El Pacto Histórico que camina

Construyendo Pacto Histórico con Vocerías del Carmen de Viboral

“Ármate de los sueños para no perder la vista” (Andrés Caicedo).

Animado desde muy joven por las lecciones aprendidas en el Viaje a píe del maestro Fernando González y por la reciente lectura de los dos tomos de la novela  La búsqueda insaciable, del poeta Eduardo Gómez, publicado hace pocos meses en medio de la pandemia (lo que es una osadía) por el Centro de Estudios Estanislao Zuleta (CEEZ), renuncié a mi cargo como director técnico de la Secretaría de la Juventud de Medellín, para aceptar la propuesta de María José Pizarro de unirme a la banda que en su propósito de mover a nivel regional el Pacto Histórico, recorrió por tierra, en 28 días cerca de 5.000 kilómetros.

Lo hicimos convencidas de que Colombia Humana, como el movimiento de movimiento que debe ser, nos obliga a volver realidad el discurso que convoca a la unidad y la amplitud. Por lo tanto, el Pacto Histórico no es una convocatoria para ángeles y seres que encarnan la pureza, sino una proclama que, para ser redactada, requiere de colombianos y colombianas comunes y corrientes.

Convencidas que una propuesta de tales dimensiones requiere un quiebre metodológico para llenar de sentido temático y territorial al Pacto Histórico, nos dimos a la tarea de romper el confinamiento legislativo del Congreso, actitud con la cual las mayorías parlamentarias se han rendido ante Iván Duque quien, con la apropiación indebida de los recursos públicos, además de la Fiscalía, la Procuraduría, la Contraloría, la Defensoría y la Registraduría, imprime a fuego un régimen autoritario y despótico.

La conversa en los territorios nos puso de presente lo anacrónico del gobierno central.  De esa conversa emergió por parte de las vocerías de las comunidades una pregunta que se replicó en los seis departamentos por los que anduvimos: ¿Cómo responder desde la política electoral al poder de un gobierno voraz que avasalla todo?

Comprendimos de nuevo -quizás no pocos lo habían olvidado- que en el caminar con nuestra gente se encuentra la nueva forma de hacer la política para renovar el Congreso y ganar la Presidencia y Vicepresidencia. Que ese camino es equivocado si no se construye junto al pueblo que sufre.

En la correría nacional con el Pacto Histórico hemos comprendido el hacer colectivo territorial como alianza de habilidades para defender y gozar la vida.

Como síntesis de las 92 reuniones en las que participamos durante la gira, María José, Majo, como cariñosamente le llaman en el Valle del Cauca, expresa que salimos a la calle para que los pactos se llenen de gente en movimiento, porque el Pacto Histórico es un río que nos lleva y se teje al infinito.

Y en nuestro cambuche rodante, solía el combo decir: cada vez más nos parecemos a una banda de rock que camina detrás de los sonidos de Colombia, con el resonar de cada uno de ustedes y nosotras que anhelamos un pacto y un país del tamaño de nuestros sueños.

En la gira, los jóvenes en Buenaventura nos dieron el encargo de traer un recado: cuando vuelvan a la capital, díganles a los medios de comunicación que no somos la maleza…somos las flores del jardín.

En el Quindío, con el Valle del Cocora como testigo, las vocerías populares que trabajan con la guadua, manifestaron que los políticos y la administración hacen las cochinadas para acabar con el agua, a espaldas de los campesinos.

En una de las decenas de reuniones que sostuvimos en el Oriente Antioqueño, la vocera campesina de la alta montaña del Carmen de Viboral nos sacudió al decirnos: a mí no me compete hablar de mi esposo y mis hermanos desaparecidos; me compete hablar de los 140 mil desaparecidos del país…ahora comprendo por qué nos desplazaron; para hacer mega proyectos mineros.

Recuerdo en Santander de Quilichao a una emblemática mujer descendiente del pueblo Carabalí expresar con la cadencia de un currulao: Construyamos juntas y gana el país.

Sumidos en la fiesta multicolor y rebelde de los 50 años de lucha del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), ante el sabedor mayor que sostenía la espiritualidad de la fiesta, y que le preguntó que le gustaría en la vida, María José, con su mirada que danzaba con los indígenas que durante años abrazó y protegieron a su padre, expresó: Me gustaría vivir con mis hijas en el país que imagina Gustavo Petro.

Como abuelo, yo no quiero esperar, quiero los cambios ya, para que las nietas y los nietos no sigan siendo bombardeados por un gobierno que es una máquina de guerra.

Adenda: agradecimiento a los colectivos, organizaciones, partidos y personas que nos recibieron en Villavicencio, Restrepo, Cali, Santander de Quilichao, Caloto, Caldono, Popayán, Buenaventura, Palmira, Yumbo, Buga, Tuluá, Calarcá, Armenia, Salento, Pereira, Manizales, Medellín, Bello, Marinilla, Rionegro, Santuario; Carmen de Viboral y las localidades y guardias de los humedales y árboles de Bogotá.

Y muy especialmente a la señora Ana, Víctor y familia.

Creación Colectiva del Parche con María José

Adaptación por José Miguel Sánchez Giraldo

José Miguel Sánchez Giraldo

Educador popular, profesional en ciencias políticas; magister en estudios latinoamericanos; PhD. en educación y mediación pedagógica por la Universidad de La Salle de Costa Rica.

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