“…Aquella reforma tributaria y la “coherencia neoliberal” que mantenía es un claro ejemplo de actitudes tradicionales de la derecha política y el suicidio que esto está implicando bajo las condiciones actuales del país…”
En los resultados de la última encuesta de percepción realizada por Invamer pueden evidenciarse claramente las sensaciones que rondan en el país por estos días. El 81% de los encuestados cree que las cosas en Colombia están empeorando, la aprobación del Presidente es del 18%, y por primera vez en casi veinte años, los militares no son la institución más apreciada por los colombianos[1].
El creciente descontento de la ciudadanía durante estas tensas semanas de protestas y movilizaciones sucede en un país que ha demostrado su completa polarización en los años recientes, tal como evidencian las votaciones por el plebiscito de 2016 y las últimas votaciones presidenciales de 2018. En estas, la izquierda tuvo la mayor cantidad de votos en la historia del país, consolidándose como una clara fuerza política que pisa los talones de la derecha después de estar gobernando continuamente durante décadas. Podríamos decir que el periodo presidencial de Duque se constituía como un último voto de confianza hacia la derecha antes de que el país se atreviese a apostar por una propuesta completamente nueva.
Pues bien, claramente, las cosas difícilmente pueden estar saliendo peor para la derecha durante el actual periodo de gobierno. Las dificultades causadas por la pandemia del Covid-19 llevaron a una reforma tributaria tecnocrática y economicista que no tenía en cuenta fundamentales aspectos sociales y políticos y que finalmente se consolidó como el jarrón de Llorente que ha desembocado en el actual estallido social. Sin embargo, algo que escasamente se ha mencionado, es la coherencia que tenía tal reforma con el programa neoliberal propuesto por Duque desde sus comienzos, el cual prioriza los beneficios del mercado y las empresas sobre el bienestar de los ciudadanos, siendo esta una pésima decisión política tras las duras consecuencias por la pandemia.
Aquella reforma tributaria y la “coherencia neoliberal” que mantenía es un claro ejemplo de actitudes tradicionales de la derecha política y el suicidio que esto está implicando bajo las condiciones actuales del país. Decisión tras decisión, se refuerzan ideas y se ejecutan prácticas que parecen condenar a sus últimos días el tradicional gobierno de derecha.
Pasando por las reformas tributarias y de la salud, totalmente impopulares y derribadas por la fuerza popular, vemos que otra medida en que se ha empecinado el Gobierno ha sido en el uso de la fuerza a través de policía y ejército para responder a las protestas. Estos actos han demostrado muy poca eficacia, además de arrojar decenas de muertos junto con multiplicidad de violaciones de Derechos Humanos por parte de ambos bandos. Básicamente, este uso de la fuerza ha sido combatir el fuego con aceite, y demuestra una falta de creatividad y voluntad por parte de los gobernantes para aplacar la furia que se vive en las calles. Sin embargo, nuevamente, este uso de la fuerza en búsqueda del orden es una medida clásica por parte de la derecha, la cual, como estamos evidenciando, parece estar dando más malos que buenos frutos.
Ahora bien, después de lo económico y el uso de la fuerza, quisiera señalar el énfasis en la institucionalidad e ilegitimidad de la protesta como un último símbolo de este “suicidio” que se está llevando a cabo. A pesar de múltiple evidencia, el Ministro de Justicia, en una entrevista del 28 de mayo, negó que las muertes recientes sean consecuencia del paro nacional y las atribuyó a riñas callejeras[2]. Este es un ejemplo de cómo el Gobierno le da la espalda a la crítica situación del país para defender la institucionalidad, y queriendo negar legitimidad a las protestas solo consigue restar legitimidad al Gobierno. Acto similar fue la negada moción de censura al Ministro de Defensa, en la cual el Congreso demostró un mayor apoyo al controversial uso de la fuerza que al malestar expresado por la sociedad civil. Nuevamente, este tipo de decisiones, aunque sumamente impopulares, hacen parte del espíritu conservador y tradicional de la política de derecha colombiana.
En todo caso, el presente desarrollo de las circunstancias parece plantear un oscuro panorama para la derecha en cuanto su futuro gobierno del país, y parece estar construyendo el camino para tendencias alternativas de centro y de izquierda, las cuales no tienen que hacer mayor esfuerzo que quedarse viendo como la derecha culmina su suicidio político, a menos que esta logre, inesperadamente, recuperar la aceptación general de los ciudadanos. Tal vez el último refugio de este grupo político tradicional sea la tecnocracia neoliberal de los últimos tiempos, la cual, bajo argumentos científicos, técnicos y de necesidad, aplica los mismos mandatos económicos, políticos y sociales que hemos visto, mientras se esconde bajo un manto de “política de centro”, libre de ideología y politización.
Sin duda alguna, en Colombia estamos viviendo tiempos turbulentos, no solo por el tensionante día a día que hemos presenciado, sino por los posibles cambios que todo esto vaya a implicar para el futuro de nuestra sociedad en los años que vienen.
[1] https://www.asuntoslegales.com.co/actualidad/encuesta-de-invamer-revela-que-aprobacion-de-duque-se-mantiene-en-el-nivel-mas-bajo-3174757
[2] https://www.bluradio.com/nacion/ministro-de-justicia-dice-que-es-totalmente-falso-que-muertos-sean-consecuencia-del-paro-nacional
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