental de cuento Humberto Jaramillo Ángel; fue invitado al XI Festival internacional de poesía de Manizales y al XXXVI Encuentro nacional de palabra, proclamado como escritor del año en el XIV encuentro nacional de escritores Luis Vidales, autor del poemario «Ansiedad sobre los senderos» y participante de numerosas antologías de microrrelato, cuento y poesía.

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