“París bien vale una misa…”
Aunque no se sabe a ciencia cierta si Enrique de Borbón, conocido en la Francia del siglo XVI como Enrique IV y asociado originalmente con la fe Calvinista, pronunció la famosa sentencia: “París bien vale una misa”, muchos historiadores creen que no era necesario que lo dijera, pues era obvio que lo pensaba.
Tal vez al lector le parezca extraña esta referencia como preámbulo de esta columna, pero el hecho de estar viviendo por estos días en Colombia la previa de elecciones legislativas y presidenciales nos lleva a preguntarnos: ¿qué tan maleables pueden resultar los centenares de candidatos que buscarán un puesto público en los próximos comicios electorales de 2018?
Es claro que una respuesta de este tipo no podemos encontrarla en las encuestas, pues ellas mismas, incluidos sus consultores, nos han demostrado su poca credibilidad e incluso nos han llevado a pensar en la posibilidad de manipulaciones para favorecer a uno u otro candidato, pues como se enuncia en el título de esta nota: el poder bien vale pagar la favorabilidad de una encuestadora.
Por otra parte, para nadie es un secreto que las mieles del poder resultan bastante gustosas, tal vez fue por eso mismo que personajes como Roberto Gerlein pasaron más de 40 años en el congreso y/o que muchos otros han utilizado estrategias como la compra de votos o la famosa trashumancia electoral, pues llegar al poder bien vale girar unos cuantos pesos, inscribir centenares de cédulas en lugares diferentes al de la residencia o terminar recolectando 21.584 firmas en un departamento como Vaupés donde el censo electoral es de 21.631, una hazaña lograda tan solo por el hoy candidato presidencial Germán Vargas Lleras.
Así entonces con campañas en curso y con ciudades empapeladas con slogans que parecen pura retórica, muchos candidatos saben, aunque no lo manifiesten, que la calumnia, la descalificación, las promesas imposibles y/o la referencia a fantasmas políticos como el Castro-Chavismo son herramientas que bien vale utilizar para llegar al poder, pues como lo dijera el entonces promotor del “No” en el plebiscito de 2016, Juan Carlos Vélez, “tergiversamos información, pues estábamos buscando que la gente saliera a votar verraca”.
Bajo este panorama, no es de extrañar entonces que en momentos en los que múltiples acciones violentas sacuden al país, algunos políticos quieran posar como plañideras, otros aprovechen el dolor ajeno para tratar de justificar sus discursos y otros, antes aliados del gobierno de turno que tanto los benefició, salgan ahora a cuestionar temas tan importantes como la reforma política, los acuerdos de paz, las circunscripciones especiales, entre otros. Una muestra más de que para llegar al poder vale desde el “voltiarepismo” hasta el cinismo.
He aquí un verdadero reto para los electores quienes tendrán la tarea de informarse para elegir bien y a su vez castigar electoralmente a los que por años le han mentido e incumplido al país.