“Los médicos no tratan enfermedades, tratan pacientes con enfermedades, tratan seres humanos integrales, es decir, no podemos ver a nuestros pacientes de forma disgregada.”
En Colombia y en el mundo se ha vuelto costumbre y una tendencia que la medicina se debe practicar mayoritariamente por los especialistas, restando importancia al rol del médico de cabecera o al médico personal, si se le quiere llamar de otra forma. Lamentablemente los médicos generales se han vuelto “profesionales en remitir pacientes” por varias razones: a veces porque los limitan al solicitar algunos exámenes con el consabido argumento del control del gasto por parte del aseguramiento, o porque sencillamente se están volviendo muy “americanizados” en la forma de ver a los pacientes. Recordemos que en Estados Unidos la medicina está tan fragmentada que si un paciente va al neumólogo por un problema pulmonar éste no le trata también la hipertensión o el hipotiroidismo, simplemente lo remite con otro especialista para que lo formule. De modo que el médico pasó de ser un profesional que ve pacientes a un profesional que ve enfermedades.
En Estados Unidos incluso hay casos de supra especialistas que sólo tratan un lado y el otro no, por ejemplo, neurocirujanos que solo operan los aneurismas de la parte derecha del cerebro, la izquierda no. En términos de salud pública es absolutamente ineficiente y absurda esta práctica.
Los médicos no tratan enfermedades, tratan pacientes con enfermedades, tratan seres humanos integrales, es decir, no podemos ver a nuestros pacientes de forma disgregada. No se trata de que ahora los especialistas deben saber de todo, no, zapatero a su zapato, pero la medicina general y la medicina familiar son el eslabón que permite la correcta integración entre los diferentes actores clínicos porque son los médicos de cabecera de los pacientes.
El rol del médico general va más allá de ser una simple puerta de entrada al sistema de salud. Si se ve así esto resulta afectando el sistema porque se desaprovecha el talento humano con una función secretarial que nada tiene que ver con la formación de los médicos. Los médicos generales son clínicos con suficiente criterio y si bien son la puerta de entrada no pueden ser la talanquera, es decir, no pueden ser un obstáculo para los pacientes y este es justamente el rol que aparentemente le han encomendado las aseguradoras: ser un filtro inexorable que decide si el paciente va o no a un especialista o a otro y de esta manera controlar el gasto. Pero tampoco se trata de que los médicos generales se queden con todo los casos aunque éstos se salgan de su esfera de conocimientos. No, de lo que se trata es que si el paciente debe ir con un especialista debe regresar porque el médico general o el médico familiar sigue siendo su médico de cabecera.
Salvo las cirugías todas las enfermedades son de manejo de médico general con el apoyo, en algunos casos difíciles, de médicos familiares e incluso de médicos internistas de consulta externa en el primer nivel. El problema es que cada quien trabaja por su lado, como ruedas sueltas sin entender que hacemos parte del mismo equipo de trabajo.
Es deber de las aseguradoras que se generen equipos de trabajo integrados con los especialistas y los médicos generales y familiares y se garantice que el paciente vuelva.
Es necesaria la capacitación de los médicos generales en el manejo de las patologías que más se remiten, y es necesaria la formación de todos los médicos en gestión clínica, para hacer un verdadero modelo de atención que integre a los médicos generales con los especialistas para el beneficio de los pacientes.
Se preguntarán ¿cómo puede esto contribuir a mejorar el sistema de salud y la práctica clínica? Parte del gran problema que tiene nuestro sistema de salud es la falta de oportunidad de citas y esto ha traído muchos problemas jurídicos tanto a las instituciones de salud como a los profesionales. Además, los profesionales de la salud no son parte del problema, son parte de la solución, y parte de esta solución es mejorar la gestión de los pacientes.
Los médicos no pueden seguir como ruedas sueltas cada uno por su lado, deben trabajar como un sistema integrado, no disgregado. Desafortunadamente la medicina moderna ha fragmentado a los pacientes por enfermedades, por sistemas, y de esta forma nos estamos acostumbrando, como si nuestros pacientes no fueran una unidad sino un rompecabezas conformado por muchas partes, y cada médico o cada especialista se encarga de una de ellas sin tener en cuenta las demás. Para nadie es un secreto las interacciones farmacológicas que se pueden dar en un paciente polimedicado por muchos medicos, como por ejemplo pacientes de avanzada edad que son manejados por cinco o seis especialidades diferentes, algunos de ellos hasta con más de quince medicamentos al día. La pregunta es: ¿quién se encarga de armar ese rompecabezas en que se ha convertido a los pacientes?
Esa es tarea de los médicos generales y de los médicos familiares y, por qué no en algunas ocasiones de los internistas, porque son los que tienen, como su médico de cabecera el panorama global, los que pueden integrar todas estas partes y ver a ese ser humano como una unidad llamada paciente.
Me encanta este artículo por la visión que da del médico de cabecera, el cual integra al paciente.