Los gobiernos ejercidos por una clase de dirigentes privilegiados, conocidos como casta política, propagan una clase especial de miedo que es lentamente inyectado en los ciudadanos. Es un temor reverencial que se convierte en crónico hacia un poder no concreto, irreconocible pero que lo palpamos como una sospecha de que algo nos pasará si decidimos ser independientes y convertirnos en ciudadanos libres.
Vivimos un periodo en que las personas están mas confundidas e inseguras que nunca, el único incentivo es el miedo que el poder ejerce sobre ellos en sus distintas modalidades, te puedes quedar sin casa, sin trabajo, sin subvenciones y sin esa vida apacible que te da el ser amigo del poder si decides ser un ciudadano democrático, libre e independiente.
Esto viene ocurriendo allá donde el poder es mas despótico, es el caso del nacionalismo o de cualquier otro sistema que atrape a las personas mediante la coacción o la subvención. En esos casos donde los ciudadanos temen llevarle la contraria al poder no se les puede exigir una integridad heroica que no tienen. Muy pocos son capaces de aguantar o resistir la presión diaria, esa que no es explicita pero que está en el ambiente y que hace que se vayan produciendo pequeñas rendiciones cada día.
Son pocos los que quieren iniciar conflictos, crearse enemigos, arriesgar su posición y poner en riesgo su sustento. Sobre todo cuando no se ve al gobierno que debería apoyarlos y en lugar de incentivos existe cobardía y desamparo.
Si alguien cree que debe hablar claro, que debe exponer sus ideas distintas al nacionalismo o a cualquier otro sistema que detente el poder de forma despótica, inmediatamente se ve frenado por un pensamiento que le viene dado de forma racional ¿Qué gano yo con esto? Y lo normal es que se vuelva apacible y opte por ser un conformista para no tener problemas con la mayoría que ha seguido el mismo camino.
Hay una atmosfera de cautela y respeto, de sumisión y obediencia que se propaga rápidamente y hace saber que es mas importante el apoyo al régimen que la verdad, el silencio que la protesta y el acatamiento que la libertad. Se sabe los innumerables métodos del poder para llegar a doblegar al mas fuerte de los ciudadanos libres.
De esta forma, la mayoría de los ciudadanos sucumben a la corrupción y venden sus almas a cambio de tranquilidad y la paz de los corderos, despojándolos de cualquier valor o principio hasta que en sus mentes solo queda una cosa: El miedo.
Ese es el tipo de ciudadano que favorecen los sistemas de la subvención o los sistemas de creencias seculares mas poderosos del siglo XX y seguramente de este siglo: El nacionalismo y el socialismo.
Contra esta forma tiránica de poder solo se puede luchar desde la educación y desde los principios de la democracia. Esos principios han sido socavados en nuestro país porque están secuestrados por el poder político. Solo la sociedad civil, de abajo a arriba, evitaría que se formaran células embrionarias de privilegiados que ocupan el poder e invaden los espacios de la sociedad mediante una constelación de organizaciones satélites cuya única función es bloquear la voz de los ciudadanos. En esa tesitura, la que tiene España, a los ciudadanos solo les queda dejarse arrastrar por estos grupúsculos subvencionados desde el poder y ser espectadores pasivos de un sistema del cual no son dueños sino esclavos a merced de tal o cual ideología.
Hoy, esos grupúsculos de poder que no tienen respuestas para los problemas de los ciudadanos, los utilizan y estos simplemente se limitan a obedecer porque tienen bloqueados todos los accesos para que sus demandas sean efectivas. Es el vivo retrato de un rebaño uniformado del cual solo se espera que obedezca y no de problemas, una auténtica masa de autómatas irreflexivos cuyo denominador común es el miedo al poder.
Carlos RH
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