En defensa de Tribugá

No podemos permitir que por la ambición de unos pocos, en este caso empresarios de la región cafetera, se sigan destruyendo los ecosistemas que, paradójicamente, hacia afuera tantos nos envidian y quisieran tener.

Como es sabido, hace unos días fue aprobado el Plan Nacional de Desarrollo (PND), aunque con gran polémica. Primero, porque sólo horas después de que el proyecto fuera aprobado en Cámara de Representantes, después de tres días de intensos debates, entró a discusión y aprobación en el Senado, lo que impidió que los senadores tuvieran tiempo para estudiar con detalle el texto que iban a aprobar.  De modo que en el Senado el proyecto prácticamente no fue debatido, se limitó a aprobarse tal y como venía de la Cámara de Representantes, se aprobó a “pupitrazo”, como refirieron algunos.

La segunda razón fue la inclusión en el texto definitivo  de temas álgidos como el traslado de la política de vivienda rural del Ministerio de Agricultura al Ministerio de Vivienda, el avance de proyectos de “fracking”, y la construcción de un puerto en el Golfo de Tribugá. Este último  ha sido de los que ha generado más sensibilidad en la opinión pública.

En los últimos días se ha desatado una controversia por cuenta de que el gobierno nacional salió a afirmar, a través de su ministra de transporte, Ángela María Orozco, que el puerto en el golfo de Tribugá no se encuentra previsto en el PND, y que por lo tanto lo dicho se trata de “desinformación”. Sin embargo, el proyecto sí se encuentra incluido, específicamente en el Plan Plurianual de Inversiones (PPI) que es la parte especial del PND (recordemos que el Plan Nacional de Desarrollo consta de una parte general y una parte especial). Así lo han sostenido las comunidades endémicas y parte del Congreso, como Catalina Ortiz, representante a la Cámara de Representantes del Valle de Cauca por la alianza Verde. Ella ha sido una de las abanderadas en la defensa de la no construcción del puerto, y ha dicho que lo que hizo el gobierno fue renombrar el proyecto de “puerto multipropósito de Tribugá” a “puerto de aguas profundas en el pacífico norte”.

Aunque es cierto que puede resultar discutible que el puerto de Tribugá esté previsto o no en el PND  (recordemos que el Plan Nacional de Desarrollo es un documento que recoge los propósitos y lineamientos generales de las políticas públicas que ejecutará el gobierno en sus cuatro años de gestión, por lo tanto, a partir de él, no es tan fácil identificar concretamente qué proyectos van a realizarse y cuáles no), hay algo claro, y es el interés del gobierno nacional, y en particular  del presidente Iván Duque, en la ejecución del proyecto. Hace unos meses, en el taller Construyendo País que se realizó en Filandia, Quindío, el presidente afirmó: “el Puerto Tribugá es una de mis obsesiones en materia de infraestructura” y “es muy importante para el país”.

El proyecto de construir una zona portuaria en el golfo de Tribugá no es nuevo. Ya desde 1953, en la presidencia de Gustavo Rojas Pinilla, se contrató una empresa internacional para que realizara estudios sobre la viabilidad del proyecto. En 2006 se crea la sociedad de economía mixta “Arquímedes” conformada por empresas del sector privado, universidades, cámaras de comercio  y otras entidades de orden estatal, como la gobernación de Risaralda y Caldas. Y con la llegada de Iván Duque a la presidencia el proyecto volvió a adquirir fuerza.

Para el país sería una tragedia la construcción de un puerto en el Golfo de Tribugá, por los efectos ambientales, sociales y económicos que traería.

Hay que considerar que no sólo tendría que intervenirse el ecosistema de la zona donde estaría ubicado el puerto, sino aquellos por donde pasarían las vías que lo conectarían al interior del país, por lo que sus efectos son muchos y no tan fáciles de cuantificar. Por ejemplo, ya se ha establecido que con el puerto se requiere la construcción de la obra Las Ánimas-Nequí, y para ello hay cinco tramos que deben construirse y repararse donde casi todos pasan por colectivos afrodescendientes e indígenas.

El golfo de Tribugá tiene 34.746 hectáreas de corredor migratorio de la ballena jorobada. El puerto generaría una recepción de residuos sólidos y metales pesados durante los procesos de dragado, una modificación en la composición físicoquímica del agua, una disminución de los niveles de oxígeno y una disminución de la penetración lumínica que afectaría 1500 ballenas anualmente (Invemar 2016).

En la zona existen 1865 hectáreas de manglares. Si se construye el puerto se acabaría con 916,94 hectáreas (50%) (Marviva 2016). Los manglares ofrecen protección de las zonas costeras, estabilización del suelo, participación en el ciclo de nutrientes, control de erosión. Además son áreas de anidación y sustento de numerosas especies de crustáceos, moluscos y peces.

En Tribugá 971.86 hectáreas de playa son de anidación de tortugas. El puerto traería consigo procesos de dragado y manejo de residuos que generarían salinización de suelos, contaminación de aguas superficiales y freáticas (Marviva 2016) que afectaría la vida de las tortugas.

La pesca artesanal es la actividad más importante de Nuquí (Tribugá es uno de los nueve corregimientos de Nuquí). Existen 378 pescadores, 17 asociaciones, 257.076 kg de pescado desembarcado en 2016 (Marviva 2016). Todas esas familias que hoy dependen de la pesca artesanal (que en cantidad de personas podría sumar 1200, considerando que por pescador hay una familia de tres personas) con la construcción del puerto quedarían sin medios económicos para sobrevivir.

En los últimos años Tribugá ha adquirido una vocación económica hacia el turismo ecólogico, que implica el desarrollo sostenible y la conservación medioambiental.

Un dato económico de gran valor es que el puerto de Buenaventura sólo está utilizando el 75% de su capacidad. ¿No sería lógico, antes de pensar en la construcción de un nuevo puerto, utilizar toda la capacidad de los puertos que ya existen?

No podemos permitir que por la ambición de unos pocos, en este caso empresarios de la región cafetera, se sigan destruyendo los ecosistemas que, paradójicamente, hacia afuera tantos nos envidian y quisieran tener.

@joseroman_05

José Román

José Román Arredondo. Abogado-Universidad de Medellín. Especialista derecho administrativo-Universidad Externado. Docente.