El relacionamiento del hombre con la máquina: la pregunta que los gobiernos no se hacen

Felipe Jaramillo

Dos son los más grandes riesgos que afronta en la actualidad la Humanidad y con ella su supervivencia. El primero de ellos está dado por el relacionamiento del hombre con lo natural, cuestión que ya hace un par de décadas atrás ser ha hecho consciente, muchas han sido las acciones que se han emprendido para mitigar el calentamiento global y con el todos los desastres que han advenido luego del mal uso que el hombre ha hecho por siglos del planeta, reuniones anuales dan cuenta para unos de la inoperancia de estos encuentros, y para otros entre los que me incluyo son una piedra en el zapato para la humanidad, esa que como mínimo cada año se da cuenta de que la raza humana está cada vez más cerca del final.

El segundo riesgo esta dado por el relacionamiento del hombre con las máquinas, cuestión que aún parece extraña e incluso conspirativa para algunos, pero que para otros empieza a ser a lo menos inquietante y digna de una atención tan grande o más de la que ha tenido el relacionamiento del hombre con lo Natural.

Es innegable que desde la popularización de los computadores personales PC, y de la red, la internet a finales del siglo pasado se ha dado un ascenso singular de la técnica sin mucha reflexión, de los libros de ficción, las tiras cómicas y las películas distópicas que llegan a las pantallas saltan a la realidad toda suerte de cosas que solo habían existido en el imaginario de los hombres; hablar de mundos paralelos (Metaverso), de mejoramiento del cuerpo Humano utilizando para ello la tecnología (transhumanismo) o la vida eterna inmaterial (posthumanismo) es hoy más que posible una realidad que subterráneamente ser viene gestando, mientras la Humanidad esta distraída con el placebo y el bienestar que le brinda la tecnología; inmersos en videojuegos altamente realistas, en una realidad aumentada con la que podemos crear universos jugando a ser Dios o compartiendo cada vez más largas charlas con la inteligencia artificial, esa que ya solo le falta sentarse a la mesa y sonreír mientras ser comparte un café, hombres y mujeres se entregan sin titubear a un control, controlado por un panóptico digital, ese que alimentado de la data que día a día entregamos perfila todos nuestros movimientos y deseos, llegando incluso a conocernos más de lo que nosotros mismos lo hacemos.

Lo anterior debería a lo menos llevar a la Humanidad ha detenerse un poco para evaluar para donde van estos nuevos mundos “maravillosos” que plantean los avances tecnológicos, pues, aunque muchos digan que ya la suerte esta echada y que detener el ímpetu de la bola de nieve que ya baja por el risco es imposible, la verdad es que desconocen la historia de la Humanidad, el hombre ya ha emprendido movimientos a contracorriente en virtud de los peligros a los que se enfrenta la Humanidad.

En los años 40 del siglo pasado en el marco del proyecto Manhattan, se desarrollaron las primeras armas nucleares, recogiendo estas todo el conocimiento desarrollado sobre el poder de la fisión nuclear, y que a la postre darían como resultado los primeros ataques utilizando bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki en el Japón, acción que pondría final a la segunda guerra mundial, sin embargo, y a pesar de los millones de vidas perdidas la Humanidad empezó a hacer consciente el riesgo de tratar con una energía que aunque su producción resultaría ser más económica y con menos afectación al medio ambiente, su implementación conllevaba un gran riesgo para la Humanidad.

En 1957 en Mayac (Rusia) se registro el primer incidente nuclear, y luego de este vinieron en cascada otros entre los que se recuerda el accidente nuclear de Chernóbil en Ucrania en 1986, el de Goiânia en Brasil en 1987, o el de Fukushima en Japón en 1999; y con ellos poco a poco la Humanidad ha tomado consciencia de los riesgos de este tipo de energía, al punto de limitarla al máximo y regularla para así evitar nuevos incidentes que podrían en un caso extremo acabar con toda la vida en el planeta.

Lo anterior nos demuestra que la raza Humana aún tiene el control de sus acciones, nada está escrito sobre piedra y no hay ninguna bola de nieve que no podamos detener, es por ello que es imperativo convocar cada vez más a la Humanidad a una reflexión sobre el avance de la técnica, emprendiendo con ello no una cruzada contra la tecnología, sino una cruzada contra el uso que el hombre le está dando a esas nuevas creaciones, pues aunque es irresistible no asombrarse que a todo input que le damos a la máquina él nos entrega en tiempo real un output, sería bueno que también fuéramos consientes cual fue el análisis que esta la maquina hizo para obtener dicha aseveración.

Nada se ha perdido todavía pues, aunque muchos no lo crean, aún somos Humanos  

 

Felipe Jaramillo Vélez

Doctor en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana, Creador de la escuela de pensamiento Aún Humanos la cual reflexiona sobre el ascenso de la técnica sin reflexión desde el Humanismo.

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