“Un sin número de residuos sólidos «empañan» a la ciudad de Barranquilla donde la falta de cultura ciudadana e ingratitud de los mismos nos ha costado desde desbordamientos de arroyos dejando consigo inundaciones hasta la proliferación de basuras a lo largo y ancho de la ciudad”.
El tajamar occidental de Bocas de Ceniza en el río Magdalena, se encuentra en total abandono, a pesar de que esta estructura es mencionada en el himno de la ciudad el lugar y sus habitantes no son nada prometedor pues se presentan visibles dificultades para propios y visitantes.
Bocas de Cenizas se encuentra ubicado en inmediaciones del barrio Las Flores al norte de la capital del Atlántico, abrazado por las aguas del río grande de la Magdalena y el Mar Caribe, allí te adentras a un destino que quizás nadie espera por su evidente descuido y deterioro. Inicialmente se debe recorrer unos 12 kilómetros entre “los trencitos” o vagones y el resto a pie lo que te lleva a despertar tu sentido de pertenencia con mucho más vigor al ver todo aquello que nos rodea y que le hacemos daño con nuestro pésimo uso hasta el punto de sentir culpa ajena, por cuanto lo deteriora quien comete el acto como el que lo contempla y lo ignora.
Este extenso tajamar que ha sido excluido durante muchos años deja un encuentro de emociones posterior a su recorrido, pues un sin número de desperdicios se muestran a diestra y siniestra durante el trayecto que no permite que la caminata sea ecológica si no de concientización ambiental minimizando las expectativa de quienes visitan. Lo que nos lleva, a que debemos entonces luchar por un empoderamiento ciudadano para hacer crecer nuestro territorio en cuanto a concientización ambiental, independientemente de los futuros proyectos que allí se avecinan (Puerto de Aguas Profundas, también conocido como superpuerto).
Entre tanto, es pertinente hacer un llamado a las autoridades locales y a las comunidades en pro de unir fuerzas por una mejor ciudad y por un mejor planeta. Porque son sus hijos quienes disfrutaran durante los próximos años de este “pedacito” de tierra que tanto vendemos como destino turístico, pero que poco le aportamos, así, que piénselo bien cuando vaya a arrojar una bolsa de basura, o desecho que contamine nuestra Madre Naturaleza a la que mucho le debemos pero que poco le hemos dado.
Dicho lo anterior, merecemos los Barranquilleros un lugar digno para disfrutar en familia y seres queridos regocijándonos en medio de la naturaleza, esa que nos vio nacer, pero que al día de hoy vemos morir de forma lenta y despiadada por la mano del hombre que a su vez sienta la ira de un medio ambiente resentido y descuidado por el ser.