El corazón del Suroeste Antioqueño late con fuerza. Es una región llena de vida, de gente trabajadora, de estudiantes que sueñan con un futuro mejor, de empresarios que impulsan la economía local, y de comunidades enteras que encuentran en esta tierra su hogar y su esperanza. Sin embargo, hoy, esa esperanza se ve amenazada por una decisión que podría aislar a más de 350,000 antioqueños: el cierre diurno de la vía Caldas-Amagá por 20 meses.
Covipacífico, la concesionaria responsable de las obras en el tramo Pacífico 1, insiste en la necesidad de cerrar la vía nacional por 10 horas diarias. Pero ¿qué significa realmente esta medida para nosotros, los habitantes del Suroeste? Significa una interrupción brutal en nuestras vidas cotidianas. Significa que los trabajadores tendrán que enfrentar aún más dificultades para llegar a sus lugares de trabajo. Significa que los estudiantes, quienes son el futuro de esta región, verán afectada su educación. Significa que nuestros agricultores, el alma de nuestra tierra, enfrentarán desafíos insuperables para llevar sus productos al mercado.
No podemos ignorar el impacto devastador que este cierre tendrá en nuestra economía local. El turismo, que es una fuente vital de ingresos para nuestra región, se verá gravemente afectado. Los negocios, restaurantes, y comerciantes que dependen del flujo constante de viajeros sufrirán las consecuencias. Los costos de vida en nuestros hogares se elevarán, afectando aún más a las familias que ya enfrentan dificultades.
No se trata solo de una carretera. Se trata de la vida misma de miles de personas que dependen de esta vía para su sustento diario. Se trata de un golpe directo a la prosperidad de una región que ha trabajado incansablemente para salir adelante.
Es inaceptable que Covipacífico ignore las voces de toda una comunidad que clama por ser escuchada. ¿Cómo es posible que no se consideren alternativas menos perjudiciales? ¿Acaso nuestras vidas no merecen ser protegidas?
Las soluciones existen. Los expertos ya han señalado que la construcción de un túnel en el sector de Las Areneras, de aproximadamente 200 metros, permitiría evitar el cierre de la vía y proteger tanto a los trabajadores como a los usuarios. Esta opción, sin embargo, ha sido desechada sin una razón válida, poniendo en riesgo la economía y la estabilidad social de toda la región.
Es hora de unirnos como Suroestanos. No podemos quedarnos callados mientras se nos impone una medida tan drástica y perjudicial. Es momento de levantar nuestras voces y exigir que se respete nuestro derecho a vivir y trabajar dignamente en nuestra tierra. Si es necesario, estamos dispuestos a organizarnos y a realizar un GRAN PARO REGIONAL que demuestre nuestra unidad y nuestra determinación.
Covipacífico, escuchen nuestras voces: ¡No al cierre diurno de la vía Caldas-Amagá! Respeten nuestra región, nuestras vidas y nuestro futuro. Juntos, como comunidad, lucharemos por lo que es justo y necesario para todos los que llamamos al Suroeste Antioqueño nuestro hogar.
Es momento de actuar, de defender lo que nos pertenece y de asegurar que nuestra voz sea escuchada. No nos quedaremos de brazos cruzados. El Suroeste Antioqueño se levanta y exige respeto. ¡Unidos, venceremos!
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