“La mina Las Brisas se convertirá en la primera mina circular de Colombia, al aprovechar el material sobrante del asbesto para producir silicato de magnesio”.
En diciembre del año pasado, el ministro de Minas y Energía de Colombia, Diego Mesa Puyo, anunció en varios medios de comunicación que iba a estar en el municipio de Campamento, Norte de Antioquia, para conocer la mina Las Brisas que “antes producía asbesto, prohibido desde el 2019 y que ahora está haciendo la reconversión para producir magnesio, mineral que se puede utilizar para construcción, vehículos eléctricos y aviación” (Ver declaración completa del ministro). Esta noticia tiene tres grandes hitos: el primero, es que en palabras del mismo ministro, con esta reconversión, la mina Las Brisas se convertirá en la primera mina circular de Colombia, al aprovechar el material sobrante del asbesto para producir silicato de magnesio; segundo, seguirá generando empleo de calidad, el asbesto se explotó durante 50 años en Campamento, generando en promedio 250 empleos, siendo una de las principales fuentes de economía; con la prohibición de la explotación del mineral, estos empleos quedaron en jaque; ahora, con la reconversión de la mina, se encienden de nuevo las oportunidades; tercero, Las Brisas es un ejemplo más de coexistencia, innovación y de cómo convertir las amenazas en posibilidades.
Campamento tiene poco más de 9 mil habitantes, se encuentra a 3 horas y media de Medellín, su economía se fundamenta en cultivos de caña de azúcar, minería; en menor medida café y turismo ecológico por la riqueza de sus cascadas (ver atractivos turísticos de Campamento), allí se evidencia cómo en Colombia sí se pueden complementar las distintas actividades y aportar conjuntamente para generar mejores condiciones de vida.
Como conté al inicio, el asbesto se prohibió en Colombia en el 2019, y valga decirlo, la mina Las Brisas era la única en el país en producir este mineral. Debió cerrar. Colombia acató las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud donde decía que debía prohibirse su uso porque estaba comprobado que la explotación de este mineral era perjudicial para la salud, causando graves enfermedades respiratorias; en un especial publicado por el periódico El Tiempo, ese año (ver), la comunidad de Campamento se preocupó con la decisión, principalmente por los empleos que se iban a destruir y que -como pasa en la mayoría de pueblos en Colombia- se verían obligados a irse de su lugar de nacimiento a otros sitios, en busca de un mejor futuro.
Es grato conocer que un año después, seguramente como resultado de un proceso de análisis e innovación de los directivos de la mina Las Brisas, estos lograron darle la vuelta a su empresa y encontrar otras oportunidades de negocio que permitieran salvar a la compañía, seguir siendo fuente de empleo y convertirse en un referente de economía circular, al aprovechar el material sobrante de 50 años de producción, para beneficiar otros minerales como el magnesio, el talco, fertilizantes y materiales de construcción.
Este tipo de empresas muestran el talante resiliente de los empresarios colombianos que ante las dificultades ven con optimismo otras oportunidades, pensando no sólo en obtener una rentabilidad económica sino en dejar legados positivos desde lo social y ambiental. En Campamento tenemos otro referente de minería bien hecha en el país.
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