En una semana donde la tensión política y su devenir, tiene crispados los nervios de la mayoría de los Colombianos, donde los candidatos tratan de conquistar nichos de votantes escépticos, desencantados o apolíticos, el reto para una democracia madura y con instituciones sólidas es vencer el abstencionismo, vencer la apatía, convencernos de que cada voto cuenta y que mi voto es importante para la participación política, el pluralismo y una democracia sólida; más allá de los conflictos y los desencuentros, es en realidad, un pase al futuro con una apuesta por entender que en democracias imperfectas, las ideas, visiones de Estado y promesas de futuro, se construyen en las urnas, siendo esto y el respeto a la decisión de las mayorías, lo que dignifica una sociedad y muestra su madurez y la de sus ciudadanos.
De allí surge una gran oportunidad de no polarizar, de construir y tender puentes, de pasar de lo discursivo y romántico a las realidades que tanto se requieren en los territorios, que tanto se promete y se ha prometido, y es difícil de alcanzar, por problematizar “EL CÓMO” que es lo que genera gran dificultad; En un Estado Social de Derecho, todos deseamos construcción de vías que conllevan el desarrollo, un sistema de salud más eficiente y humanizado, no más pacientes tirados en pasillos o solo aspirina y acetaminofén, que no se necesite la tutela para un examen especializado, que no fuera mucho pedir que las escuelitas rurales y semi rurales tengan agua en sus baños, pupitres dignos y que los niños cuenten con profesora de planta, con vocación de servicio; quién no estaría de acuerdo con que debemos reformar la justicia, pero una reforma hecha por técnicos y academia, no por sabios importados que se forman en súper universidades europeas y vienen a trasplantar modelos que son sociológica, histórica y pragmáticamente inviables, y que solo nos hace dar bandazos, una reforma en busca de agilidad, eficiencia, transparencia, donde todos seamos realmente iguales ante la ley, con un mejor sistema de defensoría pública, sin dejar de aplaudir el esfuerzo de mantener por ley el sistema de audiencias virtuales en todas las ramas; todos deseamos un desarrollo rural acelerado, una reforma agraria, pero una que no le quite la tierra a nadie, donde se utilicen las tierras de la SAE, antigua Unidad Nacional de Estupefacientes, con voluntad política y eliminar trabas burocráticas, para que esa tierra mal habida que fue incautada al narcotráfico, deje de ser un fortín político y se convierta en tierra para apalancar proyectos productivos y generar soluciones de desarrollo agrario comunitario, convirtiéndonos, a través de desarrollo tecnológico y apalancamiento financiero del Gobierno, en una despensa agrícola real hacia otros países de la región y otros continentes, Asia/Pacífico.
Es vital hacer un acuerdo sobre transparencia, pero no de más normas inservibles y de escritorio que versan sobre esta, que se queda en letras frías, decretos y códigos, que luego no se apropian ni se practican y que siempre encuentran la manera de hacerle el esguince, con marrullas legales, que se alejan de lo moral y ético; es por esto que este acuerdo debe ser desde lo cultural, la educación y la práctica, desde el ejemplo, algo sencillo, entendible y alcanzable, es por allí donde considero, se debe entender el llamado de atención de todos los Colombianos a nuestros líderes políticos, en las urnas se demostró que estábamos cansados, que las redes permitieron enterarse de primera mano de miles de problemas que nos aquejaban, desde la guajira hasta el vichada y desde el pacífico al Arauca, donde no quieren más cuentos, porque lo que necesitan es soluciones y que estas reflejen resultados en un muy corto plazo; el mensaje fue claro para los que no lo han querido ver ni entender, no es hablando tanto, no es romantizando y prometiendo, es haciendo y mostrando.
La sociedad en pleno comunicó que requiere esperanzas y está cansada de lo tradicional, que las viejas formas luego de COVID, quiebras financieras , cierre de empresas, paros y bloqueos no volverán a ser las mismas y que lo que se requiere son actuaciones ágiles, sesudas, arriesgadas y eficientes, de esperanza, y así se podría conquistar nuevamente un electorado ávido de líderes, que propongan un qué, pero también un cómo y un ”pa´ cuándo”, ese es el reto, amen de que estamos hastiados de la polarización y los conflictos pro- persona, que deberían ser pro- programas e ideas, enfrentando las visiones sin demasiada pasión.
Los Colombianos estamos hartos de la violencia y peleas, buscamos futuro en clave de esperanza, de construcción de paz, por esto se requiere reconciliarnos, escucharnos, mirar de frente al futuro y entender que un gobernante no tiene varita mágica, pero mucho ayudan los consensos y poder gobernar desde la constitución, los fines del Estado y buscando recomponer el contrato social, que empieza por solucionar el Estado de cosas inconstitucionales y ahorrar billones de pesos en soluciones amistosas ante Corte y CIDH, pues si el daño se reconoce y se repara, se evitan gastos innecesarios.
Como lo llevo resaltando, no la tendrá fácil el próximo gobernante, pero si logra cerrar la fractura, unir sobre lo fundamental, oxigenar ideas y crear consensos para gobernar, hará mucho por la construcción de una Colombia en paz, donde debemos caber todos, y una democracia que funcione para el bienestar colectivo en sede de derechos fundamentales y atraiga inversionistas, que aporten en tecnología, impuestos, generación de empleo, para dar el salto de un futuro más inclusivo e incluyente para todos.
Nota. el tema de seguridad no se abordó, pues ya fue tratado ampliamente en columna anterior, pero es vital que sea íntegra, multidimensional y una garantía estatal para todos, con el completo monopolio de la fuerza y las armas en cabeza del Estado.
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