EL PROBLEMA DE LAS DROGAS EN LA CIUDAD DE MEDELLÍN PARTE III: LO QUE MEDELLÍN NO PUEDE HACER

Durante ya tres semanas he estado hablando y planteando mi visión sobre el tema de las drogas en la ciudad. Es claro que falta mucho por hacer, debemos partir de un reconocimiento de la realidad que nos contiene y de los deseos que como ciudad nos abordan a los cada uno de los ciudadanos.

No pretendo en modo alguno decir que estas son las únicas maneras de abordar el tema o la única realidad que existe en la ciudad, soy respetuoso de lo que cada persona piensa y por ello considero que lo más importante es como ciudad sentarnos a hablar, incluir a quienes están inmersos desde diferentes maneras, el consumidor deberá ser el eje central de dicha conversación y no ha estado históricamente incluido, debemos pensar en maneras idóneas y replantear posiciones frente a cultivadores, consumidores y quienes hacen parte de este conflicto como víctimas, pensarnos como castigar socialmente a quienes nos hacen daño y como acoger a quienes tienen que aportarle a la ciudad.

Después de mostrar la realidad en el primer texto, argumentar lo que considero la ciudad debe hacer en el segundo escrito, paso ya a decir lo que en mi consideración la ciudad no debe hacer, y cuando hablo de ciudad me refiero al conjunto en general: la ciudadanía, la fuerza pública y la administración.

De manera corta mencionare en este escrito lo que no debe hacerse, será corto ya que anteriormente he recalcado cada uno de estos puntos de manera directa o indirecta, debo recordar que el centro de la discusión es la persona más que la droga y claro está, la diferencia entre las posiciones a asumir sobre cada conjunto de drogas. Medellín no puede:

  1. Propiciar el uso y consumo en espacios públicos o privados regulados
  2. Reglamentar la materia más allá de la normatividad nacional
  3. Permitir que se promueva la venta, trafico o consumo en menores en edad
  4. Dejar de escuchar las personas que consumen
  5. Propiciar políticas de exclusión a la población consumidora

Como se puede observar estos puntos resumen de una u otra manera los mencionados en los escritos anteriores, acá de manera breve se enunciaran la importancia de evitar que se den estas variables.

Es claro que si bien puede priorizarse la persecución de drogas fuertes o más dañinas en comparación con las drogas suaves, es importante anotar que la ciudad como tal no puede propiciar el uso y consumo en espacios públicos o privados regulados, esto por una razón básica, la norma no lo permite, tendrá que evitarse validar incluso lugares privados o cerrados, perderíamos el foco si como ciudad nos concentramos en hacernos los de la vista gorda y se van cediendo espacios al consumo. La ciudad no puede desde la administración permitir que se pierda el control de los territorios por parte del estado y se entregue con ello a los grupos armados al margen de la ley, es claro que esto hoy sucede, la ciudad tiene un “paraestado”. la pregunta en los territorios inclusive es, ¿Cuál es el “paraestado”? ¿El que se reconoce en los territorios pero ha sido impuesto por la fuerza de los grupos ilegales? O ¿el que se eligió popularmente pero no goza de credibilidad ni presencia?, esto será objeto de otro escrito, lo claro es que la ciudad no puede ceder el terreno que quede. Debe perseguirse con toda la fuerza posible y de manera priorizada, debe concentrarse todo lo que es el estado en los territorios que se recuperen, esto es; tener a la fuerza pública como punta de lanza, pero ser claros en esto, es punta de lanza no estado como tal, es solo una parte pequeña, debe llegarse asegurando tanto como se pueda los mínimos vitales y entregando un portafolio de ciudad que les permita a los ciudadanos reconocerse como miembros de Medellín, que los consumidores no se sientan como victimarios, que las familias en conjunto se piensen como ciudadanía.

No puede ni debe cederse y menos aun dejar de perseguirse. Es responsabilidad del estado respetar los derechos del consumidor, pero también es responsable de asegurar el cumplimiento de la regulación nacional frente a este tema.

Por otro lado, en aras de completar las acciones en pro de los consumidores, hacer valer sus derechos y deberes y buscar la tranquilidad en la ciudadanía no puede la ciudad reglamentar la materia más allá de la normatividad nacional, puede y debe la ciudad concentrarse en la búsqueda de objetivos dañinos y peligrosos, puede la ciudad implementar acciones para proteger y salvaguardar los derechos de todos los ciudadanos, pero permitir que se sobrepase de la norma es ilegal. Las acciones que en estos escritos se han planteado se han concentrado en perseguir con fuerza a los narcotraficantes, en velar por el consumidor como ciudadano en uso y goce de sus derechos, en acompañar la familia y la sociedad en el proceso de conversar y plantear ideas para de cómo superar el problema, la regulación que se puede dar es solo dentro de términos permitidos por la norma nacional, se trata de garantizar los derechos, pero no de violar la norma, no puede la ciudad hacer reglas desde la alcaldía, el concejo o los entes de administración restantes  en pro o en contra de consumidores, narcotraficantes o la ciudad en general violentando los derechos y deberes.

No puede y no debe entonces regularse más allá. La norma es clara, desde ahí debe trabajarse para cumplir metas y propósitos como ciudad. Educar en la norma es lo realmente necesario.

Si bien se ha dicho que debe concentrarse la persecución en drogas más nocivas y perseguirse menos al consumidor de cannabis que es el mayor consumidor de drogas porcentualmente hablando, es importante anotar que no se puede permitir que se promueva la venta, trafico o consumo en menores en edad, hablo de menores porque los mayores están en libertad de llevar consigo y consumir ciertas cantidades desde la norma, los menores deben ser objeto de toda la protección posible y más. Debe concentrarse en ellos las acciones de prevención que sean necesarias y hacerlo no desde el discurso tradicional que hemos manejado como ciudad sino desde un discurso científico, serio y verificable.

Por normativa legal es corresponsabilidad de todos la protección del menor, debemos educar y sensibilizar la ciudadanía para proteger los menores. Debemos concentrar esfuerzos en aquellos que han sido víctimas de las drogas o los grupos dueños de estas. Debemos también reprender al menor (como lo permita la ley) en cuanto a la venta y tráfico ilegal de la droga, los menores pueden ser víctimas, pero también pueden ser victimarios como lo vemos hoy en día en la ciudad. Debemos estar atentos y “sonsacar” de estas actividades todos los jóvenes que podamos, pero también debemos en pro de sus derechos y deberes hacer cumplir la normativa que pesa sobre ellos.

Como se ha dicho a lo largo de estos textos, es de vital importancia la inclusión de los consumidores a los procesos de ciudad,  es importante saber cuál es su opinión en estos temas y es fundamental no dejar de escuchar las personas que consumen, es posible que, como se ha dicho anteriormente, en ellos estén las respuestas que hemos buscando durante años con respecto a la problemática, no podemos cerrar los oídos y menos aun los espacios para la participación a ellos, si queremos tocar este tema no habrá mejor interlocutor que quien la consume. Escuchar sus pro y sus contra es importante para saber cómo enfocar las acciones en aras de las construcciones sociales que deban crearse.

Por último y no por ello menos importante no se puede propiciar políticas de exclusión a la población consumidora, todo debe estar enfocado en romper los paradigmas y los señalamientos de los cuales ya son víctimas y por los cuales han sido segregados y estigmatizados. Excluirlos no ha dado resultados, no es coherente con un discurso de ciudad integradora, con un discurso de ciudad que plantea el respeto por el otro y sus derechos.

Así y de manera muy breve termino este escrito en general. Lo más importante es evidentemente lo que la ciudad puede hacer, esto un llamado y una reflexión a hablar del tema, a romper el paradigma de lo malo o bueno que es, a pensar que son personas las involucradas y por ello la necesidad de afrontar nuestra realidad como ciudad.

Posteriormente presentare un pequeño consolidado y unas conclusiones generales.

 

DIEGO ALEJANDRO MARIN  Cofundador y exdirector de Fundación visibles,Director de industria cultural de graffiti de la 5 Estudiante de derecho Investigadores de acoso escolar Asesor de organizaciones culturales y juveniles.
DIEGO ALEJANDRO MARIN
Cofundador y exdirector de Fundación visibles,Director de industria cultural de graffiti de la 5
Estudiante de derecho
Investigadores de acoso escolar
Asesor de organizaciones culturales y juveniles.

Notas Al Poniente

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