El oro: un viaje

José María Dávila Román

“En Nunavut, Canadá, se encuentra la mina subterránea más profunda de América con más de 3 kilómetros de profundidad”.


El actor británico Idris Elba es el protagonista del documental El oro: un viaje (Gold: a journey) (ver) que dura poco más de una hora. Se muestran distintas operaciones mineras alrededor del mundo en países como Canadá, Suráfrica, Ghana, República Democrática del Congo, Nueva Zelanda, Estados Unidos y la relación de diversas comunidades con este metal precioso.

El documental también muestra cómo el Estado de California y particularmente la ciudad de San Francisco en Estados Unidos, se desarrolló gracias a la denominada “fiebre del oro” que dio lugar -entre otras industrias- a la reconocida marca de jeans Levi Strauss & Co., donde se especializaron en la fabricación de jeans resistentes al trabajo pesado como la minería del siglo XIX.

En Colombia, los argumentos contrarios a esta industria se resumen en que (i) acaba el agua, (ii) acaba el paisaje y el ambiente y (iii) genera desorden social: prostitución, delincuencia, inseguridad. Otros contradictores dicen que minería sí se puede hacer, pero que no en cualquier lugar. En este último punto estamos de acuerdo. En el caso de Colombia, está definido que no se puede hacer minería ni ninguna otra actividad económica como la agricultura o ganadería, que también tienen impactos ambientales, en páramos ni reservas naturales.

El oro: un viaje, muestra además que no tenemos por qué crear falsas dicotomías como “oro o agua” y más cuando los recursos minerales que tienen los países pueden aportar para que haya más desarrollo e igualdad social y que su aprovechamiento se puede hacer de manera sostenible.

La mina Kibali en la República Democrática del Congo, convive con el río Kibali que tiene un recorrido de mil kilómetros hasta su desembocadura en el río Dungu. En Quebec, Canadá, se encuentra una de las minas subterráneas más profundas de América con más de 3 kilómetros de profundidad. Ni las aguas superficiales ni subterráneas de este país, que es el tercero con mayor reserva de agua dulce del mundo, se han acabado.

En Suráfrica, mujeres mineras operan desde la superficie vehículos semiautónomos que se encuentran a varios kilómetros de profundidad, extraen los minerales con tecnología de punta y a la vez hacen un trabajo más seguro.

En Nueva Zelanda, un país que tiene gran cantidad de especies endémicas tanto de flora y fauna y fascinantes paisajes -no en vano, allí se rodó la exitosa trilogía El señor de los anillos-; que tiene en el turismo ecológico uno de sus grandes activos económicos, así como en la agricultura y ganadería, también hace minería de oro y cobre, incluso tiene operaciones a cielo abierto que impactan el resto del entorno boscoso pero que a medida que las empresas van cerrando sus operaciones, inician una etapa de recuperación de la naturaleza y el paisaje, que con los años, nadie podría imaginar que hubo operación minera en la zona. Los lugares donde hubo mina luego son habitados por fauna local: patos, ranas, peces.

Si en Colombia tenemos minerales que necesitamos como humanidad, los debemos aprovechar de manera responsable. El government take (lo que le queda al país por las operaciones mineras) es cerca del 70%. Es falso decir que la riqueza minera se la llevan las empresas extranjeras.

Los invito a ver sin prejuicios este documental y así nutrir más el debate sobre una industria que ha sido tan satanizada como la minería pero que a la vez, queramos o no, está presente en nuestra vida diaria.

*Empleado de Minera de Cobre Quebradona.


Todas las columnas del autor en este enlace: José María Dávila Román

José María Dávila Román

Comunicador Social - Periodista de la UPB con Maestría en Gerencia para la Innovación Social y el Desarrollo Local de la Universidad Eafit. Creo que para dejar huella hay que tener pasión por lo que se hace y un propósito claro de por qué y para qué, hacemos lo que hacemos. Mi propósito es hacer historia desde donde esté, para construir un mundo mejor y dejar un legado de esperanza y optimismo para los que vienen detrás. Soy orgullosamente jericoano.

Nota al pie: El columnista tiene o ha tenido vinculación laboral con la minera AngloGold Ashanti. 

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