El problema es la pobreza, no la desigualdad

ALDUMAR FORERO ORJUELA

“Mientras sigamos pensando que el problema es la “desigualdad” siempre, en nuestras sociedades, habrá más pobreza y mientras sigamos creyendo que la solución es el Estado nunca avanzaremos.”


No hay día en que nuestros dirigentes nos hablen de “desigualdad”, que nuestro país es muy desigualdad y que es por culpa de quienes tienen más. El discurso puede sonar muy rimbombante y hasta “justo” porque, claro, hay personas que tienen más que otras y que esas que no tienen o tienen pocos deben ser auxiliadas. El problema radica en que esas ayudas las da un Estado que quiere perpetuar la pobreza en vez de superarla porque les conviene mucho tener a la gente pobre y engañadas para sacar provecho electoral.

Las “políticas” contra la pobreza han sido un fracaso porque se han limitado a dar subsidios y a implementar un salario mínimo, porque los políticos nos han hecho creer que esa es la única forma de aumentar nuestros ingresos cuando en realidad están contribuyendo a que las personas que viven en condiciones de pobreza sigan pobres o se conviertan en miserables.

Lo curioso es que sus “políticas sociales” van dirigidas a reducir la “desigualdad”, esto es, a que no pocos tengan mucho y que muchos no tengan poco. Esto no hace más que profundizar la pobreza y aumentar la miseria. Porque el origen de los problemas no es que las personas sean desiguales, sino que muchas personas viven en la pobreza y combatir la desigualdad no reduce el número de pobres.

En el mundo no puede haber igualdad de ningún tipo porque, simplemente, nadie es igual a nadie. Perseguir la igualdad – ya sea en ingresos o en oportunidades – es un discurso de políticos y académicos alejados de la realidad y defensores del estatismo. Para reducir la pobreza – que es el verdadero problema – basta con dejar que el individuo sea el arquitecto de su vida, que el Estado no meta sus cochinas manos en el mercado y con garantizar que haya MÁS y no IGUALES oportunidades.

La gente es pobre no porque quiera, el ser humano siempre quiere ser mejor y superarse. Es falso la idea de muchos de decir que la pobreza es culpa del mercado y de los ricos y que para reducirla o eliminarla hay que acabar o reducir el mercado o a los “ricos”.

Bajo esa premisa es que la clase política ideó un sistema tributario “progresivo” (art. 363/CPC) mediante el cual “el que tiene más paga más y el que tiene menos paga menos”. Ese artículo es perverso porque castiga el esfuerzo y el éxito. Esto es, quien progresa y tiene más cosas debe pagar más impuestos. Esto lo que hace es desincentivar el trabajo y las ganas de superarse.

Así las cosas, desde la Constitución se está fomentando la pobreza porque, implícitamente, se castiga al exitoso. La mejor forma para reducir la pobreza es reduciendo el Estado. Es este ente malévolo el que garantiza que no se salga de la pobreza.

Las personas si quieren salir de la pobreza, pero mediante el trabajo, el esfuerzo y las ganas de superarse, nadie quiere – solamente los estatistas lo piensan – vivir de subsidios toda la vida, ni quieren ser esclavos de un Estado paquidérmico, como tampoco quieren vivir trabajando toda su vida para rendirle cuentas a la burocracia.

Todos podemos vivir en desigualdad – es una condición natural de la humanidad – pero nadie puede vivir en pobreza. Para reducir la pobreza hay que dejar que las personas elijan su proyecto de vida sin que un Estado los esté vigilando siempre.

Si el problema es la pobreza su causa es el Estado. El Estado siempre impone medidas que no dejan que el individuo progrese y que se supere. Nadie quiere vivir en la pobreza, estoy seguro, pero hay veces que las circunstancias no dejan superar ese estadio y es gracias a los Estados.

La gente puede nacer pobre, pero si encuentra las oportunidades y no tiene a un Estado que lo persiga puede llegar a ser “rico”. No es una regla que el que nace pobre tenga que morir pobre, como tampoco el que nace rico deba morir pobre. Eso depende de las decisiones autónomas de cada individuo.

La pobreza no se vence solamente con la intensión de dejar de serlo, porque pueda que todo el que es pobre no quiera seguir viviendo en la pobreza, pero si hay un Estado que todo lo hace mal, que no deja avanzar y que siempre está imponiendo, la intensión solo fue eso más la materialización nunca se da.

Mientras sigamos pensando que el problema es la “desigualdad” siempre, en nuestras sociedades, habrá más pobreza y mientras sigamos creyendo que la solución es el Estado nunca avanzaremos.


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Aldumar Forero Orjuela

Joven oriundo de Bogotá D.C. Nacido en 1998, de familia conservadora, se ha adherido a las ideas del liberalismo que aboga por el respeto a la vida, la libertad y la propiedad como los valores más importantes de una sociedad.

Economista de la Universidad de La Salle. Con diplomados en cultura democrática y juventud constructora de paz.

Ha sido columnista en varios medios digitales de opinión y actualmente es columnista en Al Poniente.

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