Endeble mortalidad

«Sociedad fatídica, si en mis querellas uno encuentra paz, bendito sea el cielo y la tierra más si el infierno se cola entre nuestra alma”

El ser humano nace con un destino predeterminado pero he ahí su persona si uno decide desarrollar aquel talento con el que fue concedido, fortificando cada día sus conocimientos con nuevos atributos y retos que obtengan valor, teniendo en cuenta gustos fructíferos ante un presente prometedor y un futuro desdichado. En aquella inmundicia de júbilos, el mundo despotrica a los fervientes seguidores humanizando la razón y siendo preso de un corazón desconsolado, desgarrando cada parte de su maldita existencia. En recónditas instancias, no vendría el caso ¡llorar! Después de todo ¿Qué satisface unas lágrimas de ira? Si en nuestra mente persiste un recuerdo insatisfecho, pero ¡hay! Delirio bendito, ¡hay! Sociedad fatídica, si en mis querellas uno encuentra paz, bendito sea el cielo y la tierra más si el infierno se cola entre nuestra alma…amor mío, solo pido que eduques en santidad y transformes a los pecadores en amantes. Ser humano, fanático de lo inmoral, bastardo de lo trivial, condecoras respuestas agrietadas, vacías con el paso del tiempo y aun así la esperanza no se marchita, en cambio nuestro “ego” nos recuerda que la falta de un desahogo permanente se torna gratificante ante los ojos de tu alma. “Deseo”, insatisfecho significado.

Historias que poco a poco condecoran nuestra alma, aquello sucedió en una tarde de labores mientras mi cuerpo merecía un descanso placentero, los sueños impulsaron hacia una imaginación exorbitante: Y el hombre, angustiado entre caminos pedregosos, su alma se debate en medio de un constante miedo, atormentado sin gracia ni súplicas mientras la desdicha sentado a su derecha como dios manda, va y consuela a su prójimo: DESDICHA: Un fuego eterno debilita la paz, pero lo que me preocupa no es el castigo que te espera en vida porque un ser sin consciencia que chamusque cualquier episodio terrenal ya no logra inmutarse.

Y ¿Qué esperas de la muerte? porque las puertas de la eternidad buscarán consuelo ante tu destierro.

HOMBRE: Desdicha, no hay instante que no piense en ella, si aquellas noches en vela mi alma instaura sin consentimiento su desvelo terrenal o el cielo figure de par en par episodios de grandeza mientras el infierno entre alaridos cortos segmente su irremediable malestar…¡solo huye!, no pienses ni glorifiques tu muerte porque ante la eternidad una vida con desconsuelo turba la razón de nuestra realidad, negando una absurda creación por que la libertad apuesta por un fatídico despertar de una muerte lenta y dolorosa…

DESDICHA: ¡Cuan riguroso y estricto comportamiento surge! La muerte, lamentablemente no escoge con quién salir de su purgatorio eterno, ni muchos menos ofrece opciones descarriladas. Hoy te encuentras en las últimas instancias de tus deseos impuros y tal vez el mañana depare un hallazgo que no quieres culminar.

HOMBRE: Ejemplificaré de una manera sutil…

Es como cuando uno se encuentra enamorado pero también nos podemos dar cuenta que el amor no funciona en tiempos cortos o modernos, ni mucho menos no deseo embriagarme con una falsa sonrisa que instaura melancolía. Mi presencia en el mundo se torna inexistente cuando pienso en ti, tú limitas cada cierto segundo un compás infinito; irradiando de emociones este gélido corazón pero ¡hay de nosotros! Si su amor no es correspondido, ¡hay de nosotros! ¿Qué sería de unos versos inquebrantables dedicado a nuestro futuro? Rehúso cada recuerdo imponente entre suspiros inertes, negando la muerte cada cierto desconsuelo, llorando una despedida mientras escucho a lo lejos el susurro de mi soledad…Firme, déspota, anonadado por las cuantiosas deidades que rodea tu existir; “ser humano” insatisfecho despertar galopa marcas de traición.

¿Ahora comprendes? Tanto la muerte como el amor resultan ser necesario para saldar riendas con la inmortalidad.

DESDICHA: Obtusa realidad, acumulas grandezas y gratificas inútiles tempestades. ¡HOMBRE! ¡HOMBRE!, egocéntrico y déspota, ¡hoy! que impulsas una muerte repentina restituyes bondades y desconsuelos.

HOMBRE: Indeterminado amanecer, pero…

Si he de morir, moriré de pie

Sin objeciones ni despedidas

Sin miedo al rechazo

Con la cabeza en alto concederé mis plegarias,

A la muerte y el destino

Imponiendo sus juegos al azar

Romperá cadenas de falsos testimonios.

Y mi alma sin miedo a despertar

Impedirá que el infierno consuma mi tristeza

Pues si he de morir, moriré de pie.

En medio de un aguacero insolente

Mis pupilas reflejan el complejo significado

De la “vida”

Cuan pausada, lenta y dolorosa

Responder objeciones sin sentido,

Instaurando una felicidad momentánea

Porque si he de morir, moriré de pie

Sin dificultad de ver un nuevo atardecer.

Contra viento y marea, una tarde de otoño

Sin primavera invaden momentos de nostalgia

Y mi alma, alborotada…fortuita e ilegal.

DESDICHA: ¡Terquedad! ¿Quién comprende al ser humano y sus tormentos?…

Y de esta manera, la tertulia confesó su último suspiro, sin contratiempos ni temores…Solo, anonadado ¡hombre!