La decisión del gobierno de Donald J. Trump de retirarse del acuerdo de Paris ha desembocado en un caudal de críticas y movilizaciones basadas en el infinito complejo de superioridad de los hombres: El planeta está en riesgo! Vociferan. Según muchos activistas del medioambiente las decisiones de sobrepoblación, sobreproducción y sobreconsumo de los humanos han puesto en riesgo la sostenibilidad del planeta… Que prepotencia! Nada más errado desde el punto de vista de los hechos y de la historia.
La realidad es otra: el planeta existe hace más de 4,500 millones de años mientras los hombres hemos habitado la tierra solo los últimos 200,000 años. Esto es equivalente a decir que los humanos hemos existido apenas las últimas 39 horas de una tierra que tiene cien años de edad.
Por un lado, el planeta tierra es un sistema natural que se ha autorregulado por miles de millones de años. Por el otro lado, los seres humanos somos solo una de las especies que han existido sobre la tierra y se estima que el 99.9% de estas especies ya se han extinguido. Es decir que en el mundo de las posibilidades los hombres tenemos un 99.9% de probabilidad de extinguirnos, mientras la tierra tiene casi la misma probabilidad de permanecer. La idea de que una sola especie puede extinguir la tierra es, por lo menos, ridícula.
No quiere decir esto que no exista una emergencia ambiental que debamos enfrentar de manera urgente. El gran consenso científico global indica que los efectos de aumentar la temperatura promedio en solo 2º Celsius desencadenarían una serie de catástrofes inevitables que provocarían la extinción de la humanidad. Los estudios indican que la disminución de emisiones bajo el acuerdo de Paris no se está cumpliendo a cabalidad, por lo cual estaríamos a un riesgo muy alto de pasar esa línea roja entre el 2030 y el 2050. Es decir que la generación posterior a la nuestra, no la de nuestros nietos, sino la de nuestros hijos, sería la víctima de todos los efectos catastróficos del calentamiento global. La actual es la última generación que puede evitar la extinción de la humanidad.
Sin embargo, no es cierto que “debemos ayudar a proteger el único planeta que tenemos para futuras generaciones” como lo comentó el expresidente de EEUU Barak Obama. Primero porque no somos nosotros los que tenemos el planeta, es el planeta el que nos tiene a nosotros. Y segundo porque cualquier esfuerzo que hagamos en el tema de cambio climático no es para proteger el planeta, sino para protegernos a nosotros mismos.
Lo que está en juego no es la supervivencia del planeta, es la supervivencia de la humanidad. En las declaraciones de algunos líderes y activistas pareciera como si los hombres pudiéramos destruir el planeta y seguir viviendo como si nada. Al enfrentar el cambio climático no le estamos haciendo un favor a nadie. La realidad es que si no hacemos los esfuerzos que debemos hacer, los humanos son quienes se extinguen y el planeta sigue como si nada.
Lo primero que debemos hacer es dejar a un lado nuestra prepotencia autodestructiva. La realidad es que los humanos somos tan poco evolucionados y con una inteligencia tan primitiva que ni siquiera somos capaces de llegar a acuerdos colectivos para asegurar nuestra propia supervivencia como especie. En eso estamos. Sabemos cuál es el problema y cómo solucionarlo, pero nuestro poco sentido del otro y nuestra poca comprensión de que somos apenas parte de un sistema más amplio, nos impide sobrevivir.
No podemos darnos el lujo de esperar a que nuestros gobernantes y líderes tomen la iniciativa. Es nuestra obligación como individuos y como especie de Ser el cambio y levantarnos colectivamente para obligar a nuestros gobernantes a Hacer los cambios necesarios.
Garantizar la propia supervivencia es quizá la mínima demostración de inteligencia para una especie. En los próximos años veremos si colectivamente tenemos ese grado de evolución, o si la tierra tendrá que esperar otros 4.500 millones de años para encontrar otra especie que haga parte de ese 0.1% de seres capaces de organizarse y movilizarse para permanecer.