El terrorismo como estrategia de violencia política y no política es una de las principales amenazas que asedian a los ordenamientos políticos contemporáneos, su uso ha sido revitalizado en grupos extremistas de origen musulmán, sin embargo el ataque perpetrado por un hombre supremacista en dos mezquitas de la ciudad de Christchurch, Nueva Zelanda, deja al descubierto lo complejo del uso inequívoco del término terrorismo.
La Comunidad Internacional ha definido el terrorismo como una estrategia que combina elementos objetivos como (asesinato, lesiones corporales, toma de rehenes, extorsión, comisión de atentados, amenaza de perpetrar cualquiera de los hechos anteriores, etcétera), y subjetivos (actos cometidos con el objetivo de intimidar gravemente a una población, desestabilizar o destruir las estructuras de un país o una organización internacional u obligar a los poderes públicos a abstenerse de realizar un acto) (Jalloul, 2018).
El término terrorista no corresponde exclusivamente a colectivos concretos como a aquellos extremismos islámicos que usan la inmolación como posición crítica ante las políticas expansivas occidentales, sino también a aquellos que ejecutan actos terroristas cuando desafían el orden social establecido y perpetran asesinatos, como pueden ser aquellos cometidos por grupos ya sean de extrema izquierda o extrema derecha. La radicalización con inclinación a la violencia se produce en distintos colectivos.
Los desafíos de estos grupos independientemente de su inclinación política o religiosa al Orden Internacional Liberal, hace que la cooperación internacional vuelva a ponerse en el centro del debate, fortalecer acciones preventivas entre los Estados, evitando a toda costa la estigmatización colerizada que redunda en falsas noticias y desinformación. El ataque perpetrado en nueva Zelanda, denominado un país tranquilo y abierto a las olas migratorias demuestra que el terrorismo ha tomado proporciones políticas que se requieren contener, las palabras de la primera ministra Jacinda Ardern, dan claridad al respecto “Lo más difícil para los neozelandeses será digerir la pérdida de la inocencia que suponía creerse un país tranquilo y seguro donde nunca pasa nada. Como dijo la primera ministra, un país “donde no hay lugar para este tipo de ataques”. El sentimiento de apoyo a la comunidad musulmana continuaba este viernes inundando las redes sociales: “Ellos [las víctimas] son nosotros. Nosotros somos ellos” (El País, 2019). Las últimas líneas de su discurso son una clara invitación a la apertura solidaria de la aceptación de las diferencias en un mundo que ha vuelto a creer en la construcción de muros como estrategia contensiva de las migraciones. Revitalizar los pactos diplomáticos se debe convertir en la principal estrategia geopolítica de alto gobierno para generar confianza y estabilidad política mundial, la máxima que se debe usar: ante el terrorismo cualquiera sea su posición en el espectro político primero, la geopolítica.