Emberraquémonos

Estos días, los medios de comunicación no paran de divulgar noticias sobre casos de abuso y violencia hacia mujeres, pero principalmente a menores de edad. Causa indignación, lo que es lógico, pues vemos como se suman más y más casos de abuso en niñas y mujeres en lo que va del año

Normalizar conductas de acoso en nuestra cultura machista, es la situación que viven  miles de mujeres, casi que a diario. Generalmente las mujeres estamos expuestas a situaciones de ignominia, frecuentes en casi cualquier espacio o ambiente en el que nos encontramos, y como si no fuera suficiente, hoy se suma a la lista los acosos por internet o a través del dispositivo móvil. ¡Que belleza! –  con tono sarcástico.

Pero continuemos. Estos días, los medios de comunicación no paran de divulgar noticias sobre casos de abuso y violencia hacia mujeres, pero principalmente a menores de edad. Causa indignación, lo que es lógico, pues vemos cómo se suman más y más casos de abuso a niñas y mujeres en lo que va del año; como muestra el informe del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses que ya alcanzan alrededor de 17.907 casos. En su  mayoría han sido mujeres, con 9.378 casos, en los que han sido agredidas física, psicológica, económica y sexualmente durante los meses de marzo a junio.

Y ni hablar de la indiferencia que parece existir todavía, donde se sigue atentando contra la  integridad y dignidad en esta sociedad, que pierde su humanidad, reflejando la desigualdad propia que heredamos de una sociedad machista; ni que decir de la respuesta tardía por parte de las autoridades competentes, que se supone están para defendernos; o de la inoperancia e ineficiencia del sistema penal.

Es injusto para las miles de víctimas, quienes deben exponerse y reconocer su situación, y sin embargo, todavía algunas denuncias no se resuelven en un tiempo prudente. Luego se preguntan por qué las mujeres no denuncian, podría pensar más de uno, o lo que es peor, por qué se quedan calladas, dirían los ignorantes. Un panorama poco alentador a decir verdad. Pero sigamos insistiendo que por ningún motivo se debe seguir normalizando la violencia, hacia nosotras, las mujeres.

-¿Qué es lo que nos sucede?-. Empecemos por la falta de educación que existe en educar bajo la posibilidad de generar contenidos y discursos para la formación en valores de equidad, respeto y sobre todo igualdad. Pregúntese, si usted mismo ha sido “víctima” de una sociedad patriarcal, lo que nos lleva a actuar bajo unos preceptos aceptados como normales, cuando en realidad, vienen siendo algo así como micromachismos, que quiere decir, una violencia “blanda o suave” y que con frecuencia pasan desapercibidos. Hablemos con un ejemplo claro:

Suponga usted que en tiempos de COVID-19, está junto a su novio y/o esposo. Los dos están limpiando la casa. De repente, usted decide salir a comprar un tapabocas, y se cruza casi que a la entrada de la tienda, a su vecina. La mujer le hace un par de preguntas, a pesar de que sabe que deben mantener siempre su distancia, de todas maneras la mujer le sigue contando su vida, hasta que le comenta que le ha tocado trabajar fuertemente pues en su casa nadie le ayuda en nada. ¡Ojo! Ahí está el primer caso.

Después, usted con total orgullo le contesta a su vecina, – Yo no tengo ese problema, a mí me ayudan con los oficios en la casa-. Así, tranquila se despide, pensando que es una mujer afortunada por tener quien le ayude con los varios oficios del hogar. Pero Alto ahí.  El hombre también limpia su casa, no por la razón de ayudar a su pareja, sino porque él también vive ahí, así que por consecuencia, su deber también es el de colaborar en el cuidado de su hogar. En conclusión es también su responsabilidad.

Estos asuntos, por pequeños que parezcan, son los que justifican el tipo de sociedad en la que vivimos. Podemos empezar por visibilizar los discursos de colectivos que hoy quieren alzar la voz por ellas, expresando su desconformidad, como el portal web Porquequieroestarbien, Observatorio de feminicidios Colombia, también el movimiento feminista Estamos Listas y de muchos otros. Igualmente a educar y deconstruir el lenguaje inclusivo (no sexista), donde el imaginario colectivo, no se reduzca a propiciar dichos comportamientos que se llevan de generación en generación, sino que rompan con su continuidad, para construir un lenguaje que responde a la transformación social en la que hoy nos encontramos. Pues es ese “status quo” que no responde a la realidad actual, y que además, genera una repetición de esos mismos comportamientos, por creencias y conductas aberrantes, que se convierten naturales y, por consiguiente, aceptados.

Indignémonos por los niños, niñas y adolescentes indígenas víctimas de abusos como la niña embera que fue víctima de violación por parte de miembros del Ejército. Indignémonos por la niña de cuatro años que también fue violada y golpeada brutalmente en el municipio de Garzón, en Huila. Indignémonos por los 116 feminicidios entre los meses de marzo a junio, de las 188 mujeres asesinadas en lo que va del año. También por los 21 casos de menores de edad, según  muestra la  Fundación Feminicidios Colombia, a lo largo del confinamiento.

Indignemos por las mujeres que día a día sufren del abuso y acoso sexual, como el  grupo de  ocho mujeres  que expusieron  sus testimonios contra el director de cine, Ciro Guerra, y que gracias a ello, hoy existe Rec Sisters como apoyo a mujeres de la industria audiovisual. Y sigamos indignados por los otros miles de delitos que quedan impunes, o por las miles de mujeres que no pudieron denunciar, y/o prefirieron callar. Mejor dicho, ¡Emberraquémonos todos!

Catalina Bonnet Toro

De vez en cuando soy o como me gusta llamarlo "juego" a ser hija, bogotana, recientemente, intento de escritora de cuentos. Mi profesión lleva el nombre de Comunicadora social y periodista. (Es así como me presento ante la sociedad al menos). Amo pasar mis ratos de ocio viendo películas, o en compañía de un buen libro.

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