El silencio en la sala era casi como una canción (…) estábamos cantando la canción del silencio. A veces el silencio era la única canción que valía la pena cantar.
Benjamín Sánchez en Aristóteles y Dante se sumergen en las aguas del mundo.
Experimentar el pasar de los días se vuelve complejo y tedioso, más cuando vivimos en sociedades y ambientes tan ruidosos que constantemente el exterior permea nuestro espacio. Es curioso cómo siempre se cataloga el habla cómo una herramienta de comunicación esencial del lenguaje; no obstante, poco se trata o se analiza el silencio como otra herramienta fundamental para la comunicación necesaria y efectiva. Usualmente, cuando se tratan estos temas, constantemente se dice como la comunicación efectiva se basa en una expresión clara y asertiva de las necesidades propias. Si me preguntan, una visión mucho más activa del lenguaje que receptiva; pero, ¿dónde queda la escucha?, lugar esencial donde se conoce al otro a profundidad y realmente se entiende el ser.
Conozco gente que ama hablar, dejar ir fluir sus pensamientos y traerlos al mundo para construir narrativas variadas. Sin embargo, he notado que yo hablo poco, sino que me dedico a escuchar atentamente lo que los demás me comunican con la intención de entenderlos mejor. Para mi nunca ha sido malo, pero hace poco recuerdo que alguien me dijo directamente que debía hablar más, expresar más y dar a conocer mis puntos de vista. Aunque fue una oferta generosa reconozco que me sacó de mi cabeza para cuestionarme el silencio como una cualidad que interfería mi manera de relacionarme con el mundo. Entiendo que puede ser complejo para ciertas personas no hablar, pero yo que me siento seguro en el silencio, donde permito asentarme en paz con mi mente y los pensamientos que van de lado a lado, ahora más de lo usual.
Reconozco la importancia del hablar, expresar mis pensamientos y mis ideas como una parte fundamental de mi mundo interior; no obstante, rescato como el silencio puede ser, incluso, una forma efectiva de escucharnos a nosotros mismos y entender con mayor efectividad no solamente lo que se encuentra dentro de nosotros, sino lo que recude dentro de los demás.
Entonces, argumento que el silencio es una cualidad fundamental para comunicarnos, ya que nos permite entendernos mejor a nosotros y, complementariamente, al otro. Es cuando guardamos silencio y residimos con nuestros pensamientos que poco a poco empezamos a discernir entre nuestras propias verdades. Es cuando silenciamos el entorno que podemos verdaderamente encontrar lo esencial. Así que, realicemos este ejercicio, el de silenciar el mundo, el de aprender a sentirnos cómodos con la falta de estímulos externos. Considero que el silencio, como otras formas de comunicación poco descubiertas y dialogadas, tienen poder, así que es nuestra responsabilidad descubrirlo.
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